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SERIES
Crónica
Texto informativo con interpretación

Cuando el sexo ya no es lo que era en Nueva York

Los nuevos capítulos de la serie ‘Sexo en Nueva York’ decepcionan a parte de sus seguidores. Carrie Bradshaw pierde fuerza

Sarah Jessica Parker and Cynthia Nixonen la nueva temporada de 'And Just Like That...'.Foto: JASON HOWARD/BAUER-GRIFFIN (GC IMAGES) | Vídeo: HBO MAX ESPAÑA
Ana Pantaleoni

Aviso, este texto de principio a fin no contiene el principal spoiler de And just like that, a diferencias de otros artículos ya publicados.

Cualquier tiempo pasado fue mejor. Es un mantra que repiten constantemente los veteranos del lugar, especialmente en el gremio periodístico. Y empiezo a pensar que tienen toda la razón. Sobre todo después de ver la nueva entrega de Sexo en Nueva York, que lleva por título And Just Like That —no acabo de ver clara la traducción—. Puede parecer frívolo, pero para aquellos a los que la serie fue algo importante en la década de los 2000, teníamos una esperanza, muy pequeña después de ver las dos películas, pero esperanza al fin y al cabo. La experiencia se puede resumir con un solo adjetivo: durísima, sobre todo por la pérdida de fuerza de la protagonista. De momento, solo están disponibles dos capítulos de los diez que se han rodado. Y eso que se ve en el nuevo formato de HBO Max, que en teoría te presenta el mundo mucho mejor y, en especial, el streaming.

Para no ser totalmente autodestructivos hay que reconocer que la serie pone sobre la mesa un tema fundamental: toca envejecer y es mejor hacerlo con dignidad. Pero se refiere tantas veces a ello, y de forma tan superficial, que al final la espectadora/espectador asume que si ellas están así, como debemos estar nosotras/os. Mejor no pensar. Para lo que seguro que la serie sí que tiene que seguir siendo referente es para la moda. El diseñador Juan Avellanada cuenta: “Sinceramente, aunque fuera una porquería seguiría siendo fan. He crecido viendo Sex and the City, como persona que le gusta la moda, cuando sueñas con ello y ves esos estilismos, esas mezclas y la parte lúdica de la moda, te sientes muy identificado. Es una ventana a un universo que soñabas. En los nuevos capítulos me gusta que se hable de temas reales, de la edad que tienen, los estilismos (aunque se nota que no está Patricia), los personajes nuevos…”. Y añade: “Aunque fuera la peor serie del mundo seguiría siendo superfiel”.

La serie tiene alguna cosa buena:

1. Se deshacen con dignidad de Samantha Jones (interpretado por Kim Cattral) y la mandan a trabajar a Londres. En realidad, la actriz declinó participar en este nuevo proyecto. Ya lo dijo claro una vez: “Nunca fuimos amigas”. Cattral reveló en una entrevista en el programa Life Stories en octubre de 2017 que su trabajo en la serie le impidió poder ser madre.

2. La pandemia ha abandonado la ciudad de Nueva York y ya es imperceptible, excepto en un gesto recurrente de Carry Bradshaw (Jessica Parker). Ella se pone gel en las manos cuando acaba de comer y usa guantes para tocar los botones de los ascensores y los pasamanos. Muy a favor.

3. Aparece una nueva protagonista que alegra a todos aquellos que seguimos otra historia interminable, Anatomía de Grey. Se trata de Sara Ramírez que da vida a Che Diaz; prefiere que se refieran a ella con el género neutro y presenta un podcast en el que Carrie participa de forma habitual.

4. La forma de vestir de Bradshaw, sin duda, sigue siendo lo mejor, aunque más que pijamas parece usar vestidos de noche. Y, sobre todo, el estilo a la hora de pedir un taxi en Nueva York.

La lista de peros es larga:

1. Empiezo por Steve, marido de Miranda, personaje secundario que antaño despertaba ternura. Quizás lo que más me ha dolido. La vejez no implica volverse tonto. Y parece que sí. “Soy un vejestorio”, confiesa él en un momento del capítulo en el que se informa que ha perdido el 60% de audición de un oído y el 40% del otro. Steve sigue adorando a Miranda, quien en casi todas sus secuencias en solitario de presentación está bebiendo. Eso genera sufrimiento en el espectador que ya la ve como alcohólica.

2. El papel de la protagonista. Vale que sufre un mazazo nada más empezar esta nueva temporada (no haremos spoilers), pero se ve ausente y sin chispa todo el rato. Y sobre todo cuando te pasa algo tan grave, llamas a la ambulancia, ¿no? No se entienden sus reacciones. Se la ve cansada. La brillante escritora se pierde en este nuevo mundo y se muestra incapaz, por ejemplo, de hablar de masturbación. Se siente cohibida.

3. Quieren ser modernas y en los tres primeros minutos del primer capítulo le meten con calzador tres conceptos para demostrar que están en el siglo XXI: Carry capta una imagen para su canal de Instagram, tiene que preparar su intervención en el podcast que participa y Miranda quieren “arrancar los dedos” de su hijo de la PlayStation.

4. Teresa Helbig, diseñadora, lo tiene claro: “Cuando se creó Sexo en Nueva York sentí un flechazo instantáneo, fue amor a primera vista. Probablemente fuese porque mi momento vital convergía en perfecta sintonía con Carrie… Su modo de hacer, de vivir, de pensar, de vestir…. yo vivía un momento de pura explosión personal y profesional, un momento de reivindicación y revolución que hacía que me sintiera muy identificada por su personaje. Creo que la conexión fue tan fuerte entonces, que la segunda parte no podía rimar igual…. Lo nuestro ha sido un amor intensísimo y muy inspirador, pero después de tantos años hemos evolucionado distinto”. El mejor resumen de estos primeros momentos es cuando la presentadora del programa invita a Carry a “salirse del tiesto y poner el coño en el asador”. De momento, la protagonista se resiste. Aunque quedan unos cuantos capítulos.

PD. Ya está disponible el tercer capítulo. La crónica sigue igual.


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Sobre la firma

Ana Pantaleoni
Redactora jefa de EL PAÍS en Barcelona y responsable de la edición en catalán del diario. Ha escrito sobre salud, gastronomía, moda y tecnología y trabajó durante una década en el suplemento tecnológico Ciberpaís. Licenciada en Humanidades, máster de EL PAÍS, PDD en la escuela de negocios Iese y profesora de periodismo en la Pompeu Fabra.

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