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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La vigencia del Informe Pla

El documento estaba destinado al grupo promotor de una nueva hornada dirigente que debía preparar el tránsito de Cataluña y España hacia la democracia. Un grupo liderado, en parte, por Vicens Vives y el escritor

El presidente de la Generalitat, Josep Tarradellas (i), conversa con el escritor Josep Pla durante el acto de entrega del Premio Josep Pla de Prosa Catalana 1979.
El presidente de la Generalitat, Josep Tarradellas (i), conversa con el escritor Josep Pla durante el acto de entrega del Premio Josep Pla de Prosa Catalana 1979.EFE
Jordi Xuclà Costa

Josep Pla se entrevistó largamente con Josep Tarradellas en Castelnau (Francia) los días 21, 22 y 23 de enero de 1960. De aquellas conversaciones en profundidad salió un memorando de 10 páginas. Un informe destinado al grupo promotor de una nueva hornada dirigente que debía preparar el tránsito de Cataluña y España hacia la democracia. Un grupo liderado, en parte, por Jaume Vicens Vives, los elementos más activos del Gremio de Fabricantes de Sabadell y el propio Josep Pla. El libro El hijo del chofer de Jordi Amat aporta mucha luz también sobre el nuevo grupo que se preparaba para ser dirigente. Las 10 páginas del informe Pla se pueden encontrar en el libro de correspondencias entre Josep Pla y Jaume Vicens Vives en la década que va de 1950 a 1960 titulado La hora de las decisiones (Destino). Es la pieza más relevante del volumen, aunque aparece como epílogo porque seguramente el editor no quería dar más relieve a un análisis que nos ayuda a entender, en buena medida, los errores que se van repitiendo, hoy en día, en la política catalana. Recomiendo vivamente su lectura.

Pla hace un informe después de conversar largamente con un Josep Tarradellas que ha tenido más de 20 años para reflexionar en el exilio sobre los aciertos y los errores en su papel dirigente en la Generalitat republicana. Tarradellas, que tiene sus páginas oscuras en la Barcelona revolucionaria de 1936, ha tenido tiempo de meditar y afrontar una rectificación que, con un punto de azar, lo lleva a su regreso como presidente y el restablecimiento de la Generalitat, en una operación coordinada con el gobierno central. Escribe Pla en su memorando: “Para prevenir el caos, se debe crear un equipo de trabajo formado por muy poca gente: cuatro o cinco (Tarradellas: política; Ortínez: burguesía; Vicens Vives: intereses clericales; Sardà: economía) políticos especializados en las cuestiones básicas. Este equipo debe ser el noyaux del futuro partido conservador catalán. Del pasado no hay nada aprovechable: es un cementerio literal. No se ha de resucitar ni l’Esquerra ni la Lliga ni ninguna otra organización de esta clase”.

Tarradellas en ese momento ya es una personalidad desvinculada a Esquerra en el exilio interior y exterior y que ha sabido despojarse de la melancolía del pasado para pensar sobre todo en el futuro. Por eso conecta con un grupo dirigente más joven que él que lo acaban llevando a pactar el retorno y el restablecimiento de la Generalitat, a través del acuerdo con Adolfo Suárez (a través también de Carles Sentís, el hombre de la UCD en Cataluña). Una operación que en parte tiene el objetivo de frenar el establecimiento de un Consejo preautonómico presidido por socialistas o dirigentes del PSUC.

Pero sobre todo el informe Pla recoge los pensamientos de un hombre que el exilio le ha servido para reconocer los errores de las dos proclamaciones efímeras de independencia realizadas por Macià y Companys, para captar este desasosiego cíclico de los catalanes inclinados a estropear el autogobierno con atropellados y descosidos actos de rotura total, de pérdida transitoria de la lucidez y el gradualismo.

En su conjunto, es un texto que nos hace pensar en el presente. Sabemos que el catalán quizás ya declinante es un hombre emocional y lento en la revisión de la épica con autoengaño. También ocurre hoy en día. El 3 de octubre la Asamblea Nacional Catalana reunió 3.000 manifestantes según la Guardia Urbana y 7.000 según los organizadores. El “ya lo tenemos a tocar” parece que ha entrado en la fase del principio de realidad. Un abnegado creyente de los hechos del otoño de 2017 escribió también el 3 de octubre de 2021 en un tuit: “Hace cuatro años a estas horas ya hacía rato que cortábamos la AP-7. Ahora, chicos y chicas, más bien nos cortamos las venas”.

Aunque hay momentos para alimentar los espejismos como el desfile en Sassari. El lío judicial de vuelo gallináceo en Cerdeña sirve para comprobar el dispendio del erario público destinado a desplazar un gran número de cargos públicos a la isla italiana. Nos muestras la vacuidad del ejercicio del poder simbólico cuando tanto trabajo hay por hacer en la administración de las cosas en un autogobierno con un presupuesto grande y unas responsabilidades aún mayores. Cualquier europeísta lúcido que perviva en Cataluña debe estar muy atento a la cuestión prejudicial planteada ante el Tribunal de la Unión Europea. Una Europa eficiente y fuerte debería ser diligente en el cumplimiento de las euroórdenes. Este es el tema, Firatast en el Alguer sólo un subproducto de un mundo ya vencido que el informe Pla nos recuerda que se reproduce cíclicamente. ¡Hasta que aprendamos de una vez!

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Jordi Xuclà es vicepresidente de la Internacional Liberal.

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