El Teatre Lliure chequea los males de la juventud
Juan Carlos Martel dirige un montaje multimedia que aborda el suicidio, la prostitución, la violencia y el hedonismo
El dramaturgo vienés Ferdinand Bruckner estrenó en 1926 Krankheit der Jugend, traducido generalmente como El mal de la juventud aunque literalmente significa La enfermedad de la juventud, una obra en la que describió de manera muy cruda la deriva de unos jóvenes sin objetivos, representativos de su generación, que coinciden en una pensión de Viena en 1923. La pieza, que provocó escándalo en su momento por su tono expresionista y las descarnadas referencias al suicidio, la prostitución, la promiscuidad, la drogadicción y la dificultad de encontrar salidas de una juventud que en buena parte desembocaría en los totalitarismos, la adapta ahora el Teatre Lliure en un montaje que lleva las cuestiones planteadas por Bruckner al terreno del siglo XXI.
La malaltia, que se presenta como “docudrama escénico a partir de El mal de la juventud”, la dirige Juan Carlos Martel, actual director del Lliure en su primer montaje desde que ahora hace dos años se puso al frente del teatro. El espectáculo, con Emma Arquillué, Guillem Balart, Francesc Marginet Sensada, Elena Martín, Martina Roura i Mariantònia Salas (todos de entre 20 y 30 años), se estrena el 5 de marzo en la Sala Fabià Puigserver del Lliure de Montjuïc (hasta el 11 de abril).
“Bruckner mostró los males de la juventud tras la Primera Guerra Mundial, y después llegó lo que llegó, el nazismo”, señala Martel en su despacho del Lliure con doble mascarilla y un aspecto enjuto que ya no es que sugiera un Greco, ríe, sino un Giacometti, y que achaca a las dificultades consustanciales a tirar del Lliure en esta tesitura de pandemia. Admite que el éxito de Vox el 14-F, con muchos votos de jóvenes, le ha dado otro plus de actualidad a la obra. “La situación de la juventud en el neocapitalismo es similar en cuanto a la falta de luz, de esperanza y de futuro, hay que tener mucho cuidado con lo que les ofreces a los jóvenes. En Bruckner, una alternativa que se les da es la de aburguesamiento o el suicidio, y nosotros nos hemos preguntado ¿cómo se traduce eso en el siglo XXI?”.
Martel considera que hoy la pregunta “en realidad no es si la juventud está enferma, sino si lo está el sistema”. Entre los variados textos que se han usado para la versión, está el ensayo de Jon Savage Teenage, la invención de la juventud 1875-1945 (Desperta Ferro, 2018), sobre la aparición del concepto moderno de joven, algo muy en relación con lo apuntado desde la literatura por Bruckner.
La malaltia parte de la obra teatral (que han acometido gente tan diversa como Jordi Mesalles, Andrés Lima o Les Antonietes) pero, subraya su director, va acumulando otros materiales, dramatúrgicos y especialmente visuales, hasta configurar ese “docudrama” que pretende explicar qué es la juventud hoy. En el espectáculo, la misma Desirée estudiante de medicina de Bruckner aunque en versión siglo XXI, graba una serie de “videocápsulas” para configurar un documental sobre la juventud. Esas grabaciones aparecen proyectadas como parte de la obra en una gran pantalla en el escenario, dominado por un gran contenedor metálico.
El análisis de la juventud que hace Martel es distinto del de Bruckner. “Yo le doy un punto de esperanza, estamos obligados a buscarla”, apunta. El montaje enfrenta un tema tan complicado como el suicidio, primera causa de muerte en hombres jóvenes y segunda en mujeres de la misma franja. “Hay que visualizarlo y es muy duro, pero es una tragedia que en realidad no responde a no querer vivir, sino a querer dejar de sufrir. La diferencia es sustancial. Significa que con cuidado, con ayuda, con atención, con pedagogía, se podría hacer mucho para evitarlo”.
Otros males de la juventud actual que aborda el espectáculo, en el que se entra y se sale de la obra de Bruckner, son “la pérdida del sentido de la realidad en aras de lo virtual, el narcisismo encarnado en el selfie, el hedonismo…”. ¿La prostitución? “La tratamos en el contexto de la violencia sexual y sus amplias variantes, incluso la que puede darse en un casting”. Martel vuelve a la dirección con este montaje que enmarca en una suerte de “trilogía social” con los anteriores Sis personatges, homenatge a Tomás Giner, y Casting Giulietta. Dice que no se siente oxidado, que considera un privilegio poder dirigir y sobre su forma de entender su trabajo afirma parafraseando a Chillida: “Intento hacer lo que no sé hacer porque lo otro ya lo sé hacer”.
El aforo reducido va para largo
“No estamos saliendo aún de la pandemia”, advierte Juan Carlos Martel, que, aunque sea en un contexto tan excepcional y complicado, aprovecha los dos años de su llegada a la dirección del Lliure para hacer balance. “Se ha hecho mucho trabajo interno de organización, hay nuevos estatutos, un reglamento interno con un código ético que prioriza criterios de sostenibilidad y garantiza la actuación ante posibles abusos laborales o de género, el mandato del director está limitado, los patrones son renovables...”.
En lo externo, “hemos desarrollado el programa como hemos podido. Tenemos un 25 % de público menor de 30 años, estamos en una alta ocupación, del 85 % o más, con aforo al 50 %, que me temo que vamos a tener que mantener bastante tiempo...”. De hecho, el presupuesto del Lliure de 2021 contempla esa reducción de aforo todo el año. Dicho presupuesto se ha reducido un tercio, 1,2 millones a causa de la caída de ingresos.
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