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Barcelona se sube por las paredes

El cierre de parques por el viento tensiona todavía más el espacio público en la ciudad confinada

Ivan y su familia, ante el parque de la Ciutadella, cerrado, el cuarto fin de semana de confinamiento municipal.
Ivan y su familia, ante el parque de la Ciutadella, cerrado, el cuarto fin de semana de confinamiento municipal.Joan Sanchez (EL PAÍS)
Clara Blanchar

Cuando has perdido la cuenta de los fines de semana que dura el confinamiento municipal en Barcelona (van cuatro), cualquier plan es un planazo. Como el de la familia de Ivan, del barrio de la Sagrera. Este domingo habían pensado coger las bicis, el pan seco acumulado en la cocina, e ir a la Ciutadella para tirarlo a los patos del lago. Pues resultó que no. Que la alerta por fuerte viento llevó a la Guardia Urbana a cerrar los parques y se quedaron en la puerta. Con las bicis, el pan, y comiendo mandarinas.

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Ivan, para más señas, trabaja en un hospital, primera línea de la pandemia, y se desesperaba. “Si somos tres millones de personas en el área metropolitana y cada vez limitas más los movimientos, concentras a la gente. Solo faltaba el cierre de parques, mira como está el paseo de Lluís Companys”, señalaba con la vista a la avenida del otro lado de la calle. Pues hasta arriba. Barcelona se sube por las paredes y después de trabajar de lunes a viernes (quien tiene trabajo), se lanza a la calle. Muchos de los que estaban en el parque cuando la Urbana lo desalojó se trasladaron a los parterres de la avenida que acaba en el Arc de Triomf.

También el teniente de alcalde de Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, Albert Batlle, señalaba que en una ciudad “densa como Calcuta” el cierre de parques tensiona todavía más el espacio público. “La congestión de la ciudad es enorme”, apuntaba y recordaba que la ciudad ha pedido varias veces que el confinamiento no sea estrictamente municipal sino metropolitano. El sábado se saldó con 1.100 personas desalojadas del espacio público durante el día. Otras 60 fueron desalojadas durante el horario del toque de queda, de 22.00 a 6.00, en 20 concentraciones de personas que incumplían las recomendaciones de las autoridades sanitarias, según datos del Ayuntamiento.

Batlle también admitió en una entrevista en TV-3 que han detectado situaciones de alquiler de pisos turísticos para celebrar fiestas. “Se han detectado, sí”, afirmó. Como también hay núcleos familiares que se han juntado con hasta 20 personas, criticaba.

El no saber donde meterse que está viviendo la ciudadanía de cualquier gran ciudad se nota incluso a primera hora de la mañana. Este domingo, no eran ni las ocho de la mañana cuando los ciclistas y corredores bajaban por la Diagonal en dirección al mar. No había salido el sol y bajo la placa fotovoltaica del Fòrum había un grupo de chavales con música y haciéndose fotos. Diez minutos después, antes de las 8.30 en la arena de las playas del Poblenou y la Vila Olímpica había decenas de personas cogiendo espacio para montar pistas de voley playa.

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A este club de los domingueros madrugadores que salen a quemar piernas y ventilar neuronas pueden añadirse los que salen con las tablas de surf y a nadar en el mar. Se les conoce porque caminan descalzos desde las motos o coches que aparcan a unos cientos de metros del agua.

A esa hora, antes de las nueve de la mañana todavía desayunaban las decenas de miles de familias que a partir de las 10 tomaban zonas infantiles, parques (hasta que los cerraron), carriles bici, plazas... Los mismos que cuando abrían las terrazas procuraban pillar sitio en el sol. En la ciudad los bares solo abren (con restricciones de aforo) para desayunar (de 7.00 a 9.00) y a la hora del almuerzo (de 13.00 a 15.30).

Entre los parques que la Guardia Urbana cerró, además de la Ciutadella figuró el Park Güell, el parque Central del Poblenou o las baterías del Carmel. También el Zoo cerró puertas entre las 11.50 y las 13.30, aunque no fue desalojado.

Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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