El Mozart sabio y sereno de Maria João Pires deslumbra al Palau
La gran pianista portuguesa regresa al templo modernista arropada por Tomàs Grau y la Simfònica Camera Musicae
Mozart, siempre Mozart. Desde hace casi siete décadas —ya tocaba sus sonatas y conciertos para piano en público con siete años—, Maria João Pires (Lisboa, 1944) mantiene intacta su pasión por Wolfgang Amadeus Mozart. Y en su regreso al Palau, en estos tiempos de inquietudes, tensiones y angustias a propósito del coronavirus, la gran pianista portuguesa volvió a deslumbrar al público con una soberana versión del Concierto para piano núm. 20 en re menor. Un Mozart sabio, sereno y luminoso, en el que estuvo arropada con calidez por Tomàs Grau y la Orquestra Simfònica Camera Musicae.
El Palau llenó el martes el aforo permitido, alrededor de mil espectadores que aplaudieron con ganas cuando Pires apareció en el escenario del templo modernista. Se quitó la mascarilla y agradeció con una sonrisa las muestras de afecto y admiración de un público fiel y feliz, dispuesto a disfrutar con el más dramático de los conciertos para piano de Mozart, lleno de intuiciones y reminiscencias operísticas, en manos de una de sus intérpretes de referencia.
Bastaron los primeros compases del Allegro, con esa tensión dramática tan próxima a la obertura de Don Giovanni, con la que comparte la tonalidad de re menor, para establecer el sentimiento de tragedia que anida en su extraordinario primer movimiento. La Simfònica Camera Musicae, que celebra su 15 aniversario con este concierto, mostró desde el vigoroso arranque la calidad, el equilibrio y la flexibilidad de su joven plantilla, dirigida con buen pulso por Grau, su director titular.
Pires hizo suya esa energía juvenil en una lectura de riqueza expresiva, sonido cristalino y belleza deslumbrante, en un clima de diálogo fluido y flexible con la orquesta fundada por Grau en 2006 en Tarragona. Un Mozart con momentos sublimes —desde la delicadeza lírica de la Romanza al delicioso juego camerístico del movimiento final—, que el público agradeció con rotundos aplausos y, a pesar del uso de las mascarillas, sonoros bravos. Ante el júbilo mozartiano, regalaron como propina el célebre Andante del Concierto núm. 21.
Disfrutar el talento de Pires es un lujo, y más ahora, que solo actúa cuándo y dónde le apetece. Por eso supo a gloria en esta nueva lección mozartiana su fraseo elegante y sereno, de una belleza deslumbrante. Disfrutó la orquesta tocando con Pires y ella compartió el placer de hacer música juntos con el mismo entusiasmo. Esa estimulante energía musical iluminó también la radiante Sinfonia núm, 41 Júpiter que cerró la velada; quizá sonó demasiado impetuosa en su movimiento final, pero llena de entusiasmo y pasión mozartiana.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.