¿Libertad de transporte o libertad para respirar?
Ninguno de estos retos se podrá afrontar sin pensar la libertad en su dimensión colectiva, como ocurre con la pandemia, o con la crisis ecológica.
La Plataforma Pro Movilidad Libre se ha presentado públicamente “con la voluntad de reivindicar la libertad de elección del usuario a escoger entre una amplia oferta de soluciones de movilidad y permitir una competencia abierta y complementaria que vaya más allá de las soluciones que son de gestión y titularidad pública”. Así se expresan en su manifiesto. Desde su nombre hay una reivindicación de la libertad. Ninguna organización, partido político, movimiento social, que quiera reivindicar algo hoy lo hace en contra de la libertad. Todo el mundo suele hablar en defensa de la libertad. Una libertad que es vulnerada, que se ve atacada, por algún motivo, por algún poder negativo. En este caso, el Ayuntamiento de Barcelona.
El manifiesto de la plataforma, que agrupa diferentes patronales, gremios y asociaciones, incorpora nueve puntos, y el primero está dedicado a esta imposición contra la que se reivindica la libertad: “Imponer una movilidad colectiva y pública en metro, bus y Bicing es ignorar una realidad poliédrica, y todavía más en los tiempos actuales en que hay que mantener la distancia social y evitar las aglomeraciones”. Reivindican, pues, la libertad de poder elegir la movilidad, la no imposición del modo de moverse en Barcelona.
La pregunta por la libertad es universal, siempre nos acompaña. También lo hace en esta pandemia, que nos ha obligado a prestar atención a realidades quizás poco atendidas por una parte importante de nuestra sociedad. ¿Debemos aceptar las restricciones sobre nuestra libertad? Los confinamientos, las limitaciones, las mascarillas, el transporte... Durante la pandemia hemos visto como en muchas grandes ciudades se ha decidido intervenir en las políticas de movilidad, y en este contexto surge la reivindicación de la Plataforma Pro Movilidad Libre. Antes habían surgido otras en un sentido poco coincidente. Con el lema “Confinemos los coches. Recuperemos la ciudad”, entidades de toda Cataluña ya durante el confinamiento impulsaron una campaña para reclamar un “plan de desconfinamiento en que se prioricen las personas y la movilidad socialmente justa y ambientalmente sostenible en detrimento del uso del vehículo privado”.
“Recuperemos la ciudad” también reivindica la libertad. En este caso, contra otra imposición, la imposición de la contaminación: “La contaminación atmosférica afecta gravemente nuestra salud y agrava los efectos de la covid-19. Queremos recuperar nuestras ciudades. Unas ciudades saludables y que cuiden de nuestro clima”. Esta iniciativa, que ya ha llevado a cabo diferentes movilizaciones y ha anunciado más para los próximos días, agrupa 672 entidades. Una de ellas, Fridays for Future Barcelona, impulsa el 25 de septiembre una acción global por el clima insistiendo en una idea clave: “El virus no es causa, sino consecuencia de una crisis sistémica profunda”.
El conocimiento que tenemos desde hace años es muy preocupante. Sabemos que en una ciudad como Barcelona cada año cientos de personas mueren prematuramente por efectos de la contaminación, nos lo dicen los informes de la Agencia de Salud Pública de Barcelona. Sabemos que en una ciudad como Barcelona buena parte de las escuelas están sufriendo una contaminación muy por encima de la admitida y que esto tiene efectos sobre el desarrollo neurológico de los niños y jóvenes, como muestran investigaciones de ISGlobal. Podríamos seguir y fijarnos también en la relación entre la contaminación y la pandemia.
En el mismo manifiesto la Plataforma Pro Movilidad Libre se reconoce que somos una sociedad que se basa en el vehículo a motor, “el medio de transporte que vertebra el territorio nacional”, y dice compartir la reivindicación de la sostenibilidad, de la defensa de la salud... Asumidas estas realidades hay que preguntarse qué libertad queremos hacer posible. ¿Qué libertad debemos favorecer y cuál debemos limitar? Este es un debate esencial, necesario, imprescindible. ¿Qué tipo de transporte nos puede garantizar hoy nuestra movilidad? ¿Qué tipo de transporte nos puede garantizar hoy nuestra salud? ¿Qué tipo de transporte nos puede garantizar hoy la sostenibilidad del planeta? ¿Son contradictorias la libertad de poder elegir la opción de transporte y la libertad de poder respirar? ¿Hay que restringir alguna libertad para hacer posible otra que consideramos más importante?
Las reivindicaciones de la libertad de elección del tipo de movilidad y de la libertad de respirar nos obligan a pensar la libertad más allá de nuestra individualidad. Puede que esto sea una novedad si se ha tendido a vivir la libertad desde el yo. Ninguno de estos retos se podrá afrontar sin pensar la libertad en su dimensión colectiva, como ocurre con la pandemia, o con la crisis ecológica.
Jordi Mir es profesor de Humanidades en la Universidad Pompeu Fabra.
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