“Recibo yo más de Eugenia que ella de mí”
Clara Bartra, voluntaria de Amics de la Gent Gran, mantiene contacto telefónico con una anciana para hacerle compañía durante la pandemia
La señora Eugenia es singular. Abandonó Perú hace 40 años para trabajar “en casa de una importante familia catalana”, explica Clara Bartra. Hace cinco años ingresó en una residencia de Horta-Guinardó. Como no tuvo hijos y su esposo murió, Clara es lo más parecido que tiene a una hija. Hasta hace más de un mes, cuando la pandemia hizo saltar por los aires las relaciones sociales, la mujer visitaba una vez por semana a la señora Eugenia. Ahora solo pueden hablar por teléfono. “Ella tiene el contacto con alguien, unas horas para poder hablar. Pero aprendo mucho más yo. Recibo más de ella que ella de mí”, reflexiona Clara.
Hace un año, Clara, de 46 años, se interesaba por unos cursos en su barrio, el Guinardó, cuando vio un folleto de la asociación Amics de la Gent Gran. Acudió a una charla y se apuntó. “No sé por qué, pero me entiendo muy bien con la gente mayor. Cogemos confianza muy rápido”. La entidad buscó entre abuelos con alguna necesidad y el destino le puso a Eugenia en el camino. En su caso, con la familia en Perú y 92 años a la espalda, se trata sobre todo de combatir la soledad.
Cada martes por la tarde, Clara acude a la residencia concertada de Horta a charlar con Eugenia, que se tiene en pie con ayuda de un caminador. “Hablamos, salimos a tomar el sol o jugamos una partida de dominó”. Cada martes, hasta que se restringieron las visitas por el coronavirus, que ha obligado a replantear la relación. El móvil de la anciana, que solo acepta llamadas —nada de Whatsapp— las mantiene en contacto. “No puedes estar físicamente con ella, pero nos llamamos. Es una mujer muy sabia. A veces te dice una frase y te hace reflexionar, porque es alguien que ya lo ha vivido prácticamente todo. Me suele decir que el mundo está fatal”.
En la residencia aun no se ha registrado ningún caso positivo. “Están todos bien, pero por el tono de voz notas su preocupación”, dice Clara, que se ha acercado al centro “un par de veces” durante el confinamiento para llevarle cosas a Eugenia. “Como me muevo en moto, es fácil. Llamo y les digo que estaré allí en diez minutos. Sale una persona y, sin ningún contacto, las entregas. Le he llevado yogures, galletas, colonia… y una revista”. Dice Clara que Eugenia le pidió el Pronto, más interesante, dijo, que esas otras revistas donde “solo salen casas de famosos”. Pero ella le llevó, además, un ejemplar del National Geographic. “Es que es una mujer muy inquieta. Ella pide el Pronto, pero luego le encanta leer libros de divulgación científica, le gusta entender el porqué de las cosas”, dice Clara, que siente una sincera admiración por la señora Eugenia.
La vida de Eugenia le sirve de acicate a Clara, que es consultora de comercio y desarrollo local. “En Perú ya fue una mujer pionera, diferente. Explica siempre que se iba a viajar sola por todo el país”. Clara cuenta que llegó a España para trabajar como “planchadora” de una familia ligada al mundo de la medicina. “Tenía su horario, no le ha ido mal… Que pueda pagarse la residencia por sí misma lo indica”. Dice de ella que es una mujer “activa e inquieta” que ha viajado con el Imserso y que no ha renunciado, hasta hace pocos años, a viajar sola a Perú en avión.
Volver a la residencia
Nombre: Clara Bartra, 46 años.
Qué hacía antes de la crisis: Consultora de comercio y desarrollo local.
Qué hará después de la crisis: Seguirá con su trabajo y, si la situación lo permite, con las visitas a Eugenia en la residencia.
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