“Ha vuelto”: La Macarena regresa restaurada entre colas de fieles tras el fiasco de la intervención en la talla
La Hermandad restituye al culto la imagen del siglo XVII, icono de Sevilla, que recupera su expresión gracias a los tres meses de trabajo de Pedro Manzano


Los fieles apostados al filo de esta medianoche frente a la basílica se han convertido, poco antes de las cinco de la madrugada, en una cola de más de un centenar de personas, que no ha parado de crecer desde entonces. La virgen de La Macarena ha regresado al culto este lunes a las seis de la mañana en Sevilla, después de que el 12 de agosto fuera retirada de su camarín para someter a la imagen a una restauración tras el fiasco que supuso la intervención ordenada por la Hermandad el pasado junio y que desfiguró el rostro de un icono de la ciudad, que trasciende del ámbito estrictamente devocional. La expectación y las ansias por comprobar que la talla del siglo XVII ha recuperado su expresión compensan las horas de espera y mitigan el frío que atraviesa el alba sevillana. “¡Ha vuelto!“, era lo que repetían, aliviados quienes salían del templo.
Era el responsable de la restauración, el experto Pedro Manzano, quien la semana pasada se encargaba de informar a los fieles y devotos de que su trabajo para recomponer la mirada y revertir las alteraciones provocadas por la intervención del profesor Francisco Arquillo había concluido. “Cada jornada ante la imagen ha sido un acto de profundo compromiso. He procurado, con la mayor sensibilidad posible, restituir su integridad devocional y devolver esa mirada que tantos reconocen como refugio, consuelo y promesa. Mis manos han sido guiadas teniendo siempre en cuenta la profunda veneración de sus devotos y el deber de preservar aquello que generaciones enteras han custodiado con fe”, escribía en una carta.
“¡Esperanza, guapa!”; “¡Viva!”. Los gritos espontáneos de los fieles en el interior del templo al contemplar la imagen atestiguan que la intención que ha guiado la labor de Manzano en estos casi tres meses de actividad les ha devuelto la ilusión. Los rostros a la salida de la basílica, encendidos, aliviados, no tienen nada que ver con la desazón y el desconsuelo, en muchos casos bañado en lágrimas de incomprensión, que asomaba a la cara de los devotos que el pasado mes de junio cuando abandonaban el templo, sin dar crédito a la transformación del rostro de la virgen.








“Es de nuevo ella”, explica José. Son poco más de las 10 de la mañana y acaba de salir de la basílica donde llevaba haciendo cola desde las 5.45 de la mañana. Es vive en el barrio, pero Mari Carmen ha venido desde El Aljarafe sevillano para ver el resultado de la restauración. “Venía conduciendo con miedo, pensando si se habría podido recuperar la expresión original, si íbamos a tener su mirada de siempre... Y sí, es la misma”, cuenta emocionada.
Esa buena impresión la comparten también los expertos. “La virgen ha recuperado todo su esplendor en todos los aspectos. La limpieza ha permitido disfrutar de su policromía barroca y se ha recuperado la volumetría de los ojos”, recalca Jesús Romanov, historiador del arte y devoto, que llevaba desde las cinco de la mañana haciendo cola. “Las imágenes, cuando están muy oscuras, endurecen su mirada y su expresión y cuando las imágenes se limpian, se dulcifican. La Macarena ahora ha recuperado su dulzura y su dramatismo”, abunda.
La Hermandad había encargado a Arquillo, catedrático de Conservación y Restauración de Obras de Arte de la Universidad de Sevilla y responsable de las restauraciones de la Macarena desde los años ochenta, una “intervención de mantenimiento” que debía ceñirse a “elementos superficiales”. Pero la imagen que se presentó al culto el 21 de junio sobrepasaba los límites de una mera intervención. Unas pestañas excesivamente largas, que desvirtuaban su característico mirar cansado, y una policromía excesivamente clara, habían alterado por completo la expresión de su rostro. Los pasos que dieron los responsables de la entidad en las siguientes 24 horas no hicieron sino encender la indignación de los fieles y hermanos. Ese mismo sábado, durante el mediodía, le cortaron las pestañas y la volvieron a exhibir al público. Al no aplacar los ánimos, durante la noche del sábado al domingo, se llamó a un joven imaginero que le devolvió parte de la patina rojiza que envuelve los ojos de la imagen. Fue aún peor.
En los días sucesivos se sucedieron las dimisiones de los responsables del patrimonio de la hermandad, se encargó al Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) un análisis del estado de la talla y a Manzano que acometiera su restauración. El informe del IAPH arrojó conclusiones muy preocupantes que iban más allá de la fallida intervención de Arquillo. Además de confirmarse que la imagen sufrió alteraciones en los párpados debido al uso de unas técnicas inadecuadas que alteraron la morfología original de la imagen y que también se habían operado cambios en las manos y en las lágrimas, los expertos alertaron de la presencia de xilófagos y de una grieta que atravesaba todo el rostro de la virgen.
“La imagen está mejor que hace muchos años”
Con todos estos daños y deterioros ha tenido que lidiar Manzano en un proceso del que, a diferencia de la opacidad que mantuvo la Hermandad durante las frenéticas 24 horas de los pasados 21 y 22 de junio en los que se intervino a la virgen hasta en tres ocasiones sin supervisión técnica, se ha dado cuenta mensualmente a través de vídeos en los que el prestigioso restaurador ha explicado toda la actividad que estaba desarrollando sobre la talla y que ha sido supervisada por una comisión consultiva formada por expertos. Desde el tratamiento para tratar la anoxia ―en la que se contó con la colaboración de la empresa Samitech y que implicó que la imagen permaneciera en una burbuja de tratamiento durante 24 días con un 0’00% de concentración de oxígeno―, a la reintegración cromática, pasando por la retirada de unos clavos de forja que estaban afectando a un nudo de la madera y de las pestañas y lágrimas y del regrueso que cubría los párpados, para proceder a la limpieza.
Eliminar ese volumen para que la virgen recuperara su mirada ha sido el momento más complicado de todo el proceso, tal y como reconoció el propio Manzano en los vídeos y certifica Juan Manuel Miñarro, imaginero sevillano y miembro de la comisión de seguimiento. “Hemos trabajado con mucha naturalidad, la comisión ha ido apoyando a Pedro, para asesorarlo y animarlo, pero sabíamos que el resultado iba a ser un éxito”, indica.
El cuidado que se ha observado en este nuevo regreso al culto ha sido tal que, en los días previos a su exhibición definitiva, se ha colocado a la virgen en los lugares donde podrá ser observada por los fieles ―en su tradicional camarín y a la altura de los fieles cuando está en besamanos― para recrear la luz y afinar al máximo todos los detalles. En estas últimas pruebas se pudo comprobar que “el ojo derecho presentaba una ligera mayor abertura en comparación con las fotografías anteriores a la intervención”, una discordancia que se ha resuelto eliminando un regrueso que se realizó en esa zona del párpado.

“El pasado ya no cuenta, lo que cuenta es el presente extraordinario que abordamos ahora”, señala Miñarro sobre el trabajo de restauración, que ha permitido abordar el estado de la talla desde una aproximación científica, con la realización de TAC, análisis de la madera por radiocarbono, de las muestras de color... “La imagen está mucho mejor que hace muchísimos años”, abunda.
“Se le ha quitado la patina de suciedad que le dibujaba su rostro que le hacia más singular y hermosa“, comenta el pintor José Cerezal, una apreciación que para Andrea Pérez, que ha venido de Sevilla Este se traduce en que parece ”más joven". “La edad no se le ha quitado, se le ha quitado lo que estorbaba a esa belleza y parte de eso volverá, porque la imagen tiene culto y volverá a estar cerca de la candelería, de la combustión de las velas en Semana Santa y con unas pocas de Madrugadas seguidas, volverá a matizarse”, explica Miñarro, sobre el efecto que el humo de los cirios y la exposición de las imágenes en los pasos ejerce sobre estas tallas, un elemento que contribuye a darles una identidad de la que carecen las esculturas de los museos.
Raúl y María Luisa llevan desde las ocho en la cola. Amainan la destemplanza de una mañana inusualmente fría en Sevilla con un chocolate y churros. Vienen desde Camas, a 20 minutos en coche. Han podido ver ya por redes las imágenes de la talla restaurada. “Está fantástica”, coinciden. A su lado, Antonio no quiere saber nada. “No quiero desilusionarme. La última vez se me partió el alma”, dice sobre la intervención de junio. La Hermandad, que acaba de votar nueva Junta de Gobierno, no quiere volver a defraudar a sus fieles. Parece que esta vez lo ha logrado.
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