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Enero de 2013, reunión de vecinos: el último rastro de Antonio Famoso, muerto en su casa de Valencia

El caso del hombre hallado en su domicilio 12 años después de fallecer recuerda a otros sucedidos en marzo y agosto en Madrid

Elena Reina

Los dos se llamaban Antonio. A los dos los encontraron en macabras circunstancias: sus cadáveres, devorados por animales. En la absoluta soledad de sus casas, desplomados en la cama o en el pasillo. En edificios rodeados de vecinos. Tenían una edad similar cuando fallecieron: entre 70 y 74 años. Uno estuvo muerto 15 días en marzo en un piso del barrio de Arganzuela (en Madrid) sin que nadie se diera cuenta y de su cuerpo se alimentó su perro. Otro, muerto 12 años, momificado ya, sepultado por excrementos de ave y decenas de palomas, encontrado este sábado en el barrio de Fuensanta (en Valencia). Al primero, lo echaron en falta en el bar a las dos semanas. Del segundo solo se han percatado hasta que una gotera de agua turbia y maloliente cayó sobre el dormitorio de una vecina.

Antonio Famoso hubiera tenido 86 años hoy, nacido en Malagón (Ciudad Real, 7.754 habitantes). Y ahora, en el número 6 de la calle Luis Fenollet de Valencia, apenas lo recuerdan. Su vecina de en frente, Sole, de una edad similar, con la que compartió rellano durante décadas, cuyo balcón está pegado al de Antonio, no se explica cómo pudo estar tantos años conviviendo con el cadáver de su vecino y un palomar sin darse cuenta. “Yo no me enteré de nada. Pensaba que se habría ido a una residencia”, comenta este martes desde el portal. Las ventanas abiertas del balcón mueven los toldos verdes de una vivienda que todavía hoy no tiene dueño. Que ni siquiera saben si lo tendrá, ni quién será el encargado de limpiar el vertedero que ha quedado en la última planta del edificio, pues por el momento ninguno de sus dos hijos ha contactado al administrador de la finca, según ha asegurado este a EL PAÍS, y no saben si aceptarán el piso como herencia.

La muerte de Antonio Famoso sigue siendo un enigma. En el Instituto de Medicina Legal de Valencia no han podido concluir todavía las causas de su fallecimiento, aseguran. La Policía Nacional ha descartado, por el momento, que se tratara de un homicidio. Y el misterio se agranda más aún cuando se desvela que, tal y como ha asegurado el administrador a este diario, estaba al corriente de todos sus pagos de la comunidad. “No pusimos ninguna denuncia por desaparición porque pagaba todas las deudas. Unos 120 euros al trimestre, más o menos. Se ve que seguía cobrando la pensión”, cuenta Alejo Pérez.

Última constancia de vida

Pérez es la única persona que tiene una constancia por escrito de su última presencia en algún sitio. Un acta de una reunión de propietarios de enero de 2013 registra su asistencia. De manera que, a falta de una necropsia que determine también la fecha de muerte, Antonio Famoso estuvo vivo hace 12 años y nueve meses. “En enero de 2014 ya no vino”, asegura. Pérez ha estado revisando las actas de un edificio que se ha convertido estos días en el epicentro de la soledad extrema que sufren miles de personas en el país.

Los vecinos alertaron al menos en dos ocasiones de la ausencia de Antonio, asegura el administrador y han confirmado también algunos de ellos. En 2015, Pérez recuerda haber avisado a la policía de que no lo localizaban, pero no puso una denuncia. Sole recuerda que unos agentes se acercaron a la puerta y “no hicieron nada más porque dijeron que no podían entrar”. Hace “cuatro o cinco años”, recuerda Pérez, los vecinos solicitaron al cuerpo de bomberos que cerrara las ventanas del balcón, por donde se colaron las palomas que acabaron con sus restos, por miedo a que se inundara el piso y afectara a la comunidad. “Pero también nos dijeron que no podían hacer eso”, señala Pérez.

Y pasaron los años. Doce. Y nueve meses. Cuando la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, fue hallada muerta en un hotel del centro de Madrid, Antonio Famoso ya llevaba tres años muerto. Cuando Pedro Sánchez tomó por primera vez posesión como presidente del Gobierno, Antonio Famoso llevaba cinco años fallecido. Las ventanas de par en par, los toldos verdes bailando. Y nadie, en todo este tiempo en el que han llegado nuevos vecinos que ni siquiera lo conocieron, se dio cuenta de que ahí, al cruzar el último umbral del edificio, estaba su cadáver.

Las intensas lluvias de estos días, que pusieron de nuevo en alerta a la Comunidad Valenciana, encharcaron la terraza. Y el agua se acabó filtrando hacia los pisos de abajo, inundó la puerta 12, donde yacía Antonio. Y continuó cayendo hacia abajo. Hasta que un vecino, que había perdido el contacto con Antonio en 2010, llamó al seguro para comunicar una filtración por la inundación de la azotea.

Cuando el sábado a las 16.17 horas los bomberos se colaron por la ventana de su piso, en la sexta planta de un desgastado edificio, todos se sorprendieron del macabro hallazgo. En uno de los dormitorios de la vivienda, de unos 100 metros, reposaba el cadáver de Antonio. Estaba vestido, rodeado de palomas muertas, cartones de leche, insectos y rodeado de excrementos.

Los dos Antonios vivían solos. No se llevaban del todo bien con su familia, según comentan los vecinos. Antonio Famoso tiene dos hijos, según ha podido comprobar este diario con fuentes municipales. Uno de ellos es policía local y ya ha prestado declaración en el juzgado que lleva el caso de la misteriosa muerte de su padre. Fuentes cercanas han asegurado a este periódico que no quiere hacer ningún tipo de declaración. Su otra hija, recuerda Sole, trabajaba hace años en el Hospital General de Valencia.

El 8 de agosto, en el último piso de un bloque de la calle Ciudad Real de Madrid, un equipo del Samur Social preguntaba a los vecinos por el paradero de uno de ellos. También de 76 años. Que vivía solo. Que no tenía ningún contacto de emergencia. Que dos días antes había sido atendido por una ambulancia al encontrarlo vomitando en el parque del Retiro. Que cuando llamaban a su teléfono sonaba del otro lado de la puerta. Los bomberos accedieron por una ventana abierta, otra ventana abierta. Y no lo encontraron. Dos horas después, el vecino regresó como si nadie lo hubiera buscado toda la tarde. “¿Y por qué entraron así?, ¿de verdad que pensaron que estaba muerto?”, le preguntó sorprendido a esta vecina que escribe. Otra vecina mayor que él, que vive sola, dejó a partir de entonces el contacto de una amiga a toda la planta: “Si algún día me pasa algo, si no abro la puerta, podéis llamar aquí”.

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Sobre la firma

Elena Reina
Es reportera de la sección de Nacional. Antes trabajó ocho años en la redacción de EL PAÍS México, donde se especializó en temas de narcotráfico, migración y feminicidios. Es coautora del libro ‘Rabia: ocho crónicas contra el cinismo en América Latina’ (Anagrama, 2022) y Premio Gabriel García Márquez de Periodismo a la mejor cobertura en 2020.
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