Operación construir un puente sobre el Duero contra el aislamiento en San Esteban de Gormaz
La localidad soriana tiene cortado su paso sobre el río por un derrumbe y busca opciones para las poblaciones aisladas


La escasez de infraestructuras en las tierras despobladas convierte un puente cortado en un desafío para las comunicaciones de un espacio más grande que Malta. La localidad soriana de San Esteban de Gormaz (3.000 habitantes) cuenta con un territorio administrativo de 407 kilómetros cuadrados, más que la isla mediterránea. El río Duero surca la zona y corta el núcleo de San Esteban en su parte sur, donde apenas un puente medieval conecta el pueblo, cabeza de comarca, con las pequeñas localidades cercanas, así como con el tráfico ligero y pesado del sur provincial hacia Segovia o Madrid. La reciente crecida del Duero y la endeblez del paso ha supuesto un daño estructural que mantiene cortado el puente desde hace una semana: el Ayuntamiento insta al ministerio de Transportes a construir un cruce alternativo, Ejército mediante, y a mejorar las comunicaciones futuras mientras los sorianos dan largos rodeos a la espera de soluciones.
La configuración de San Esteban de Gormaz convierte al puente centenario sobre el Duero, conocido por sus 16 ojos sobre el agua, en un enclave indispensable para la vida y negocios del municipio y del oeste de la provincia. La carretera nacional 110, que enlaza Soria con Extremadura, tiene en ese puente la única conexión hacia el interior de Soria, ahora imposibilitada después de un desprendimiento y que los técnicos confirmaran fallos “estructurales” que impiden atravesarlo en cualquier vehículo.
Los conductores, tanto transportistas con mercancías norte-sur como los residentes de las localidades de la zona que quieren llevar a los niños al colegio o ir al médico, deben girar o hacia Aranda de Duero (Burgos, oeste) o hacia Almazán (Soria, este) en trayectos que alargan entre 30 y 40 minutos el recorrido, inasumible para el comercio o las necesidades básicas y emergencias.
La situación lleva así desde el pasado lunes, fruto del aumento del caudal del Duero. Parte de una acera colapsó y los estudios posteriores decretaron el cierre por la inseguridad de la vía. Desde entonces se han reunido el Ayuntamiento, la Diputación, la subdelegación del Gobierno y Transportes en busca de soluciones. El ministerio envió un comunicado donde contemplan varias acciones: la “estabilización” para recuperar la circulación y después una “actuación de mayor envergadura” para “la reparación definitiva”.
La Demarcación de Carreteras del Estado ha comunicado al alcalde que se está estudiando la opción del puente provisional construido por los militares. Para ello, haría falta ocupar temporalmente, parcelas de titularidad privada en la zona del puente, zona norte y zona sur. pic.twitter.com/5etCZhHf1T
— Ayuntamiento de San Esteban de Gormaz (@Ayto_SEG) March 18, 2025
En paralelo, se sopesa reclutar al regimiento de Pontoneros y Especialidades de Ingenieros número 12 del Ejército de Tierra, especialistas en estas infraestructuras, para levantar un puente provisional y recuperar el uso de la N-110 y su tráfico ordinario, este con un plazo de más de dos meses si se aprueba. Este recurso permitiría trabajar completamente en el original, el medieval, dando opciones a los habitantes. Los planteamientos a falta de ejecución frustran al alcalde, Daniel García (PP), que reclama medidas rápidas y pide que el ministerio o la subdelegación agilicen los trámites y pongan cuanto antes al Ejército a levantar un paso.
De fondo, un requerimiento: “No me gusta eso de la España Vaciada, nosotros apostamos por una vida diferente, pero tenemos los mismos derechos que en las ciudades. Pedimos una alternativa real del siglo XXI, no podemos fiar el tráfico de la N-110 a un puente medieval, debería quedar solo para tráfico ligero o viandantes”. García sugiere aprovechar la incidencia para construir de una vez un desvío para el tráfico, particularmente el pesado, y aliviar a San Esteban del paso frecuente de camiones: “Como no ha habido daños personales se valora menos”.
El colapso de esa parte dañada del puente ha hecho perder “un 35% de facturación” a algunas de las empresas locales, con menos demanda y con más gastos para moverse por los alrededores. Peor todavía en caso de emergencia al otro lado del Duero: los trayectos de cinco minutos ahora son 45 y los buses escolares requieren una hora para un puñado de kilómetros. “Vamos a poner una ambulancia y un coche de bomberos al otro lado”, anuncia el regidor, para intentar asegurar los servicios.
Los efectos del caudaloso Duero los siente a diario Daniel Heras, de 36 años. Vive en San Esteban, pero gestiona dos empresas al otro lado del cauce y los tránsitos de dos minutos se convierten en tres cuartos de hora por carreteras estrechas, llenas de baches y por donde no caben dos camiones en direcciones contrarias. Todo mal: su empresa hace manufacturas metálicas y trabaja con ventanas, que a poco que topan con una de las habituales jorobas en la calzada pueden romperse.
Heras también dirige una bodega en el pequeño Aldea de San Esteban y allí sufre las dificultades con los envíos y la logística: las compañías, cosa que entiende, “intentan acumular pedidos para hacer envíos al otro lado del puente y no dar esa vuelta para unas cajas porque pierden dinero”. Ese extra repercute en el cliente, además de la gasolina de tanto movimiento y más tiempo. “En las pequeñas pedanías hay gente muy envejecida, con cualquier urgencia sanitaria o incendios tardamos demasiado”, denuncia el soriano, quien narra un truco aplicado por los lugareños para adaptarse al problemón: dejar un coche a cada lado del puente y cruzarlo andando para luego conducir a donde corresponda… inviable para las empresas que siguen sufriendo por algo que en una ciudad apenas sería una molestia, pero que en los pueblos desatendidos supone semanas y meses de trastorno.
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