La procesión magna se celebra en Sevilla con polémica por la ‘ley seca’ que elimina veladores
La ciudad espera un millón de visitantes y el alcalde pide a los hosteleros “responsabilidad” para que abran sus bares y restaurantes
La procesión magna, compuesta por ocho pasos procedentes de Sevilla y tres pueblos de su provincia, iba a ser este fin de semana una celebración cofrade con un millón de visitantes esperados y un paseo triunfal para el alcalde, José Luis Sanz (PP). Pero la declaración de la conocida como ley seca, que prohíbe los veladores en el centro histórico para evitar altercados y facilitar el tránsito por las aceras, ha provocado que los hosteleros se hayan alzado contra las restricciones impuestas por el enorme aluvión de fieles que 2.000 policías intentarán contener y dirigir.
La procesión clausura el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular -tras el primero celebrado en 1999-, pero al margen de su relevancia religiosa, la capital andaluza mide su impacto económico, ya que los turistas que suelen visitarla en el puente de la Constitución se multiplicarán esta vez por más de un cero.
Tras la imposición de las restricciones que garanticen la seguridad ciudadana este fin de semana, los hosteleros avanzaron que decenas de bares y restaurantes “no podrán abrir al público por las condiciones de seguridad impuestas y desmedidas regulaciones del Ayuntamiento”. “No es solo una cuestión de merma económica o nula rentabilidad, sino de poder dar un servicio en las condiciones adecuadas”, se quejó la patronal hostelera, que hizo un sondeo entre sus asociados para saber cuántos se planteaban cerrar el próximo domingo ante “las limitaciones”.
Tras recordar que la prioridad es la seguridad ciudadana, el alcalde recogió cable y pidió “perdón por las molestias” a los hosteleros, a los que pidió " un poco de generosidad” para que abrieran sus establecimientos. Esta semana ya ha habido bares que ante la desmedida afluencia prevista han anunciado que no abrirán sus puertas. Nadie sabe con certeza qué pasará este fin de semana porque nunca antes se ha celebrado una procesión a la que puedan acudir tantos fieles en solo dos días. En la madrugá de 2017 se produjo una estampida que provocó accidentes y en general las masificaciones con cientos de miles de personas en calles tan estrechas como las del centro de Sevilla conllevan un peligro, aunque la policía suele solucionarlos con destreza.
“No solo son un importante motor económico de Sevilla, sino también imagen de la ciudad”, les recordó Sanz a los hosteleros. “La previsión de casi un millón de personas en la zona de influencia de la procesión Magna se puede desbordar, por lo que las medidas tomadas no hay más remedio que adoptarlas”, se disculpaba el regidor sobre el impacto que tendrá en las cuentas de los hosteleros y para apaciguar los ánimos, antes de aclarar que no había marcha atrás.
La batalla del Ayuntamiento con los hosteleros por la Magna se ha sumado a la polémica por la subvención directa “de carácter excepcional” de 600.000 euros que la Junta andaluza ha dado a la celebración del II Congreso de Hermandades y Cofradías que la organiza, y que ha motivado el profundo rechazo del sector. Las artes andaluzas llevan años escuchando la excusa del Ejecutivo autonómico de que hay recortes, y han mostrado su “estupefacción” ante una ayuda directa bajo la excusa de que hay remanentes.
Cuando estaba en la oposición, Sanz hizo bandera de poder tomar cervezas en plena acera en el casco antiguo bajo el lema “los tanques a la calle” [en referencia al tamaño de las cervezas]. Ahora los empresarios se lo han recordado: “Extraña ver cómo un Gobierno municipal que tanto condenó las medidas adoptadas por el anterior Ejecutivo, no solo las replica, sino que continúa viendo en la hostelería la causa de cualquier hipotético incidente que pueda ocurrir (…) Es inconcebible que algunas medidas impuestas, como obligar a la presencia de una persona en la puerta de los establecimientos para controlar la salida de comidas y bebidas, sea exclusivamente para los hosteleros”.
Entre las imágenes religiosas que desfilarán por las calles sevillanas figuran la Macarena, la Esperanza de Triana o el Gran Poder, además de las patronas de las localidades de Lora del Río, Utrera y Dos Hermanas. Las procesiones comenzarán el sábado a las 15.00 y acabarán el lunes de madrugada. Para evitar que las imágenes choquen con el alumbrado navideño, el Consistorio ha decidido retirar todas las luces del itinerario a una altura inferior a los seis metros de altura. El plan especial de seguridad diseñado prevé blindar la ciudad durante los tres días y los visitantes equivaldrán “al triple de personas que acude a Sevilla un Domingo de Ramos, sin la dispersión de los barrios”, según la estimación del delegado municipal de Fiestas Mayores, Manuel Alés.
Para garantizar la seguridad trabajarán en total 2.000 agentes de la Policía Local, Nacional y de la Guardia Civil, que intentarán que todo discurra según el guion procesional previsto, al que se sumará el partido de fútbol entre el Betis y el Barcelona en el estadio Villamarín. “Si acudes con niños, no los sueltes de la mano y apunta tu teléfono móvil en su brazo o en su mano”, recomendaba este jueves la policía en un vídeo difundido.
En el centro, para evitar altercados y que la gente pueda caminar sin trabas, estará prohibido el uso de sillas portátiles o cualquier otro elemento que dificulte el paso en las calles de la llamada carrera oficial o las aledañas. En paralelo, el servicio municipal de autobuses aumentará en un 40% el sábado respecto a la frecuencia habitual y un 80% el domingo. También la empresa municipal de limpieza hará una campaña especial con 170 trabajadores en los entornos de las iglesias de donde salen las imágenes, sobre todo para limpiar la cera que las hermandades dejan sobre el suelo, gracias a cinco máquinas especializadas y baldeadoras.
El Ayuntamiento ha previsto grandes aparcamientos en el perímetro de la ciudad con una oferta de unas 20.000 plazas para turismos y autobuses, además de líneas lanzaderas desde estos aparcamientos hacia el centro. En las instalaciones de Turismo de la calle Marqués de Contadero se montará un “hospital municipal” para atender posibles incidencias. Durante la Magna, los vecinos del centro y el barrio de Triana no podrán acceder ni salir con sus coches a garajes privados y públicos.
En Sevilla hay un debate sobre el exceso de procesiones que cada año pueblan sus calles y que en 2023 fueron una media de dos al día. En ese contexto, la celebración de la Magna dividirá a los vecinos del centro histórico, algunos de los cuales disfrutarán de unas calles engalanadas y con ocho pasos casi al unísono, y otros pasarán el fin de semana encerrados en casa o fuera de la ciudad para evitar las multitudes.
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