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De la Armada a la muerte en la guerra de Ucrania: el rastro perdido del soldado Antolín

La desaparición y supuesto fallecimiento de un infante de Marina desertor en San Fernando conmociona al municipio cántabro de Los Corrales

Jesús A. Cañas
Ejercicios realizados en el Cuartel General de la Fuerza de Infantería de Marina (FIM) y a la Brigada de Infantería de Marina (BRIMAR), en San Fernando (Cádiz), en una foto de archivo.
Ejercicios realizados en el Cuartel General de la Fuerza de Infantería de Marina (FIM) y a la Brigada de Infantería de Marina (BRIMAR), en San Fernando (Cádiz), en una foto de archivo.Román Ríos (efe)

Una fecha, el 25 de diciembre. Y tres documentos oficiales —el pasaporte, la tarjeta de identificación militar y el carné de conducir— entregados como fe de un fallecimiento. Todo es un misterio en la vida del joven cántabro Sergio Antolín en el lapso que va entre el pasado día de Navidad y la presentación de esa documentación en estos días. El joven de 21 años ha pasado de ser un infante de Marina desaparecido en la localidad gaditana de San Fernando para marcharse a luchar al frente de la guerra de Ucrania a, supuestamente, haber fallecido en el frente en unas circunstancias que ya investiga bajo secreto la Guardia Civil de Cádiz.

Los Corrales de Buelna, el municipio cántabro en el que nació y en el que su familia es conocida, amanecía conmocionado ante la noticia sobre su muerte adelantada este jueves por el periódico Diario de Cádiz. El fallecimiento ha sido notificado a la Armada esta misma semana por otro militar español que declaró haber luchado en la guerra de Ucrania a su lado, según confirman fuentes cercanas al caso. Ese colega ha entregado el carné de conducir, el pasaporte y la tarjeta de identificación militar del joven como pruebas del supuesto deceso y para que sean remitidas a su familia. En la localidad cántabra, sus allegados y conocidos, que apenas tenían unos pocos detalles del paradero del joven, desconocían su trágico final, según explica Daniel García, delegado del Club Atlético Corrales, del que participó Antolín en dos temporadas.

Hasta su desaparición, Antolín era solo un joven soldado más en la Brigada de Infantería de Marina Tercio de Armada (TEAR) de San Fernando (Cádiz). Llegó ahí después de los tres meses de instrucción que realiza cualquier infante de marina en Cartagena. “Estaba en su compromiso inicial de tres años”, explican desde la Comandancia General de la Infantería de Marina de esta ciudad. Se confundía entre los más de 2.500 militares que, en los descansos, copan las cafeterías, peluquerías o estancos de los alrededores del cuartel del TEAR y en los que este viernes nadie se acordaba de él, ni de su misteriosa desaparición. “No sé nada de él y mira que por aquí hasta han parado los militares ucranios que han venido a formarse. Pero no sabía que había un infante que se fue para allá”, reconoce sorprendido el tendero de una tienda de alimentación ubicada a pocos metros de la entrada del cuartel.

El joven pidió en septiembre una excedencia de tres meses por asuntos propios que vencían el pasado día de Navidad. No se presentó y la Armada, siguiendo su normativa, denunció su desaparición y comenzó el trámite ante un juzgado militar para declararle desertor, como explican desde la Comandancia. De forma paralela, la Guardia Civil se encargó de las pesquisas para conocer su paradero y cotejó el rastro de su pasaporte, que dejó huellas de haber pasado por distintos países europeos, camino del frente de Ucrania. “Su madre no sabía nada. La noticia de su desaparición llegó aquí en enero y que estaba en el frente quizás en febrero o marzo”, apunta García al otro lado del teléfono.

Apenas se sabía qué motivaciones llevaron a Antolín a desertar de la Armada para acabar en el frente de la guerra de Ucrania con Rusia. En abril, el periódico El Español publicó un reportaje con fotos del soldado —que llevaba un característico tatuaje de unas alas en su cuello— en el que narraba el deseo del joven de conocer de primera mano la experiencia de un conflicto bélico. “La familia ha ido teniendo información de cómo y dónde estaba por periodistas de guerra que le han dado señas”, añade García.

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“Todo esto es muy fuerte”, acierta apenas a valorar el delegado del Club Atlético Corrales. Por esas instalaciones pasó un adolescente Antolín en las temporadas que van de 2013 a 2015, acompañado de su hermano, que hoy también es militar. “Les recuerdo como dos chicos muy normales, deportistas y aplicados que venían del balonmano”, añade García sobre el chico, que nació en julio de 2002. El delegado es uno de los pocos que sabe dar alguna pista del joven en la localidad de Los Corrales de Buelna (10.900 habitantes), donde la noticia ha pillado a muchos por sorpresa.

El alcalde, Julio Arranz, asegura que no sabían nada de su convecino y ni siquiera tenía constancia de su presencia en el frente de Ucrania. Portavoces de la subdelegación del Gobierno en la región ratifican este desconocimiento general sobre la situación de la víctima. EL PAÍS ha confirmado que el Ministerio de Exteriores tampoco manejaba información sobre la situación de este ciudadano español y su presencia en Ucrania, informa Juan Navarro.

La Guardia Civil de Cádiz confirma que el instituto armado mantiene abierta una investigación secreta para intentar averiguar el momento y las circunstancias de la muerte, aunque han negado aportar más detalles. También se desconoce el paradero del cadáver, en un fallecimiento que, por sus circunstancias, suele ser investigado por la Audiencia Nacional. Sin embargo, al mediodía de este viernes, fuentes judiciales de la institución explicaban que, por ahora, no habían comunicado información alguna del caso del joven al juzgado de guardia de la Audiencia. Esas pesquisas se antojan ahora fundamentales para poder reconstruir los últimos cinco meses y medio de misterio en la vida del soldado Antolín.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.
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