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Sumar pidió reforzar la credibilidad del CIS antes de autorizarle otros cuatro millones de euros

La vicepresidencia de Yolanda Díaz hizo duras observaciones sobre el trabajo del centro público de encuestas, aunque el Consejo de Ministros acabó concediendo el suplemento de crédito

La vicepresidenta segunda del Gobierno y líder de Sumar, Yolanda Díaz, junto al director del CIS, José Félix Tezanos, en un acto público en Madrid en julio de 2022.
La vicepresidenta segunda del Gobierno y líder de Sumar, Yolanda Díaz, junto al director del CIS, José Félix Tezanos, en un acto público en Madrid en julio de 2022.MARISCAL (EFE)
Carlos E. Cué

Las criticas al trabajo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el organismo público que elabora encuestas, no vienen solo de la oposición política y de numerosos expertos, que reprochan la caída en la credibilidad de sus sondeos desde que lo preside el socialista José Félix Tezanos. El cuestionamiento ha llegado también al corazón del Gobierno. Incluso algunos socialistas critican en privado las encuestas del CIS, que sobrevaloran sistemáticamente en intención de voto al bloque progresista, pero ha sido Sumar —a través de la Vicepresidencia Segunda del Ejecutivo, dirigida por Yolanda Díaz— quien ha mostrado esos recelos abiertamente y de forma oficial. El departamento de Díaz ha reclamado cambios profundos para recuperar una credibilidad que ve “debilitada en los últimos cinco años”, esto es, desde la llegada de Tezanos al organismo.

Lo hizo hace dos semanas, en las observaciones registradas en la comisión de subsecretarios y secretarios de Estado, el foro que prepara los asuntos que después van al Consejo de Ministros. La Moncloa había decidido otorgar al CIS de manera discreta un suplemento de crédito de cuatro millones de euros que el instituto reclamaba para poder hacer frente a un aumento imprevisto de encuestas como consecuencia de la concatenación de elecciones —gallegas, vascas y catalanas, las tres adelantadas, y europeas—. Según fuentes del CIS, en realidad se trataba de una autorización para utilizar remanentes de tesorería de años anteriores.

Sumar aprovechó esta solicitud para hacer unas observaciones muy críticas, a las que ha tenido acceso EL PAÍS, y reclamar que, antes de entregarle ese dinero al CIS, el Gobierno exigiera un cambio importante de su estrategia, su planificación y su método para recuperar la credibilidad del organismo.

El sector socialista del Ejecutivo siguió adelante con lo previsto y el Consejo de Ministros aprobó el pasado 14 de mayo esos cuatro millones extra para el CIS, sin atender a las recomendaciones de Sumar. Según fuentes del sector socialista, la cuestión pasó inadvertida y no hubo debate sobre el CIS en la comisión de subsecretarios. Las observaciones quedaron, sin embargo, por escrito en los canales oficiales del Gobierno y son una muestra de que el malestar con la actual gestión del CIS ya no es solo una cuestión de comentarios de pasillo, cada vez más frecuentes, sino también algo que se discute oficialmente en el Gobierno. La última encuesta del organismo público ha pronosticado que el PSOE sacará cinco puntos de ventaja al PP en las elecciones europeas, algo que ni siquiera los socialistas más entusiastas ven factible.

Pedro Sánchez mantiene su confianza en Tezanos, cuyo cargo fue renovado automáticamente cuando se formó el nuevo Gobierno el año pasado. La portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, defendió la continuidad de Tezanos porque, en su opinión, es “el sociólogo que acierta en las encuestas”, a pesar de que los expertos señalan insistentemente que sus sondeos sobreestiman casi siempre a la izquierda. El catedrático de Sociología, militante del PSOE, dirige el CIS desde 2018. Cuando fue nombrado era miembro de la Ejecutiva del PSOE y pretendía mantenerse en ese cargo, pero finalmente dejó su puesto de responsable de Estudios y Programas en la Ejecutiva del partido por las presiones de la oposición.

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En las observaciones de Sumar, la Vicepresidencia Segunda recuerda que el CIS “históricamente ha sido una institución pública de gran prestigio doméstico e internacional”. Y ahí empiezan las críticas. “Este patrimonio consagrado las últimas décadas se ha visto notoriamente dañado por una serie de decisiones concretas los últimos cinco años que tanto la opinión pública y, más concretamente la academia sociológica, han expresado reiteradamente”.

El texto enumera los problemas de credibilidad que critican los expertos. “El significativo sesgo partidista (en las últimas 37 elecciones estudiadas por el CIS, en todas menos en una existió una sobrestimación del voto en una misma dirección ideológica). Las decisiones metodológicas difícilmente defendibles (como la ruptura de series históricas que dificulta sobremanera el estudio histórico de tendencias, comportamientos, opiniones de la sociedad)”.

“La estrategia (o la ausencia de esta) de los últimos años ha debilitado enormemente la imagen, credibilidad y, sobre todo, la capacidad que debería tener el CIS para liderar una potenciación de las infraestructuras estadísticas que tanto necesita nuestro país para conocer los retos que afrontar, las políticas públicas que diseñar y evaluar, y los cambios sociales que se producen soterradamente en la sociedad”, prosigue el documento de Sumar.

El texto se detiene especialmente en la polémica encuesta flash que hizo el centro a finales de abril para testar la opinión de la ciudadanía sobre la carta abierta del presidente del Gobierno en la que anunciaba que estaba meditando su dimisión. El texto habla de “decisiones cortoplacistas, de claro carácter partidista y profundo cuestionamiento demoscópico”, y recuerda que se dedicaron hasta diez preguntas de esa encuesta a conocer lo que pensaban los ciudadanos de la carta del presidente.

Las observaciones proponían condicionar ese suplemento de crédito de cuatro millones a cambios profundos en el CIS: “El presupuesto para el CIS, así como suplementos de crédito eventuales, deben estar condicionados a una actividad demoscópica de calidad, que huya del protagonismo mediático y se desprenda de la actualidad política. La razón de ser de cualquier instituto de opinión pública está en estudiar las transformaciones de largo calado de la sociedad con orientación académica, no en alimentar una esfera mediática ya sobrecargada de estimaciones y cuestiones de actualidad que, en muchos casos, adolece de relevancia. Es lo que la ley 39/1995 marcó como espíritu del CIS y a la que debería volverse”.

Sumar planteaba que el CIS se concentre en encuestas más de fondo y menos de coyuntura, como hacen otros institutos europeos similares. “Es esencial pasar de la fragmentación de pequeñas y arbitrarias encuestas a una calendarización de barómetros sobre temas que vayan más allá de la coyuntura social o política del momento”, señalan las observaciones. “El hecho de tener que acudir a la vía del suplemento de crédito para financiar la actividad ordinaria del CIS evidencia hasta qué punto su actividad adolece en estos momentos de la necesaria planificación, estrategia académica y, en consecuencia, calidad demoscópica. Por ello consideramos que las dotaciones presupuestarias del CIS deben estar condicionadas a una estrategia mejor, que incluya un proceso de escucha activa con el mundo académico y una mayor transparencia”, remataban las observaciones, que no fueron atendidas.

El suplemento de crédito fue concedido, aunque esos cuatro millones no figuraron en la referencia pública del Consejo de Ministros que se publicó ese día 14. La cuestión pasó así de forma discreta, pero las observaciones de Sumar muestran el mar de fondo con el CIS que hay no solo en la oposición y algunos aliados de la mayoría parlamentaria, sino también dentro del Gobierno.

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