Los socios independentistas reclaman a Bolaños más coraje para la “plurinacionalidad” de España
El ministro equipara la apuesta del Gobierno en Cataluña con la transición y respalda a García-Castellón ante las críticas de Junts y ERC
En la comisión Constitucional donde compareció este jueves el ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, para explicar los planes de su departamento para toda la legislatura, se enfrentó a dos bloques políticos muy enquistados: los partidos nacionalistas socios de investidura del Gobierno le reclamaron más “valentía y coraje” para reformar la Constitución y avanzar “en la plurinacionalidad de España” y la derecha del PP y Vox le retrató como el Rasputín de Pedro Sánchez para facilitar con la amnistía la división del país. Bolaños no se alteró. Defendió tanto la amnistía para la reconciliación de Cataluña y la continuidad de España que equiparó sus bondades con los méritos de la transición y defendió sin fisuras la profesionalidad de todos los jueces y también del magistrado Manuel García-Castellón ante los ataques que recibió de Junts y ERC.
El superministro Bolaños se presentó en la comisión Constitucional del Congreso preparado para un largo y duro debate porque entre sus competencias actuales entran prácticamente todos los asuntos más conflictivos de la agenda política nacional. Fueron cuatro horas y cuarto de exposición. El ministro esbozó primero sus objetivos generales y legislativos, con la máxima de mucho diálogo para lograr más empleo, más derechos y una mejor convivencia en el país, y se sometió al interrogatorio de los demás partidos.
Los portavoces de las formaciones independentistas aliadas del Ejecutivo, primero EH Bildu y luego Junts y ERC, expusieron como habitualmente sus temores a cualquier invasión de competencias del Gobierno central, a que no se transfieran las que quedan pendientes e insistieron sobre sus recelos a que el PSOE comprenda y acepte un nuevo modelo territorial y plurinacional del Estado. La portavoz abertzale, Mertxe Aizpurua, constató que cada vez hay mayor presencia soberanista en Cataluña, Euskadi, Navarra y Galicia y de esos territorios en el Congreso y alentó al ministro “a no mirar para otro lado” y a dar cauce a esas necesidades para conseguir una nueva relación entre esas demandas y el Estado.
Por ese caminó se adentró el portavoz en la comisión de ERC, Francesc Marc Álvaro, que exhortó así a Bolaños a abordar con “más valentía, un enfoque más corajoso, perspectiva histórica y mirada larga y estratégica” ese problema que según su criterio es algo más que de “convivencia” y que llamó a encarar desde un punto de vista político “no tacticista”. Álvaro y Aizpurua defendieron que la Constitución es una buena herramienta, pero “no sacralizada”, y que puede tocarse y mejorarse.
Fue Francesc Marc Álvaro, fan de Adolfo Suárez, el que empezó por hablar del próximo 50 aniversario de la muerte de Franco, para pasar a reflexionar sobre la transición, la legalización del PCE y la llegada de Josep Tarradellas, para demandar especialmente del actual presidente, Pedro Sánchez, ese tipo de “actitud arrojada” ante el momento actual en Cataluña. Bolaños le respondió más tarde que él también admira mucho a Suárez y fue ahí cuando equiparó los méritos de la transición con la apuesta del Gobierno de Sánchez ahora en Cataluña.
La diputada de Junts, Marta Madrenas, tenía articulado todo un discurso sobre las injerencias centralistas, pero lo reconstruyó para apuntar casi toda su intervención contra la independencia del juez de la Audiencia Nacional, Manuel García-Castellón, al que descalificó como “diva”. Madrenas acusó al magistrado que lleva la instrucción del caso Tsunamic de “romper los principios básicos de la Justicia y Constitución” y lo justificó con una intervención suya, que se ha viralizado estos días en las redes sociales, en la que se vanagloria de haber mentido a las autoridades francesas para conseguir una cooperación judicial cuando era juez de enlace en ese país durante la etapa del Gobierno de José María Aznar. El portavoz de ERC también se sumó a esos ataques personales contra “el revoltoso” García-Castellón, lo que obligó al ministro a defenderle directamente y a todos los jueces.
La portavoz del PP en la sala, Cayetana Álvarez de Toledo, pintó un retrato de Bolaños, en nivel, fondo y formas, como la antítesis de los siete padres de la Constitución encuadrados en el frontispicio de la comisión más importante del Congreso y metió en su discurso todos los asuntos polémicos con los que los populares machacan a diario al Gobierno. Sobre la ley de amnistía auguró de nuevo que ningún juez la aplicará, que será inconstitucional y se mofó de las comparaciones con la transición que había esbozado Bolaños. La diputada de Vox, Lourdes Méndez Monasterio, enhebró en su exposición todas las críticas que le cupieron sobre Sánchez, Bolaños, la amnistía, los reivindicaciones del campo, el uso de los pinganillos en el Congreso, la ley del aborto o la eutanasia.
Bolaños opinó que Álvarez de Toledo fue “más ultra que la ultraderecha de Vox” y la diputada popular ubicó al ministro “en la ultratumba”. El ministro esgrimió ante los socios nacionalistas y separatistas todos los logros, reformas y avances ya pactados y ejecutados de la anterior legislatura y prometió más mejoras sociales, transversales y pactadas. Y a los críticos de Vox y del PP contra la amnistía les reafirmó que saldrá adelante, que será constitucional, que seguirá la senda de las 52 aprobadas en Alemania sobre el mismo modelo constitucional o las 60 impulsadas en varios países de la Unión Europea. Y terminó con toda una proclama: “Hoy la cohesión social y territorial está mejor que en la última década”.
Casi al final de la sesión, el presidente de la comisión, el socialista José Zaragoza, estuvo a punto de expulsar de la sala al diputado del PP, Rafael Hernando, que no había estado durante la sesión pero que entró y protagonizó un incidente tras proferir desde su escaño varias expresiones contra el ministro sin estar en el uso de la palabra. Zaragoza le llamó al orden tres veces, luego ordenó su expulsión, el diputado se negó a salir y el presidente le permitió quedarse si mejoraba su comportamiento.
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