Vidal-Quadras, el ‘outsider’ de la derecha en el punto de mira de Irán
El fundador de Vox y exdirigente del PP catalán preside una red internacional de apoyo a la oposición al régimen de los ayatolás
Karl Marx escribió que la historia se repite, “la primera vez como tragedia y la segunda como farsa”. Cuando el jueves se supo que Alejo Vidal-Quadras, fundador de Vox y exlíder del PP catalán, había sido herido de un tiro en la mandíbula en el centro de Madrid, muchos recordaron el asesinato del diputado monárquico José Calvo Sotelo en julio de 1936, cinco días antes del golpe de Estado que desencadenó la Guerra Civil. En noviembre de 2023, en un clima político inflamado, con las sedes del PSOE cercadas cada noche por manifestantes contrarios a la amnistía al procés que gritan “Pedro Sánchez, muérete”, no pocos temieron que la sangre de Vidal-Quadras pudiera ser el combustible que desatase otro gran incendio.
En la concentración contra la amnistía celebrada horas después ante la sede de la Comisión Europea en Madrid, se leyó el último tuit del político catalán, escrito poco antes de recibir el disparo. En él, Vidal-Quadras calificaba de “infame” el pacto entre Sánchez y Carles Puigdemont por el que, a cambio de los votos de Junts para la investidura del primero, se presentará en el Congreso una proposición de ley para borrar los delitos del movimiento independentista en Cataluña desde 2013. Conmocionados aún por la noticia del atentado, los 1.500 manifestantes congregados en el Paseo de la Castellana empezaron a corear: “¡Alejo somos todos!”.
Desde el primer momento, su entorno más cercano llamó a conservar la calma y a no apresurarse a señalar culpables. Quienes le conocen bien aseguran que él nunca habría querido servir de pretexto para una escalada de violencia. Los líderes del PP y Vox, Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, expresaron su consternación, pero evitaron echar leña al fuego, aunque el segundo acusaría más tarde a “los cachorros de Puigdemont y Sánchez” de celebrar el ataque contra Vidal-Quadras, basándose en los tuits de un supuesto grupo del que se desmarcaron las juventudes de Junts y sin relación alguna con el PSOE.
La víctima había militado en los dos grandes partidos de la derecha española, pero de ambos se divorció traumáticamente. Miembro de una familia de la alta sociedad catalana, catedrático de Física Atómica por la Universidad Autónoma de Barcelona, tan sólido en su formación como apasionado en sus ideas, Vidal-Quadras (Barcelona, 78 años) fue, entre 1991 y 1996, el líder del PP en Cataluña, la cara visible de una burguesía proespañola que se oponía a la deriva soberanista del catalanismo. Su inconfundible voz quebrada y su verbo acerado se convirtieron en el látigo de Convergència i Unió (CiU), un permanente dolor de muelas para el entonces presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, quien reinaba sin contestación sobre el llamado “oasis catalán”, minado por la corrupción.
Sin embargo, cuando en marzo de 1996 José María Aznar necesitó los votos de los 16 diputados de CiU para llegar a La Moncloa y empezó a “hablar catalán en la intimidad”, Vidal-Quadras se volvió incómodo. “Pujol me pide tu cabeza, pero no se la voy a dar. Lo que te pido es que modules tu discurso, que seas más amable con él”, le confesó Aznar en Valencia durante las Fallas de aquel año.
Excluido de las negociaciones del Pacto del Majestic, que garantizó la investidura de su jefe, enviados de Génova le avisaron de que Aznar no quería que se presentara a la reelección en el Congreso regional del partido, previsto para septiembre de aquel año. Su amigo Jaime Mayor Oreja se lo dijo sin tapujos: si se presentaba y ganaba —lo que se daba por seguro, pues había logrado triplicar los escaños del PP en el Parlament—, la dirección nacional lo destituiría y nombraría una gestora. El financiero Javier de la Rosa, donante de fondos opacos al PP y CiU, le envió un mensaje tras un debate parlamentario en el que había denunciado sus manejos corruptos: “Habla con tus jefes y entérate de quién soy yo”.
Acabó por tirar la toalla y, tras una breve escala en FAES, la fundación del PP, se marchó a Bruselas: entre 1999 y 2014 fue eurodiputado y vicepresidente del Parlamento Europeo por el Grupo Popular. En 2012, tras la vuelta del PP al poder, creyó llegada la hora de aplicar el programa de máximos de la derecha y publicó un opúsculo en el que le marcaba la hoja de ruta a Mariano Rajoy. Pero el nuevo presidente aparcó las banderas ideológicas y se centró en achicar las vías de agua abiertas por el reventón de la burbuja inmobiliaria. “Pasamos del estupor a la indignación. No solo no se hace lo prometido, sino todo lo contrario”, explicaría Vidal-Quadras más tarde.
Con otros veteranos políticos, como Jose Luis González Quirós e Ignacio Camuñas, montó una plataforma, Reconversión, para forzar un cambio de rumbo en el PP. No logró su objetivo, pero, junto a la fundación Denaes (Defensa de la Nación Española), encabezada por el exdiputado popular vasco Santiago Abascal y patrocinada por la entonces presidenta madrileña Esperanza Aguirre, sería el germen de un nuevo partido: Vox.
La financiación para su puesta en marcha llegó a través de 141 transferencias, por un total de 971.890,56 euros, de simpatizantes del Consejo Nacional de la Resistencia de Irán (CNRI), una plataforma de opositores al régimen de los ayatolás. Según Vidal-Quadras, esta fue la forma de agradecerle su labor de lobby para conseguir que el CNRI saliera de la lista de organizaciones terroristas del Departamento de Estado. “No sabían nada de Vox. Eran donativos a mi persona”, explicó.
El plan era que el veterano político catalán, ya como candidato de Vox, renovara su escaño en el Parlamento europeo en las elecciones de 2014. Se quedó a 2.500 votos de conseguirlo y se desataron los reproches. Abascal acusó al candidato de no haber dimitido hasta el último minuto de su cargo en Bruselas, obtenido en las listas del PP, y este se quejó de que el aparato del nuevo partido, controlado por el líder de Denaes, había saboteado su campaña.
La discrepancia, sin embargo, era de fondo: Vidal-Quadras quería hacer un “PP auténtico”, la versión española del partido conservador británico, mientras Abascal coqueteaba con los integristas católicos y la ultraderecha francesa de Le Pen. Este último forzó la dimisión del primer presidente de Vox y ocupó su sillón. “Veo ingratitud, una impaciencia obscena”, diría Vidal-Quadras de sus excompañeros.
El primer presidente de Vox siguió en el entorno del partido ultra, participando en las tertulias de su televisión oficiosa (Intereconomía, rebautizada luego como El Toro TV), cuyo patrón, Julio Ariza, había sido diputado del PP en el Parlamento catalán cuando él lo dirigía, pero la desconfianza nunca se disipó. La exdirigente de Vox Macarena Olona cuenta cómo el propio Abascal le dijo que no se reuniera con Vidal-Quadras cuando le explicó que este tenía interés en conocerla.
La última actividad de Vidal-Quadras como eurodiputado, antes de saltar a Vox, fue organizar la conferencia de alto nivel sobre Irán celebrada el 9 de abril de 2014 en el Parlamento Europeo, en la que intervino la presidenta del CNRI, Maryam Rajavi. Tras conocer el atentado contra Vidal Quadras, Rajavi difundió un mensaje en el que acusaba directamente del atentado al “fascismo religioso gobernante en Irán”. Aunque hace una década que dejó la Eurocámara, Vidal Quadras sigue figurando como presidente del Comité Internacional por la Justicia (ISJ), una red de apoyo a la oposición iraní formada inicialmente por eurodiputados y abierta luego a personalidades internacionales. Por eso expresó el mismo jueves su sospecha de que el régimen de Teherán estaba detrás de los sicarios que intentaron matarle. La Embajada iraní en Madrid difundió un comunicado en el que acusaba a los Muyahidín del Pueblo (MJ), antiguo brazo armado del CNRI, de haber causado 17.000 víctimas en su país y condenaba “cualquier tipo de operación terrorista”, sin aludir a Vidal-Qadras.
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