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Cartas a Miguel Ángel Blanco tras su asesinato: “La gente ya no tiene miedo y sí muchas fuerzas”

La familia del concejal del PP víctima de ETA dona a la Universidad de Navarra 43 cajas con las misivas de apoyo recibidas tras el crimen desde todas partes del mundo

Los familiares del concejal asesinado por ETA Miguel Ángel Blanco en el Ayuntamiento de Ermua (Bizkaia) en julio de 1997.
Amaia Otazu

Miguel Ángel Blanco fue asesinado en julio de 1997. El día 10 de aquel mes fue secuestrado y, dos días después, lo mataron. Esas 48 horas marcaron un antes y un después en la respuesta social a ETA. “Todos sabíamos que lo iban a matar porque ETA siempre cumplía, pero, por un momento, al ver el apoyo de tanta gente, tuvimos una pequeña esperanza de que aquello no se cumpliera”. Es el recuerdo de uno de los millones de ciudadanos que vivieron en la distancia aquellas horas de pesadilla. Decenas de personas llegaron a enviar cartas de apoyo y recuerdos a la familia del concejal popular de Ermua (Bizkaia) durante el secuestro y después del asesinato. Aquel material ha descansado desde entonces en lo que algunos denominan como el “garaje de Ermua”, hasta que, en septiembre de 2022, la familia Blanco Garrido —a través de la Fundación Miguel Ángel Blanco— donó 43 cajas repletas de documentos a la Universidad de Navarra (UNAV) para que fueran analizados por investigadores de la Facultad de Comunicación.

Estos documentos son la prueba de que el asesinato de Miguel Ángel Blanco supuso un punto de inflexión en la reacción ciudadana a la violencia terrorista. Un punto que cambió la historia. “Pero, ¿qué significa cambiar la historia?”, se pregunta la docente de la UNAV y especialista en terrorismo María Jiménez Ramos. “Significa que sus contemporáneos cambiaron, que algo cambió en su cabeza, en sus corazones. Esas cartas, en el fondo, lo que reflejan es el cambio histórico a nivel micro”, responde.

Reconoce Jiménez la relevancia que tuvo dicho asesinato en la historia española: “Creo que hay un hecho diferencial con el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. Hasta entonces, en la gran mayoría de los casos llegábamos tarde, llegábamos cuando ya se había perpetrado el crimen. La imagen era un ataúd, un cadáver cubierto. Con Miguel Ángel es diferente. Hay 48 horas en las que solo tenemos la imagen de un chico desconocido, pero esas 48 horas son suficientes”. Es un lapso de tiempo en el que se organizaron vigilias, concentraciones, grandes coberturas de los medios de comunicación, señala Jiménez. Más allá, “lo micro es lo que estaba ocurriendo en las cabezas y emociones de quienes lo estaban viviendo en ese momento”. Muchos, a pesar de estar muy lejos, sintieron a Miguel Ángel Blanco como alguien cercano, apunta. Todo esto se refleja en las misivas, en las que “en el fondo, hay una idea de que la maldad no podía ser tan grande”, apunta.

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Las cartas llegaron de todas partes del mundo, pero también de muy cerca, de Gernika y Sestao, en Bizkaia, o de San Sebastián. Personas anónimas volcaron su esperanza, su dolor, su desesperanza, su apoyo, su cariño en textos destinados a la familia de un joven que tenía toda la vida por delante y al que ETA asesinó. Miguel Ángel Blanco es elevado a símbolo: “Miguel ha conseguido unir a todo un país, no solo a los vascos entre los vascos, sino a estos con el resto de España”, sentencia una de ellas. Textos en los que se refleja cómo, de golpe, muchos se atrevieron a lanzarse a las calles a protestar, a dar la cara, cuando meses antes tenían miedo de hacerlo por la posibilidad de sufrir represalias. “Cada vez que recuerdo a Miguel Ángel, lloro. Nunca he visto a la gente tan quemada como ahora, ya no tienen miedo y sí muchas fuerzas”, sostiene otra de las misivas.

En la primavera de 2022, la Universidad de Navarra le propuso a la hermana de Miguel Ángel, María del Mar Blanco, la posibilidad de ceder el contenido de aquellas cajas para que fuera estudiado. Entre los objetivos, digitalizar el material, analizarlo y difundirlo para que la historia de Miguel Ángel Blanco no quede en el olvido.

La donación se hizo en septiembre de 2022 y hasta este enero, el Archivo General de la UNAV ha catalogado 43 cajas. Durante los próximos años se van a analizar en detalle, pero ya se han clasificado 22 cajas de cartas de ciudadanos anónimos procedentes de toda España y dos de misivas procedentes del extranjero. La gran mayoría estaban sin abrir. Además, se han registrado dos cajas de telegramas institucionales de todo tipo, nueve con libros de firmas y mensajes de solidaridad, dos de objetos conmemorativos y algunos objetos personales de Miguel Ángel Blanco. Entre ellos, su maletín. “Un maletín clásico, de piel, un poco desvencijado, con algunos apuntes. Encontramos un par de calendarios de Héroes del Silencio del año 97, que él era muy fan. También partituras de, suponemos, su grupo de música, en el que él tocaba, y encontramos algunas cosas relacionadas con aficiones deportivas como el ciclismo”, señala Jiménez.

Lo que más le ha impactado a la profesora de la UNAV es, en sus palabras, “el hecho de que podamos descender a la letra pequeña de la historia. Estas cartas te dan la medida de un cambio social que ha marcado la historia reciente de nuestro país y que se concreta en el cambio individual de mucha gente”.

Concejales de Ermua (Bizkaia) colocaban carteles de su compañero Miguel Ángel Blanco, en el Ayuntamiento, el 11 de julio de 1997.
Concejales de Ermua (Bizkaia) colocaban carteles de su compañero Miguel Ángel Blanco, en el Ayuntamiento, el 11 de julio de 1997.Luis Alberto García

En definitiva, para Jiménez, el archivo es el reflejo colectivo e individual de ese punto de inflexión que supuso el asesinato de Miguel Ángel. El momento en el que muchos se atrevieron por fin a movilizarse en las calles para apoyar a los padres, la hermana y la novia del joven concejal de Ermua. Para Jiménez, estos documentos son un punto de encuentro: “Esa figura de Miguel Ángel, ese movimiento que se genera en torno a las cartas, es, o debería ser, un punto de encuentro. Un momento en el que todos van a una, en el que todos son capaces de desprenderse de ideologías, de posiciones extremas y de decir, bueno, hay una prioridad que es salvar la vida de este chico. Porque la gente verdaderamente pensó que saliendo a la calle iban a salvarlo. A mí, esa convicción, esa ingenuidad incluso, es lo que más me emociona”.

El análisis de los documentos tiene también un propósito divulgativo. En las encuestas más recientes, señala Jiménez, se ha utilizado la pregunta “¿sabes quién fue Miguel Ángel Blanco?” como termómetro de la memoria. Los resultados son contundentes: la juventud desconoce en buena medida qué fue ETA y quién fue Miguel Ángel Blanco. El último estudio del departamento navarro de Educación, realizado en 2021, concluye que solo el 57% de los casi 1.200 alumnos entrevistados sabe qué fue ETA y apenas el 0,5% identifica el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Por eso, para Jiménez, este archivo es “la entrada al pasado para muchos jóvenes que por una cuestión generacional no lo vivieron”. Un viaje a la historia reciente de España, que sigue estando presente en la memoria de quienes sí la sufrieron en primera persona. Todavía hoy muchos recuerdan qué estaban haciendo en el momento exacto en el que se enteraron del asesinato del joven vasco. “Eso también te da una medida del impacto de la violencia terrorista en nuestro país”.


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