Así cayó la banda de Álex el Ruso: un secuestro en Almería por unos fardos de hachís llenos de sal dio pista la pista
La Policía Nacional desmantela un violento grupo criminal que operaba en el poniente almeriense tras el secuestro de un ciudadano “cruelmente” torturado
A punta de pistola, un grupo de hombres secuestró el pasado 27 de octubre a otro en la ciudad de Almería. Lo trasladaron a una finca en el poniente almeriense, en los alrededores de El Ejido, donde fue “cruelmente” torturado durante horas, según él mismo contó más tarde. Sus captores le exigían 50.000 euros, decían, porque un amigo en común les había engañado al venderles dos fardos llenos de sal en lugar de hachís. Atemorizado, accedió a pagar e incluso a señalarles a los miembros de su familia, pero durante las semanas siguientes la extorsión continuó, con seguimiento por GPS incluido y un hostigamiento continuado. Cansado de una pesadilla sin final, acabó por denunciar ante la Policía Nacional. Comenzó ahí una investigación exprés que ha permitido acabar con la banda de Álex, alias El Ruso, una organización internacional muy violenta dedicada, sobre todo, al robo de mercancías a otros narcotraficantes.
Alexander, de 40 años, rubio, de estatura baja pero muy corpulento, y con la piel repleta de tatuajes, es un viejo conocido de la Policía Nacional. Tiene detenciones previas por robos con violencia en Almería y otras provincias del Este español. Se había asentado en la zona del poniente almeriense hace un tiempo, donde residía en una lujosa residencia, conducía vehículos de alta gama y manejaba mucho dinero en efectivo. La inteligencia policial ya sabía que, desde allí, dirigía una organización cuya característica principal era la violencia. Esta, de hecho, no era la primera investigación que intentaba acabar con la banda, pero nunca se conseguían resultados. “Funcionaban con muchas medidas de seguridad, cambiaban de coche a menudo, eran muy herméticos. No ha sido fácil llegar hasta ellos”, cuentan fuentes del caso.
La denuncia del secuestro fue la brecha que les permitió a la Policía Nacional adentrarse en la organización de El Ruso. La forma de actuar que relató el secuestrado coincidía con la información que ya manejaban los agentes. El hombre había sufrido numerosas heridas por todo el cuerpo, puñetazos durante horas y golpes con herramientas. Las lesiones le duraron semanas. Tras pagar los 50.000 euros que le solicitaban, el grupo continuó su hostigamiento e incluso le instaló una baliza de seguimiento en su vehículo para tenerlo controlado a todas horas. Los policías creen que la razón que los captores comunicaron al hombre secuestrado era una excusa, algo inventado para poder sacarle dinero. “Es raro que a un grupo tan experimentado alguien les engañara con dos fardos llenos de sal en vez de hachís”, aseguran fuentes del caso.
“La violencia era la marca de la casa”, dicen fuentes policiales. Tanto, que la actividad principal de la banda no era la compra y venta de drogas, directamente se dedicaban a robar la mercancía a otros narcotraficantes. “Nadie se fiaba de ellos”, cuentan uno de los agentes que han participado en la investigación. A raíz de esos vuelcos realizaban otras actividades derivadas de ello: ajustes de cuentas, secuestros y extorsiones, una rareza en el mundillo criminal de Almería, aunque en otras zonas como la Costa del Sol es más frecuente. Tampoco es habitual que un secuestrado denuncie su captura por el temor a represalias, pero fue una oportunidad que los agentes no desaprovecharon. La investigación, poco a poco, permitió conocer a los integrantes y la jerarquía de la organización. El Ruso era el líder, mientras que un ciudadano lituano y otro español era sus lugartenientes. El resto de miembros estaban por debajo en el escalafón. Formaban un crisol de nacionalidades: estadounidense, rusa, marroquí y un español de Almería. La mayoría tenía antecedentes relacionados con el tráfico de drogas y los robos violentos. Todos mantenían un buen nivel de vida a pesar de no tener ninguna actividad laboral. Aunque solían cambiar de coche y vivienda con bastante frecuencia, todos estaban asentados en cuatro domicilios repartidos entre Roquetas de Mar y El Ejido. Hasta que la operación culminó con la entrada en las casas y la detención de ocho personas.
Durante los registros se intervinieron casi 40.000 euros en efectivo, cinco armas blancas de grandes dimensiones, una pistola táser, 350 gramos de hachís, 25 de cocaína y cinco de cristal, además de 180 pastillas de éxtasis y “una significativa cantidad de anabolizantes”. También tres vehículos de alta gama, un dispositivo de seguimiento GPS, un inhibidor de frecuencias y distintos útiles usados en la actividad criminal de la banda. A los arrestados se les imputan los delitos de secuestro, tráfico de drogas, pertenencia a organización criminal, lesiones, robo con violencia, extorsión, delito contra la intimidad y tenencia ilícita de armas. El juez titular del juzgado de Instrucción Número 3 de Almería decretó prisión para cinco de ellos y los tres restantes han quedado en libertad provisional bajo fianza.
La investigación ha sido realizada de manera conjunta por la Unidad de Droga y Crimen Organizado (UDYCO) y la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV), ambas de Almería, además de la colaboración de los Grupos de Operaciones Especiales (GOES) de Málaga y Sevilla, la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de Almería y la Unidad de Guías Caninos de Madrid.
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