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La Guardia Civil detiene a dos británicos que celebraban rituales con alucinógenos en su casa rural en Murcia

Los curanderos suministraban las drogas en sesiones de tres días a razón de 45 euros diarios

Imagen de algunos de los objetos incautados durante la operación de la Guardia Civil para desmantelar una casa de retiros espirituales donde se practicaban ritos con ayahuasca, marihuana y diversas sustancias en Yecla, Murcia. Foto: GUARDIA CIVIL | Vídeo: EPV
Virginia Vadillo

Ayahuasca, rapé, sananga, cactus de San Pedro, setas alucinógenas, marihuana y kambó. Es solo parte del alijo de sustancias alucinógenas que la Guardia Civil ha encontrado en una casa rural de Yecla (Región de Murcia, 35.000 habitantes) en la que ha detenido a una pareja de origen británico que utilizaba la vivienda para practicar supuestos rituales de sanación ejerciendo como chamanes, un negocio por el que cada uno de sus clientes pagaba al menos 45 euros diarios en estancias mínimas de tres días. Los supuestos chamanes, un hombre de 47 años y una mujer de 52 que han sido puestos a disposición del Juzgado de Instrucción Número 1 de Yecla, anunciaban por internet su casa rural como un centro de retiros espirituales y, según ha informado la Guardia Civil, ofrecían explícitamente sesiones de “curación” y de “autodesarrollo”, retiros chamánicos y de recuperación y desintoxicación de adicciones, entre otros. Todo ello sin contar con ningún tipo de licencia, ni sanitaria ni administrativa. En su web estaban publicadas también sus tarifas: 45 euros diarios por persona en estancias mínimas de tres días, o de 500 euros para grupos de hasta 16 personas.

Cuando los agentes entraron en la vivienda, los dos detenidos estaban practicando uno de esos servicios: siete personas de diferentes nacionalidades participaban en un rito con ayahuasca, una bebida con componentes psicoactivos que genera efectos alucinógenos y que utilizan curanderos en Sudamérica. Las autoridades hallaron 14 litros de esa bebida en la vivienda.

Los guardias civiles también encontraron un bote de sananga, un colirio amazónico para tratar dolencias oculares y tres kilos de rapé, un preparado a partir de hojas de tabaco molidas y aromatizadas. En la casa había, además, tres kilos de marihuana y una treintena de pipetas con extracto de esa droga, 304 cactus de San Pedro y medio centenar de piruletas y dulces a base del extracto de esa planta, habitualmente utilizada también por el curanderismo en los Andes, y 200 gramos de setas alucinógenas.

Todo un arsenal de drogas que los dos detenidos, según fuentes de la investigación, facilitaban a sus clientes sin ningún tipo de control sanitario, más allá de varios tensiómetros con los que, al parecer, controlaban las constantes de los participantes en los ritos. Y ello a pesar de que el consumo de este tipo de sustancias genera numerosos efectos físicos de forma inmediata, desde sudoración, mareo y náuseas hasta contracciones musculares, que pueden durar de 8 a 12 horas. En determinados casos, pueden provocar también complicaciones graves de índole cardíaca.

En los anuncios de esta “casa espiritual”, como la definían sus ocupantes, los detenidos ofrecían también, por 100 euros más, practicar con los asistentes ceremonias con kambó, una sustancia que se obtiene de la secreción que produce una rana originaria del Amazonas y que tiene un alto contenido en opiáceos. Esa sustancia es 40 veces más potente que la morfina y supone un grave riesgo para la salud, según han alertado los investigadores.

Los dos detenidos están acusados de supuestos delitos de intrusismo profesional y contra la salud pública. También se les acusa de un posible delito contra la flora, fauna y animales domésticos, porque en los registros, junto con las sustancias, se encontraron varias alas de jilguero, que es un ave protegida, dispuestas en planchas de madera para ser disecadas, y que tendrían un uso ornamental de las herramientas usadas en los rituales.

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Sobre la firma

Virginia Vadillo
Es la corresponsal de EL PAÍS en la Región de Murcia, donde escribe sobre la actualidad política, social y medioambiental desde 2017. También trabaja con la Agencia EFE en esa comunidad autónoma. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo de Agencias por la Universidad Rey Juan Carlos.

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