Kichi, el alcalde que pasó del megáfono a la gestión: “Soy un militante siempre. Ahora cambia la trinchera”
El regidor de Cádiz, que ha lidiado durante siete años con la difícil combinación entre idealismo y realidad, anuncia su marcha justo cuando su marca comenzaba a acusar desgaste
El 18 de noviembre de hace un año, Cádiz estaba en llamas, literal y metafóricamente, a cuentas de la huelga del metal. El alcalde, José María González, Kichi, se encontró aquella mañana —dicen que de forma casual— con la manifestación de los trabajadores y volvió a coger uno de esos megáfonos que tanto había enarbolado antes de llegar al cargo. “¡Que se entere toda España, que en Cádiz somos obreros, no delincuentes. Hemos tenido que meter fuego para que en Madrid nos echen cuenta!”, exclamó. El Kichi del ecologismo, de la lucha antidesahucios y del anticapitalismo resurgió ese día, justo cuando llevaba ya seis años vestido de americana —sport, eso sí—, imbuido en la gestión de una Administración que pronto enseña que la realidad pragmática de gestionar lo posible no siempre casa bien con el reto de conseguir el ideal anhelado.
Esa foto de un Kichi rodeado de megáfonos fue justo lo que muchos medios nacionales esperaban de un político que, en su día a día, llevaba tiempo interesado en proyectar una imagen más de alcalde González que de Kichi manifestante. Aunque el jueves, horas después de anunciar que no se presentará a las municipales de mayo de 2023, confesó que esas “movidas” forman parte de él: “Soy un militante siempre. Nunca voy a vivir cómodamente con los problemas que nos rodean. Cambia la trinchera, pero en las listas no iré. Mi compromiso público termina”. El anuncio, en realidad, no es ninguna sorpresa. Es una promesa que adquirió en 2015 cuando accedió a la política: dos mandatos consecutivos, no más. Su intención de cumplirla lo reconcilia con muchos simpatizantes que ya comenzaban a mostrar su desencanto con González.
La marca Kichi y, con ella, la de Adelante Cádiz, el proyecto político que aún lidera, acusa desgaste desde hace más de un año. En 2019 revalidó el cargo, mejorando el resultado de 2015 y quedándose a un edil de la mayoría absoluta. Pero no está siendo un mandato fácil. A González y su equipo les ha tocado gestionar una pandemia y una crisis inflacionista en la sempiterna capital del paro. La gentrificación turística devora a una ciudad de 114.200 habitantes, después de perder 43.000 vecinos en los últimos 40 años. Frente a esos problemas, el equipo de Gobierno no ha podido esgrimir el argumento de la herencia recibida por el PP (extinguido ya en los cuatro primeros años) ni el del bloqueo de una oposición de perfil bajo y sin líderes potentes.
Cuando Kichi soltó el megáfono y empezó a gestionar el día a día, descubrió que difícilmente iba a poder traer de vuelta a esos gaditanos emigrados, como había defendido. Sí podía, por ejemplo, aprobar una ordenanza con la que ha establecido una moratoria a nuevos pisos turísticos que ya ha conseguido que una decena de inmuebles previstos para ese fin pasen a ser de uso residencial. González se dio cuenta también de que es duro conseguir rescatar a todas las familias que viven en situación de exclusión social, pero que era viable abrir un centro de día para personas sin hogar, gestionar una ayuda única o ser de las capitales españolas que más invierten en servicios sociales (165 euros por habitante, solo por detrás de Barcelona, según datos del Ministerio de Hacienda en 2020).
Avanzar hacia una ciudad más verde ha implicado para Cádiz largas obras para un carril bici que, en sus inicios, fue muy criticado, hasta que se integró en la ciudad. También supuso desalojar al vehículo privado de plazas que ahora serán peatonales y llevarlo a zonas de aparcamiento regulado. En el haber de Kichi quedará un Museo del Carnaval que está a punto de inaugurarse y nuevas infraestructuras culturales, como los Depósitos de Tabaco, también ya en obras. Y todo ello gestionando unas cuentas que han recortado en un tercio los 150 millones de euros de deuda que González se encontró en 2015, según estimaciones municipales.
Pese a todas esas bazas que el alcalde cita como la herencia que enarbolará el futuro candidato de Adelante Cádiz en 2023, ya hubo simpatizantes que dejaron clara su decepción. Esperaban más, como le cantó el comparsista Antonio Martínez Ares en el pasado Carnaval. “A veces es muy difícil conciliar intereses contrapuestos”, reconoció el jueves el regidor en su carta y vídeo de despedida, pidiendo perdón por no haber cumplido esas expectativas. Ese choque entre la realidad y el deseo no ha sido fácil para un alcalde envuelto a cada poco en ataques personales o bulos, el más habitual el que decía que se había mudado a un chalé, pese a seguir viviendo en su piso del modesto barrio de La Viña.
Todo eso quedará atrás en seis meses. Después de las elecciones municipales volverá el González profesor de Historia y Geografía en un instituto público, donde tiene su plaza: “Mi futuro está escrito y trabajado”, señala. También el Kichi combativo, militante, enredado en “movidas”: “Forman parte de mí”. El jueves advirtió a los periodistas que no lo busquen como candidato al Parlamento andaluz o al Congreso. “Lo máximo que voy a llegar es a presidente de mi bloque [de viviendas]. Necesito volver al instituto, retomarlo. Mi futuro es ser docente, ser amigo, ser papá y seguir siendo un peleón”.
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