Alarma en el PP ante un partido roto: “Esto es irreversible. O Ayuso o Casado. No habrá vuelta atrás”
Partidarios del presidente popular y de la dirigente madrileña toman posiciones ante un posible choque orgánico
Incluso los más veteranos reconocen que el nivel de tensión interna en el PP es inaudito. En el partido se oyen referencias a la crisis que descabalgó a Antonio Hernández Mancha en 1989 o al comité federal del PSOE que forzó la salida de Pedro Sánchez en 2016. La alarma es total ante la crisis más grave desde la moción de censura que expulsó a los populares del poder hace cuatro años, y el desconcierto es máximo. “Hemos llegado a un nivel que se puede llevar por delante al partido en este ciclo electoral”, alerta un barón del PP. Nadie sabe qué va a pasar en las próximas horas y días, pero los dirigentes consultados reconocen que de las bases les llegan mensajes indignados por el ataque contra Isabel Díaz Ayuso tras la ruptura entre la dirigente de la Comunidad de Madrid y el presidente del PP. El problema para Pablo Casado es que se enfrenta a la figura más popular de la derecha.
Los responsables territoriales consultados creen que la situación es de tal gravedad que va a cobrarse la cabeza política o del presidente del PP o de la dirigente madrileña. “Esto es irreversible. O Ayuso o Casado. No habrá vuelta atrás”, advierte uno. Pero la situación es impredecible y nadie se aventura a hacer pronósticos. “Ahora es momento de esperar y ver. Esto acaba de empezar. Anímicamente, es un golpe muy gordo para todos. Y hay mucha incomprensión por la puerilidad de lo que ha sucedido, tanto por parte de ella, como por la sangre caliente de Génova”, analiza un dirigente afín a la dirección nacional, que reparte culpas en los dos sectores. “Es una cagada doble. Creo que Isabel se ha equivocado. Pablo no va por ahí encargando investigaciones... Si casi todo el mundo le achaca ser un manso. Yo no me esperaba que Isabel detonara el asunto de esa manera. Pero en Génova también se precipitan... Es como que las dos partes lo estuvieran deseando”.
El malestar es con ambos por cómo se les ha ido de las manos un conflicto interno por puro poder orgánico. La guerra civil del PSOE que partió al partido en dos en 2016 fue debida a una decisión sobre el rumbo del país, la abstención o rechazo a la investidura de Mariano Rajoy. Pero la crisis del PP ha enfrentado a sus dos principales dirigentes exclusivamente por el control del partido en Madrid. Muchos en el PP, los más veteranos, achacan el desenlace a un problema de bisoñez de Casado y Ayuso, que además se conocen desde sus inicios en la organización juvenil del PP. “Estoy impactado. Esto parece Nuevas Generaciones, en vez del PP”, reconoce indignado un barón resumiendo el enfado de muchos dirigentes.
Llegados a este punto, una ruptura total entre Casado y Ayuso retransmitida en directo el jueves ante las cámaras de televisión, nadie sabe cuáles van a ser los siguientes pasos. En público, los presidentes autonómicos han guardado cautela, aunque el barón gallego, Alberto Núñez Feijóo, al que todos miran en el PP si se trata de pensar en un posible liderazgo alternativo, cargó las tintas sobre el supuesto espionaje que alguien del partido pretendió para obtener pruebas comprometedoras sobre Ayuso. Feijóo consideró “inaudito e imperdonable” si alguien encargó en el seno del PP investigar a la presidenta madrileña, y subrayó que, de ser así, “deberá explicar por qué y asumir sus responsabilidades”. Esas palabras no pasaron desapercibidas en la formación y se interpretaron como un apoyo a Ayuso en estos momentos críticos.
Pero de momento todos esconden sus cartas y aguardan. Solo la diputada Cayetana Álvarez de Toledo se atrevió a pedir en público la dimisión de Pablo Casado. Lo dijo en un acto de presentación de su libro en Sevilla, en el que los asistentes rompieron en un aplauso cuando declaró: “Lo que hemos visto y vivido esta mañana [por el jueves] probablemente sea la mayor crisis, desde luego la más absurda e inaudita del PP. Y solo tiene un responsable. Y no es casualidad que todavía no haya comparecido. Y me veo obligada a hacer algo incluso más difícil, que es a pedir la dimisión de Pablo Casado como presidente del PP”.
Los estatutos del partido dicen que la celebración de un congreso extraordinario “exige un debate previo, fijado en el orden del día de la junta directiva correspondiente, y resolución final de convocarlo adoptada por la mayoría de dos tercios de los componentes de aquella”. Esto es, en el caso de un congreso extraordinario nacional es necesario que lo aprueben dos tercios de los miembros de la junta directiva nacional. El plazo mínimo entre la convocatoria y la celebración es de mes y medio, pero en casos de excepcional urgencia puede ser convocado con tan solo treinta días de antelación.
Los barones populares están alarmados, pero no aventuran los próximos acontecimientos. Primero hay que escuchar al líder, señalan, ya que guardó silencio durante todo el jueves a pesar de la detonación entre la presidenta madrileña y la dirección de su partido. Y después valorar, pero en algunos territorios advierten de que el liderazgo de Casado en estos momentos es muy frágil. “Cuando tú vas a la guerra civil, tienes que saber qué gente tienes detrás. Pablo tiene muy poca gente detrás. Como echen un pulso… Como vayamos a un congreso, Pablo no gana a Ayuso”, advierte un dirigente territorial.
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