Tres años de travesía de Casado mirando de reojo a Vox
Siete figuras relevantes del partido analizan el mandato del líder popular y su regreso a la línea dura tras un viaje pendular
Pablo Casado ha cumplido esta semana tres años de viaje zigzagueante al frente del Partido Popular. Tres años de camino pendular —entre la línea dura y la moderación, y vuelta— a los mandos de un partido que heredó en una situación crítica: el 21 de julio de 2018, cuando Casado se impuso en el congreso interno a Soraya Sáenz de Santamaría, el PP atravesaba el peor momento desde su fundación. Los conservadores acababan de ser desalojados del poder por corrupción en la primera moción de censura que triunfó en democracia, y estaban sumidos en una grave crisis en la que se disputaban con Ciudadanos el liderazgo de la oposición al PSOE. Vox aún no aparecía en los barómetros del CIS, aunque Santiago Abascal ya había saltado a la arena política; pero al año siguiente, en las generales de noviembre de 2019, escaló hasta los 52 escaños.
Tres años después de su llegada a la presidencia del PP, Casado cree que ha superado la “travesía del desierto”, como él mismo dijo el pasado miércoles. Lo cree así porque Ciudadanos ha naufragado y el PP ha recuperado el liderazgo del bloque conservador, aunque Vox mantiene aún una fuerza considerable. Esa pujanza que conserva la extrema derecha explica, en opinión de algunos de los dirigentes consultados para este reportaje, los “vaivenes” en el camino del líder popular. Hoy, el PP sigue en la oposición y ha regresado a la línea dura, tras el viaje al centro que tuvo como hito la ruptura con Vox en la moción de censura de octubre del año pasado.
EL PAÍS ha pedido a siete figuras representativas del PP, dirigentes o exdirigentes que encarnan distintas sensibilidades, que valoren estos tres años de mandato de Casado. También que señalen cuál debe ser la estrategia a partir de ahora y la relación del PP con Vox. Sus reflexiones muestran una discusión abierta sobre el enfoque y la actitud hacia la extrema derecha.
¿Qué balance hace de estos tres años?
“Casado se ha convertido en la única alternativa”, dice, tajante, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid y principal figura ascendente del PP. El reconocimiento de que el líder popular ha conseguido en este tiempo consolidarse como alternativa a Pedro Sánchez es compartido en el PP: solo él parece en condiciones de llegar a La Moncloa si la izquierda pierde el Gobierno, según las encuestas, con apoyo de Vox. No hay en la oposición quien le dispute ese puesto.
Isabel Díaz Ayuso: “Se ha visto el acierto al contar con su generación
“El balance es muy positivo dado de dónde partíamos”, abunda el alcalde de Madrid y portavoz de la ejecutiva nacional, José Luis Martínez-Almeida. “De la pérdida traumática del Gobierno, de unas primarias con tres candidaturas muy fuertes y de un espacio de centroderecha muy fragmentado”, enumera. El PP tocó fondo tras el final de Mariano Rajoy y en el partido valoran que Casado se hiciera cargo de las siglas en aquel momento crítico y les sacara del hoyo. “Se ganó Andalucía, se recuperó poder municipal. El partido está cohesionado y, según las encuestas, salvo el CIS de Tezanos, es primera fuerza”, defiende.
El análisis es mucho menos entusiasta en el sector más moderado que perdió el Congreso. “Es un balance complejo, con altibajos”, señala José María Lassalle, ex secretario de Estado con Mariano Rajoy. “Esa complejidad está muy marcada por la relación que ha fraguado con Vox, incómoda y tremendamente tóxica”. Para el profesor universitario, Casado “está proyectando una bipolaridad ideológica: por un lado defiende la moderación, pero por otro se deja arrasar por la toxicidad ideológica que representa Vox”. “La defensa de la moderación no es plantear una guerra cultural y hacer trincheras ideológicas. Son pactos de Estado, renovar el Poder Judicial… “, razona Lasalle.
Juan Manuel Moreno Bonilla: “Solo se puede ganar desde el centro y la moderación
Desde un punto opuesto, la exportavoz parlamentaria del PP Cayetana Álvarez de Toledo también se aparta, sin embargo, del triunfalismo. “La ruptura con Vox [en la moción] se ha demostrado estratégicamente poco rentable, pero además tiene mucho de ficción. El PP sigue gobernando con el apoyo de Vox y, según las encuestas, solo podremos gobernar España con ese apoyo”, subraya. La diputada es además protagonista en primera persona de uno de los hitos de la etapa de Casado y no puede sustraerse de ello. “La decisión política más elocuente ha sido mi destitución y, como usted comprenderá, me cuesta un poco alabarla”, señala.
¿Qué estrategia debe seguirse a partir de ahora?
En el PP conviven distintas visiones sobre la línea a seguir para llegar a La Moncloa. Los llamados duros y los blandos, aunque nadie se reconoce en esa dualidad. “Solo se puede ganar desde el centro”, afirma el presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, uno de los principales barones moderados, que gobierna con Cs. En su opinión, el PP tiene que seguir “una estrategia de moderación y centralidad, que no significa no ser exigentes”. Viaje al centro por un lado, trinchera y batalla cultural contra la izquierda por otro. Ese es el dilema en el PP. A Isabel Díaz Ayuso, una de las referencias en la batalla cultural, le gusta el Casado de hoy. La presidenta madrileña le aconseja “mantener el tono que está levantando a España”. “Mantener la línea ideológica que marca distancias con las propuestas del sanchismo, que son viejas y fracasadas”, resume.
José Luis Martínez-Almeida: “Nos tienen que ver como un partido serio y de Estado
Su homólogo en Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, concede a Casado que “tiene trazado el camino y está dando pasos firmes”. Mientras el exministro de Asuntos Exteriores y miembro de la dirección José Manuel García-Margallo le plantea avanzar: “Un partido que pretende gobernar no puede limitarse a señalar los errores del Gobierno. Tiene que fijar un conjunto de soluciones. La convención de otoño va en la buena dirección”.
Cayetana Álvarez de Toledo: “Hay que abandonar los vaivenes de estos tres años”
En las presidencias autonómicas del PP se escucha en privado que Casado debe reforzar su equipo, al que se ve “bisoño”, y acabar con una cierta “indefinición” de su proyecto. En ese sentido, Cayetana Álvarez de Toledo reclama “abandonar los vaivenes” y “ahormar la alternativa”. La diputada propone decir “no al enfrentamiento con el que hoy por hoy es tu único socio para llegar al poder [Vox]”. En ese sentido, critica que el PP se abstuviera el viernes en la votación que declaró en Ceuta a Santiago Abascal persona non grata.
Las visiones discrepan en este punto. “Casado debe ser capaz de hacer una apuesta propia que le aleje de la sombra de FAES y de los sectores más radicales y conservadores que siguen pensando que la mejor manera de acabar con Vox es incorporarlo al partido”, contrapone Lassalle.
¿Qué hacer con la extrema derecha?
Es la pregunta clave. El PP no tiene resuelta la relación con Vox. La tesis en la dirección de Casado es tratar de lograr “una mayoría lo más amplia posible” y dejar abierta la cuestión de las alianzas. “Yo no me avergüenzo del pacto de investidura que tengo con Vox”, dice el alcalde de Madrid, Martínez-Almeida. “El debate sobre qué pactar o qué no pactar, que sea después de las elecciones”. Isabel Díaz Ayuso también gobierna con el apoyo externo de Vox. “Somos partidos distintos y el PP debe mantener su propia personalidad, sus ideas y sus propuestas”, dice. “Si en algún momento coincidimos, bienvenida sea la oportunidad; cuando discrepemos, cada partido, a lo suyo”.
José María Lassalle: “La relación del PP con Vox es incómoda y tóxica
Salvo Fernández Mañueco (Castilla y León) y Alberto Núñez Feijóo (Galicia), el resto de los barones territoriales depende de Vox. El andaluz Moreno Bonilla, que también cuenta con su apoyo, plantea una relación “de respeto”. “Al mismo tiempo, no distraernos con Vox”, apunta. “Ni mirarlo por el espejo retrovisor”.
A pesar de los matices, nadie defiende dentro del PP que no se pacte en ningún caso con la extrema derecha. Los que apuestan por la línea de la derecha tradicional francesa o alemana están fuera. José María Lassalle se dio de baja en 2018 y defiende una “ruptura absoluta” con Vox. “A la CDU se le pregunta qué relación tener con Alternativa para Alemania y la respuesta es ninguna. Ni Gobierno, ni pactar, ni consentir que con sus votos la CDU gobierne. Este es el principal problema que pesa sobre la ejecutoria del PP estos tres años”, concluye.
José Manuel García-Margallo: “El PP tiene que definir un proyecto que sea reconocible
La amenaza de derogar leyes sociales desde La Moncloa
La victoria de Pablo Casado en el congreso del PP en 2018 fue leída entonces como un giro a la derecha del principal partido conservador, por el triunfo de un candidato que representaba una apuesta por el regreso a las esencias ideológicas de la derecha después del enfoque más tecnócrata del Gobierno de Mariano Rajoy. Durante la campaña interna, Casado propuso medidas como regresar a la ley del aborto de 1985 (de supuestos despenalizados) y convocar una convención específica sobre principios y valores para rearmar ideológicamente al partido. En estos tres años no ha vuelto a hacer énfasis sobre el aborto, aunque sí ha puesto en marcha la convención ideológica, que se celebra el próximo octubre. Como líder de la oposición, Casado ha apuntado su intención de derogar las leyes sociales aprobadas por la izquierda en el Gobierno de Pedro Sánchez.
El candidato del PP ha prometido que, si llega a La Moncloa en las próximas elecciones, una posibilidad a la que apuntan ahora la mayoría de las encuestas de los institutos privados —y descarta el CIS—, derogará la Ley de Memoria Histórica, la de eutanasia y la de educación o ley Celaá. “Haremos una ley de paliativos frente a la eutanasia, una ley de concordia frente a la doctrina de la Memoria Histórica y una ley de maternidad, que ya se está poniendo en marcha no solo en la Comunidad de Madrid, también en Galicia, con ayudas a quien decide ser madre”, anunció Casado en una entrevista en La Razón. El PP ha recurrido ya al Tribunal Constitucional la ley de eutanasia y la reforma educativa, al igual que ha hecho Vox.
Los populares también se oponen a la derogación de su reforma laboral que pretende llevar a cabo el Gobierno de Sánchez y plantean la necesidad de aprobar una ley de pandemias y de reformar el método de elección del Consejo General del Poder Judicial para que los jueces elijan a los vocales. Casado ha anunciado asimismo que si llega a La Moncloa prohibirá los indultos de delitos contra la Constitución y creará los tipos penales de referéndum ilegal y rebelión impropia “sin necesidad de violencia”. También reforzará el delito de desobediencia a las resoluciones del Constitucional.
El último presidente del Gobierno del PP, Mariano Rajoy, dejó sin derogar, aunque también lo había anunciado, leyes de la izquierda como la del aborto, la del matrimonio homosexual y la de memoria histórica. Tampoco cambió el método de elección de los vocales del Poder Judicial.
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