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La embajadora de Marruecos señala que si Gali sale de España “con opacidad” se agravará el conflicto diplomático

Karima Benyaich califica de “grave crisis” la situación que atraviesan las relaciones hispano-marroquíes

La embajadora de Marruecos en España, Karima Benyaich, en una imagen de archivo. En vídeo, las declaraciones de la embajadora.Foto: EFE
Rabat / Madrid -

La embajadora de Marruecos en España, Karima Benyaich, advirtió este viernes en Rabat que si el Gobierno optase por sacar del país al líder del Frente Polisario, Brahim Gali —hospitalizado en Logroño por covid desde hace un mes— “con opacidad”, de la misma forma que según ha señalado la diplomática entró en el país, eso implicaría “optar por el estancamiento y empeoramiento de las relaciones” bilaterales. Benyaich ha calificado de “grave crisis” el momento que atraviesan las relaciones hispano-marroquíes y así se ha pronunciado en una declaración en español leída en el Ministerio de Exteriores de Marruecos tras reunirse con el ministro de esa cartera, Naser Burita.

Benyaich fue la primera representante de Marruecos en pronunciarse sobre la llegada masiva de migrantes a Ceuta que comenzó este lunes, en contraste con el mutismo que mantuvieron durante los primeros días de la crisis migratoria las autoridades de Rabat. Este martes, antes de reunirse en Madrid con la ministra de Asuntos Exteriores española, Arancha González Laya, la diplomática marroquí deslizó a Europa Press una referencia velada a la presencia del líder del Polisario en España, que molestó a Rabat: “Hay actos que tienen consecuencias y se tienen que asumir”, señaló.

Este viernes, ya en Rabat, donde la diplomática ha sido llamada a consultas, la embajadora ha sido mucho más explícita. Lo que suceda con Gali “es un test para la independencia de la Justicia española, en la que confiamos plenamente”, ha señalado. Y también otra prueba para saber si España “opta por reforzar sus relaciones con Marruecos o prefieren colaborar con sus enemigos”, a juicio de Benyaich, para quien España “ha optado, desgraciadamente, por la opacidad para actuar a espaldas de Marruecos, acogiendo y protegiendo a este criminal y verdugo poniendo como pretexto las razones humanitarias y ofendiendo así a la dignidad del pueblo marroquí”.

El pasado 24 de abril, el Ministerio de Exteriores marroquí convocó al embajador español en Rabat para pedirle “aclaraciones” por la hospitalización de Gali en Logroño. Marruecos deploró la decisión española de acoger al militar saharaui de 73 años y expresó su “decepción” por un acto que consideraba “contrario al espíritu de asociación y buena vecindad” y que, según recogía un comunicado, afectaba a “una cuestión fundamental para el pueblo marroquí y sus fuerzas vivas”, en alusión a la soberanía del Sáhara.

Marruecos, ha añadido este viernes Benyaich, “no busca favores ni complacencia, sino que se respete el espíritu del partenariado y se aplique la ley española” sobre Gali, acusado de “graves hechos relacionados con crímenes contra la Humanidad, violaciones a los derechos humanos y violaciones a mujeres”. El militar tiene abiertas dos causas judiciales en España: una, por la querella presentada en agosto de 2020 por Fadel Mihdi Breica, un activista saharaui de nacionalidad española que denunció torturas del Frente Polisario; otra, impulsada por la Asociación Saharaui para la Defensa de los Derechos Humanos (Asadedh), por delitos de asesinato, lesiones, detención ilegal, terrorismo, torturas y desapariciones. Se trata de un proceso que se archivó en 2020 ante la imposibilidad de interrogar a los imputados por no encontrarse en España, pero que el juez Santiago Pedraz ha reabierto ahora tras conocerse que Gali está en territorio español.

Este jueves, el ministro Naser Burita señaló que la embajadora no volverá a Madrid “mientras dure la crisis y la verdadera causa de la crisis”, en referencia tanto al futuro del líder saharaui cuando reciba el alta hospitalaria de un hospital de Logroño como a las explicaciones por parte de España de cómo entró Gali en territorio español. La crisis diplomática entre ambos países es la más grave registrada desde 2002, entonces provocada por la invasión del islote de Perejil por fuerzas marroquíes y su posterior desalojo por soldados españoles.

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