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Guerra y paz en el escenario político de Castilla y León

El PSOE planea una moción de censura pero necesita a tránsfugas de Ciudadanos para tumbar al Gobierno

El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Francisco Igea (i), conversa con el presidente, Alfonso Fernandez Mañueco (d), al inicio del pleno de debate del Estado de la Región en Valladolid este martes.
El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Francisco Igea (i), conversa con el presidente, Alfonso Fernandez Mañueco (d), al inicio del pleno de debate del Estado de la Región en Valladolid este martes.R. GARCÍA (EFE)
Juan Navarro

Hay relaciones que solo pueden romper terceras personas. Incluso en política. El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco (PP), y el vicepresidente, Francisco Igea (Ciudadanos), firmaron en 2019 lo que este último admitió como un “matrimonio de conveniencia”. La antigua directiva de Albert Rivera obligó a Igea a formar Gobierno con Mañueco, pese a que aquel había coqueteado con el PSOE. Ahora ambos presumen de ser una “romántica pareja” mientras a su alrededor crecen reproches hacia su gestión de la pandemia de la covid-19.

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El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, y el líder socialista, Luis Tudanca, durante la reunión de este miércoles durante la cita.
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El PSOE, desengañado tras quedarse fuera de la Junta pese a ganar las elecciones autonómicas por primera vez desde 1983, ha constatado que no habrá divorcio y ha introducido en el habitualmente calmado clima político unas palabras explosivas: moción de censura. Luis Tudanca, líder socialista, no tiene votos para descabalgar al Ejecutivo. Necesita aliados entre sus rivales: Ciudadanos, donde Igea cuenta con algunos detractores. Pero ni la aritmética ni el trasfondo parlamentario lo facilitan.

Tudanca ha alterado el paso de la política autonómica con un anuncio impreciso sobre cuándo y con quién. Solo aclara que será “en el mejor momento”, que confía en que Ciudadanos reflexione sobre la “regeneración” que defendía y que la situación sanitaria marcará la pauta. Este cambio de actitud, 10 meses después de escenificar la “lealtad” en un pacto de reconstrucción que suscribieron Gobierno y oposición, llega con el Congreso autonómico socialista asomando y con voces internas como Óscar Puente, alcalde de Valladolid, crítico con el perfil de Tudanca en este periodo.

Podemos, con dos representantes, lo apoyará, pero es insuficiente. Necesitan al menos tres parlamentarios de Igea, si el de la Unión del Pueblo Leonés se sumara, para añadirlos a los 35 escaños del PSOE y que así salgan las cuentas en los 81 asientos de la Cámara. Fuentes de Ciudadanos reconocen que entre los 11 acompañantes del vicepresidente “no todos están en su club de fans”, pero apuntan que no es lo mismo enfrentarse a él que al partido. Arrimadas, que derrotó al médico vallisoletano en las primarias de Ciudadanos de hace un año, ha ratificado a su viejo enemigo. Las fuentes autonómicas de Cs recuerdan que, tras el descalabro catalán, “Inés no está para aventuras”.

Otro ‘tamayazo’

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En lo puramente cotidiano, fuentes de Ciudadanos creen que Tudanca tendría serios problemas para aprobar iniciativas si tuviera que seducir a esos parlamentarios “tránsfugas” y sus respectivos intereses. Por no hablar, añaden, del prestigio y la cortesía parlamentaria. El aroma a “tamayazo” —la deserción de dos diputados socialistas de la Comunidad de Madrid que impidieron en 2003 la investidura de su compañero Rafael Simancas y propiciaron que Esperanza Aguirre obtuviera el Gobierno tras l0a repetición electoral— ha llegado a Valladolid, sede del Parlamento. Igea reprocha al PSOE que vaya “con la chequera” y arremete contra el líder de la oposición.

Las ondas de la piedra arrojada al estanque político han salpicado en la orilla del PP. Resultaría inaudito que alguno de sus 28 procuradores traicionara a Mañueco, pero este tampoco vive su mejor momento. El Supremo ha dado dos azotes a la Junta por decisiones controvertidas sobre la pandemia, como el toque de queda a las ocho de la tarde, y su posición interna tampoco enamora en Génova. Fuentes próximas al PP regional recuerdan que este “tira y afloja” procede del voto de Mañueco a Soraya Sáenz de Santamaría frente a Pablo Casado cuando ellos dos se disputaron la dirección.

El afán de Casado y su secretario general, Teodoro García Egea, por controlar los territorios no convence ni en la meseta ni en Andalucía. Casado ha avalado al presidente de Castilla y León, que cosechó en 2019 los peores resultados de la historia del PP, pero siguen existiendo tiranteces. En verano, Mañueco, que intenta mostrar una actitud moderada, recomendó una “desescalada verbal”. Además, se le abrió un expediente disciplinario por recontratar a Pedro Viñarás, exgerente del partido y figura de confianza para él y para Raúl de la Hoz, portavoz popular en las Cortes. Viñarás fue jubilado por Génova, que pagó la indemnización, de ahí el enfado, según fuentes de la formación, cuando regresó como asesor.

Igea también genera recelos. El protagonismo del también portavoz contrasta con el rol secundario de Mañueco. “Hay procuradores cabreados porque Igea parece el presidente de la Junta”, ejemplifican estas fuentes. Pese a ello, tildan de “globo sonda” la planteada moción de censura. La relación entre ambos grupos es buena más allá de “piques” puntuales. El PP sabe que Igea no controla a toda su bancada, un grupo “muy cómodo en el centroderecha como para virar al centroizquierda y provocar cambios de Gobierno”. Demasiado jaleo, consideran, para la calma chicha de Castilla y León, donde comienza a soplar el viento.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.

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