El candidato deja muy alta la capacidad de encaje
La máxima explosión de enfado de Salvador Illa consistía en quitarse las gafas
“Solo falta el último empujón porque la voluntad de acuerdo es muy grande”. Esta declaración —que puede valer para cualquier negociación de los agentes sociales, de grupos parlamentarios o entre partidos— la pronunció en 2014 el que ha sido, hasta este martes, ministro de Sanidad del Gobierno de España, Salvador Illa. Su negociación era con el PSOE, en representación del PSC con otros compañeros, entre ellos, la actual presidenta del Congreso, Meritxell Batet. Con acuerdo se saldó la crisis más grave que vivían los dos partidos en los últimos 20 años. Los socialistas catalanes se habían insubordinado contra el comité federal del PSOE y votaron en contra de la investidura de Mariano Rajoy. Hubo acuerdo y mucho tuvo que ver el talante de los negociadores. Del otro lado, Elena Valenciano y Mario Jiménez.
Ese talante es el que, probablemente, conduce a que los estudios demoscópicos entre candidatos a la Generalitat de Cataluña aúpen a Illa a la cúspide. Le valoran muchos de los que jamás cogerán la papeleta con su nombre.
El efecto electoral Illa se verá en 20 días, pero desde ahora empieza la evaluación continua de Carolina Darias, ministra de Sanidad, y de Miquel Iceta como titular de Política Territorial. A la nueva responsable de la sanidad nacional le espera el bombardeo dialéctico, como a su antecesor. Durante meses, el político catalán ha comparecido semana tras semana en el Congreso como portador, casi siempre, de malísimas noticias. Si había alguna esperanzadora, la oposición no la reconocía. Las buenas noticias son no noticias, establece una convención más que dudosa.
La capacidad de encaje de un ministro de Sanidad en plena pandemia deberá entrar entre sus requisitos para el cargo. A Carolina Darias no la van a recibir con una salva de aplausos. En su comparecencia de este jueves, tendrá que pechar con el aluvión de reproches hacia su antecesor por haberse ido sin acudir al Congreso. La capacidad de respuesta será la primera prueba para ella. No es Miquel Iceta un político que pase desapercibido, pero su papel será muy diferente del que desarrolla desde hace años. Hace muchos años que le toca salir al ataque contra el Gobierno independentista catalán, con reconocida eficacia dialéctica. Ahora, estará en el otro lado de la mesa.
Darias e Iceta exhibirán su propio estilo, en principio mesurado, aunque será difícil alcanzar el talante de su compañero Illa. Su máxima explosión de enfado consistía en quitarse las gafas. Difícil aproximarse a esa capacidad de encaje.
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