Corinna Larsen asegura al juez que estaba “aterrorizada” por el exdirector del CNI y este lo niega: “Jamás la amenacé”
La Fiscalía retira la acusación a Villarejo por calumnias al exjefe de los espías. El comisario jubilado afirma que intentó “seducir” a la examante de Juan Carlos I porque ese era su trabajo
El comisario jubilado José Manuel Villarejo, en prisión preventiva desde noviembre de 2017 e investigado por múltiples delitos, se sentó este viernes por primera vez en el banquillo, procesado por calumnias y denuncia falsa tras acusar en televisión al anterior director del CNI de amenazar de muerte a Corinna Larsen, examante del rey Juan Carlos. La denuncia por calumnias permitió que Corinna Larsen, a petición de la defensa del comisario encarcelado, compartiera ante un juez, en una vista difundida por Youtube, un truculento relato sobre su reunión con Félix Sanz Roldán en 2012, poco después de que su relación se hiciera pública tras la caída del Monarca en Botsuana. El juicio, aplazado en cuatro ocasiones con anterioridad —pese a que el abogado de Villarejo lamentó este viernes haber tenido “solo 15 minutos” para prepararlo— se convirtió en una especie de careo entre la examante del rey Juan Carlos y el exjefe de los espías españoles. Antes de que quedara visto para sentencia y tras unas cuatro horas de declaraciones, la fiscalía retiró la acusación por calumnias, que la Abogacía del Estado mantiene.
Por videconferencia desde Londres, Larsen aseguró que dicha reunión “se llevó a cabo por solicitud expresa del rey Juan Carlos”. “El Rey me llamó para informarme de que Sanz Roldán venía a Londres para reunirse conmigo. No me dio opción de rechazar la reunión”, declaró. La examante del rey emérito explicó que le incomodaba que se celebrase en la habitación del hotel en el que ella se encontraba y que el hecho de que el jefe de los espías españoles se desplazase a Reino Unido para verla le parecía “escalofriante”. “¿Tuvo la sensación de ser una ciudadana amenazada por el jefe del Estado y de los servicios secretos?”, le preguntó el abogado de Villarejo. “Sí. Estaba muy asustada. Como ciudadana, como mujer que se encuentra enfrentada a personas tan poderosas”. Según su relato, en ese encuentro, Sanz Roldán le dijo que no podía garantizar su seguridad y la de su hijo. “Eso me aterrorizó”.
Larsen, a la que don Juan Carlos donó presuntamente 65 millones de euros, declaró que agentes españoles también ocuparon su vivienda y oficina de Mónaco antes de la reunión. “Llamé al rey Juan Carlos para pedirle una explicación. Me dijo que Sanz Roldán estaba llevando a cabo una operación para protegerme de los paparazzi. Yo no había dado mi consentimiento”, señaló.
La muerte de Lady Di
Larsen también relató que al regresar ese día a la casa familiar en Suiza, se encontró un libro sobre la conspiración de la muerte de Lady Di y que recibió una llamada anónima en español en la que se le decía que había “muchos túneles entre Mónaco e Ibiza”. A preguntas de la acusación, confirmó que no había presentado denuncia por esos hechos. Dijo que temía que aumentara “la hostilidad” contra ella.
Previamente, Villarejo, que había solicitado declarar en último lugar e interrogar personalmente a los testigos —el juez rechazó ambas peticiones—, aseguró que grabó a Larsen con medios facilitados por el CNI y para proteger al jefe del Estado. “Intenté seducirla, engañarla, ganarme su confianza, porque ese era mi trabajo. Ella siempre pensó que yo era un abogado que iba a ayudarla”, dijo. El comisario jubilado se presentó como un valiente colaborador del CNI y de las fuerzas de seguridad —”He estado en Irak, en agujeros en Somalia...”—, y aseguró que todos sus problemas con la justicia obedecen a que se enfrentó a Sanz Roldán. “Soy la persona más vilipendiada del país”, dijo, “pero no me arrepiento en absoluto de lo que he hecho”. Villarejo se quejó de que en la cárcel le espían hasta en los vis a vis con su esposa. Al principio declaró que, “a punto de cumplir 70 años”, tiene “problemas de memoria”, pero luego dijo que, gracias a la “neuroplasticidad” en su mente, estaba “empezando a recordar todo”.
Sanz Roldán negó conocer a Villarejo —”Es la primera vez que lo veo en mi vida”, declaró en el juzgado—, aunque aseguró que cuando intuyó que este podía tener relaciones con el CNI tomó “medidas”, que no especificó. Negó las acusaciones de Larsen que el comisario difundió en Salvados —”Jamás he amenazado a una mujer y a un niño. Jamás”, subrayó—. Admitió su encuentro con Larsen en Londres, pero preguntado por si era “particular”, respondió que no podía detallarlo debido a la ley que regula el CNI, aunque luego dijo que el Centro Nacional de Inteligencia “solo puede actuar en el país en el que existe”, salvo “misiones que el Estado autorice”. “No tengo ninguna capacidad para hacer nada fuera de España. ¿Cómo voy a ir yo a Londres?”, afirmó. También negó estar detrás del pseudónimo con el que Larsen asegura que le enviaba correos. “¿Paul Bon? Por Dios. Es un poco de broma. No reconozco la autoría de esos correos”.
La Fiscalía decidió mantener la acusación de denuncia falsa, sobre la que también versaba el juicio, a propósito de la que presentó Villarejo contra Sanz Roldán y un periodista de este diario por facilitar y publicar, según él, una foto suya de una operación antiterrorista. “Yo no la vi. Pero es metafísicamente imposible que con esa foto se haya estropeado una operación antiterrorista”, declaró el exdirector del CNI.
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