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“He perdido todo y ahora no tengo ni un lugar para dormir”

Varias personas afectadas por el fuego que arrasó un 'camping' en Málaga el pasado domingo destacan la voracidad de las llamas y aseguran que no había bocas de incendios en el recinto

Una persona pasa junto al 'camping' arrasado por las llamas en Mollina. En vídeo, casi 100 desalojados en el incendio de un 'camping' de Málaga. Vídeo: JORGE GUERRERO (AFP) / ATLAS

Peter Thacker seguía una carrera de fórmula 1 en la televisión el pasado domingo cuando vio humo en la ventana. Abrió la puerta de su casa móvil, aparcada en el camping conocido como Pueblo Fiesta-Lazy Days in Spain, ubicado en Mollina (Málaga, 5.149 habitantes), y vio cómo alguien vaciaba un extintor sobre un pequeño fuego. “No sirvió de nada”, recuerda. La casa número 12, inhabitada, ardía entonces tímidamente, pero en cuestión de minutos el viento y el calor avivaron el incendio. Este británico jubilado tuvo que escapar a la carrera, sin tiempo para salvar sus pertenencias, como el resto de las 70 personas que vivían en el recinto. Las llamas arrasaron en un visto y no visto 40 casas y varios coches, como el Nissan Juke de Peter, comprado hace apenas una semana. “Ha sido terrible, he perdido todo y ahora no tengo ni un lugar para dormir”, asegura abatido. Solo llevaba un año viviendo en Málaga tras jubilarse de su puesto como conductor de autobús en Yorkshire, al norte de Inglaterra.

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Britons left without homes, vehicles and possessions after fire rips through Málaga holiday park

Apenas 24 horas después, la inmensa mayoría de residentes en Pueblo Fiesta se reunían el lunes con el alcalde del municipio, Eugenio Sevillano, para conocer los pasos a seguir después de ver destruidas sus casas. El encuentro se realizó en el Centro Eurolatinoamericano de Juventud —espacio del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social—, donde el Ayuntamiento alojó a las 33 personas que no tenían familiares o amigos con los que quedarse. Sentados, serios, escucharon decir al regidor que pueden quedarse 15 días allí, que recibirán tres comidas al día, atención administrativa para recuperar la documentación y, también, hacer uso de la comida, ropa y productos de aseo que numerosas personas del pueblo habían dejado para ellos. “Todo eso está muy bien, pero ahora no tengo nada: he perdido 13 años de mi vida”, añadía otro británico retirado, Mr. Painey, que recuerda momentos “horrorosos, tremendos”, así como bombonas de butano explotando una tras otra como fuegos artificiales.

Peter Thacker (izquierda) y Gary Lamon, el lunes en Mollina.
Peter Thacker (izquierda) y Gary Lamon, el lunes en Mollina. Nacho Sanchez

Sentado en un banco, charlando con sorprendente tranquilidad con Peter Thacker, su amigo y compatriota Gary Lamon relataba un 2020 que aún no se puede creer. En marzo perdió a su mujer por cáncer en Inglaterra, volvió en junio a Mollina para rehacer su vida y, tras gastar 10.000 libras en remodelar una vivienda adquirida en 2018, ahora también la ha perdido, como su coche, en el fuego. “Menos mal que, al menos, ella no ha visto cómo ha quedado la casa”, afirma. Relata que en el recinto no existían hidrantes [bocas de incendios] y que cuando los primeros bomberos llegaron se quedaron rápidamente sin agua. “Con tomas de agua hubieran apagado el fuego rápidamente, pero no había”, insiste. Esa brigada pasaba casualmente por la zona tras extinguir un fuego de carácter leve en otro camping cercano, donde había gastado prácticamente todo su depósito. Hubo que esperar 20 minutos más a que llegaran refuerzos. “Ese tiempo fue clave, la historia sería otra con hidrantes”, recalca el británico.

“Enviamos rápidamente varias dotaciones de Antequera, Archidona y Campillos, que llegaron rápido”, cuenta Manuel Marmolejo, presidente del Consorcio Provincial de Bomberos de Málaga. Más de 30 profesionales que recibieron el apoyo de un helicóptero del Servicio de Extinción de Incendios Forestales de Andalucía (Infoca) que realizó varios pases derramando 3.000 litros sobre las llamas. “La combustión era tan alta que tuvimos que replegarnos y esperar a que dejaran de explotar bombonas y la situación se estabilizara”, indica Marmolejo, que subraya que ya están comprobando si el negocio contaba con todas las medidas de seguridad. Sus equipos continuaron refrescando la zona hasta las dos de la mañana. Nadie respondió el lunes por la tarde al teléfono de Pueblo Fiesta para dar su versión de lo ocurrido y en el recinto una trabajadora aseguró que no podía dar detalles. “Es una situación muy delicada y no podemos decir nada”, ha explicado.

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La causa del incendio que arrasó buena parte del camping en pocos minutos todavía se desconoce. La unidad de Policía Judicial de la Guardia Civil de Antequera se ha hecho cargo del caso, aunque fuentes de la investigación advierten de la complejidad de conocer el origen del fuego por la intensidad de las llamas y el tipo de material de las viviendas. Solo hubo dos personas heridas con quemaduras de primer grado, aunque los servicios de emergencias sanitarias atendieron a varios residentes con crisis de ansiedad al ver cómo el fuego acababa con todas sus pertenencias sin tiempo a salvar nada. Este martes, en el recinto, —precintado por la Guardia Civil— las casas y los coches se podían ver totalmente derretidos entre amasijos de diferentes materiales y un intenso olor a quemado. Los residentes acudieron a recuperar algunas pertenencias por la mañana, pero sin mucha fortuna. Por un camino cercano, numerosos curiosos, llegados incluso de pueblos vecinos, pasaban con sus coches para observar el destrozo. “Yo soy de las afortunadas, mi casa sigue ahí, en pie”, decía con cierta alegría Marian McLoughlan, propietaria de una de las 17 viviendas que se salvaron de las llamas. También sonreía Craig Wilson, cuyos padres —Jim y Diane— habían estrenado la suya en Mollina el pasado jueves. “Vaya suerte que siga ahí”, sentenciaba.

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