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La luz tras la tormenta

La muerte de John Aigi Hurn, solista de trompeta de la Sinfónica de Galicia desde sus inicios, deja una huella imborrable en público y orquesta

John Aigi, trompetista de la Orquesta Sinfónica de Galicia, en una imagen de la formación.
John Aigi, trompetista de la Orquesta Sinfónica de Galicia, en una imagen de la formación.alberte peiteavel

Llegó a principios de la década de los noventa en la primera renovación de la recién creada Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG), tras la tormenta que estalló apenas iniciada la vida de la formación. Inmediatamente, desde su puesto al fondo del escenario en las gradas recién estrenadas, el sonido prístino de su trompeta y la luz de su sonrisa se proyectaron sobre el ámbito del entonces llamado “Palacio de Congresos-Auditorio de La Coruña”.

Sus rasgos inconfundibles y la simpatía que irradiaba desde su permanente sonrisa empezaron a asociarse con la musicalidad de sus solos y el timbre purísimo de su instrumento. Su cercanía hacia sus compañeros de la orquesta o los aficionados se hizo proverbial en los ambientes musicales de A Coruña y pronto despuntó como uno de los más destacados miembros de la orquesta, tanto en el aspecto musical como en el personal.

John Aigi Hurn había nacido en 1967 en Tokio, de padre estadounidense –esta era también su nacionalidad- y madre japonesa. De su paso por la Hong Kong Philharmonic Orchestra se trajo su primera experiencia sinfónica y una camisa que se hizo célebre por su curiosa hechura con pechera, puños y cuello de impecable piqué blanco para frac; espalda y mangas, de algodón vistosamente estampado con flores de colores. Toda una imagen del rigor musical y la alegre cercanía personal de su propietario.

Tras Hong Kong, el salto a Europa. La primera parada, en Alemania: la Orquesta Filarmónica de Hamburgo, la Hannover Opera Orchestra, la Bach Launenburg Orchestra y la Orquesta Sinfónica de Hamburgo fueron sus etapas en la patria de Bach, Beethoven y Brahms antes de saltar el Atlántico para recalar en la Seattle Opera, donde participó en un ciclo del Anillo del Nibelungo de Wagner.

Su colaboración con diferentes orquestas internacionales le trajo hasta A Coruña apenas formada la Orquesta Sinfónica de Galicia y desde 1992 fue, como solista de trompeta, un puntal de la nueva orquesta y una de las claves de su éxito. Como todos los grandes músicos, supo devolver generosamente a la sociedad lo que esta le dio; no solo con su trabajo como instrumentista sino colaborando de forma decisiva en la formación de varias generaciones de intérpretes.

Alejandro Sanz, director académico de Son Futuro, el proyecto formativo de la OSG, destaca en este sentido “su compromiso con los alumnos y la orquesta joven, que lo llevó a intentar cumplir con su responsabilidad como profesor en el encuentro de la Orquesta Joven de la Sinfónica de Galicia hasta el día mismo en que tuvo que ser intervenido” a causa de la enfermedad que acabaría con su vida. Añade Sanz: “Aigi ha sido el referente en el mundo de la trompeta en Galicia y he vivido horas y horas de audiciones de trompeta con él”.

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Álex Salgueiro, coprincipal de fagot, declara que “dejará un hueco difícil de cubrir, no solo en lo musical, también en lo humano. Era una cara amable en la orquesta: elegante, atento y detallista Siempre trataba muy bien a los recién llegados, apoyando y animando a los más jóvenes”.

Sus actuaciones memorables con la Sinfónica se cuentan por decenas. Una obra, la Quinta sinfonía de Mahler, le atrajo especialmente toda su vida. De ella quedan dos enormes referencias en YouTube. La primera es su impresionante testimonio de recuerdo de la interpretación de 2005 con Víctor Pablo Pérez, grabado durante el confinamiento por la pandemia de covid-19, cuando la enfermedad ya había hecho presa en él. La segunda es la que protagonizó en junio de 2016 con la dirección de Christoph Eschenbach. Su intervención en la Trauermarch (marcha fúnebre) inicial bien podría ser su mejor himno de despedida.

Las redes sociales y la prensa recogen estos días cientos de emotivos recuerdos de músicos y aficionados. El tuit en el perfil oficial de la Orquesta Sinfónica de Galicia los resume a la perfección: “Nos dijiste que ‘en los momentos más oscuros de nuestras vidas siempre hay una luz’ cuando tu luz ya se apagaba. Tal vez tu luz duró la mitad porque brilló el doble. Nunca todas las trompetas estuvieron tan solas. Descansa en paz, querido John Aigi”.

Los atardeceres vistos desde el Parque das Galeras de Oleiros tienen siempre una gran belleza. Este viernes, cuando el sol comenzaba a ocultarse tras A Coruña, unas nubes que apenas lo velaban se apartaron respetuosas, para dejar ver una luz de ocaso especialmente resplandeciente. Aigi se hacía aire y volaba como el viento que dominó físicamente hasta convertirlo en música y sentimientos, extendiéndose sobre la ciudad y el mar que tanto amaba. Y como música y espíritu del viento permanecerá para siempre entre nosotros. Ojalá, respirando ese aire, podamos todos hacer nuestras su bonhomía y su inmarcesible sonrisa.

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