
Los pueblos más escondidos de España
En tiempos de GPS, trenes de alta velocidad y autopistas, sorprende encontrar pueblos aislados. Anclados en entornos bellísimos, la curiosidad de los turistas rurales les ha salvado de desaparecer definitivamente. Descubrirlos hoy es una delicia



Aún así, no son tantos los que acaban recalando en este pueblo, pues la mayoría opta por unos días de descanso en otras villas con más nombre, como Montejo de la Sierra o La Hiruela. Lo mejor del pueblo, además de su ambiente rural tradicional, son las rutas de los alrededores y algunos proyectos originales, como la llamada Senda del Valle de los Sueños, un recorrido escultórico por el entorno urbano, renovado cada dos años con nuevas esculturas. Incluso se celebran unas Bienales de Escultura. Más insólito aún es que este pequeño pueblo, con alrededor de 70 habitantes, cuente con un Museo de pintura japonesa contemporánea que incluye también obras de pintores españoles del siglo XX y contemporáneos como Arroyo, Tàpies, Feito, Picasso, Barceló y Antonio López, entre otros.María Galán (ALAMY)






En las últimas décadas, estos pueblos casi abandonados se han volcado en el turismo rural y en ellos han echado raíces restaurantes y hoteles. Alguno de estos municipios estaba totalmente abandonado, como Umbralejo, que se reconstruyó gracias a un programa de recuperación de pueblos abandonados y que hoy sirve de “pueblo-granja-escuela” para niños y jóvenes. Con un aspecto más real nos reciben en Valverde de los Arroyos, de donde parte la popular excursión para subir al Ocejón y las Chorreras de Despeñalagua; Majalrayo, que conserva mejor que otros el sabor a pueblo real; o en Campillo de Ranas, que presume de ser el primero de España que celebró una boda gay. Y hay otros, como Campillejo, el Espinar, Roblelacasa, Robleluengo, Matallana, La Vereda…Westend61 (GETTY IMAGES)



En los años sesenta la emigración a Madrid despobló el lugar y se construyó un nuevo entramado urbano, más accesible, junto a la carretera principal formándose un segundo pueblo. Patones de Arriba quedó relegado al ostracismo, pero hoy es un lugar de aspecto muy cuidado y casas bien reconstruidas de piedra, pizarra, teja árabe, madera y adobe. Aquí hay incluso un Ecomuseo de la pizarra al aire libre, que propone dos itinerarios señalizados con paneles informativos y que va mostrando los orígenes y la evolución de Patones a través de la arquitectura tradicional. También se encuentran varios restaurantes y casas rurales para los que se decidan a pasar unos días recorriendo los alrededores: la cueva del Reguerillo, la presa del Atazar o la de El Pontón de la Oliva, o la no muy lejana Torrelaguna. El acceso sigue siendo casi tan difícil como cuando los franceses pasaron de largo y conviene dejar el coche en Patones de Abajo y subir caminando, unos veinte minutos a pie.Juan Aunión (ALAMY)

Masca está en el punto más remoto de la isla, la punta que sobresale hacia el Atlántico en el noroeste. Conserva un sorprendente aire agreste, con las olas rompiendo contra la playa volcánica, las montañas solitarias alzándose como gigantes y unas puestas de sol alucinantes. Una ruta recorre este tajo que, tras grandes desniveles y una complicada bajada, acaba en una playa de arena negra. La vuelta es más complicada y hay quien prefiere llegar a Masca en coche o en taxi y volver después al puerto de los Gigantes contemplando los maravillosos acantilados. Sus casas son una muestra atemporal de arquitectura tradicional canaria, aunque el pueblo fue devastado por un incendio hace unos años. Hoy está totalmente restaurado.Jan Wlodarczyk (ALAMY)
