10 rincones sorprendentes en Finlandia más allá de Helsinki
Explorar en piragua la región de los lagos, avistar osos pardos en Carelia, recorrer en bici el archipiélago de Åland o alojarse en un hotel de hielo, el país nórdico es un prodigio de naturaleza en estado puro
Finlandia ofrece al que la visita naturaleza en estado puro, prácticamente intacta: altos bosques salpicados de lagos perfectos, ríos para practicar el kayak y el piragüismo y una fantástica red de parques nacionales con senderos bien señalizados y cabañas encantadoras donde pernoctar. Los osos y los alces están al alcance de casi todos. Este país nórdico de cinco millones y medio de habitantes tiene varias caras y muchas luces diferentes. En verano, se ilumina por la claridad del sol y los finlandeses intentan absorber hasta el último rayo para después soportar los largos y oscuros meses de invierno. Es tiempo de festivales, de música, exposiciones de arte, cruceros por el lago, cervezas al sol de medianoche, días idílicos en recónditas casitas junto al agua y animados mercados. Con la llegada del invierno, todo el país se cubre de blanco y el frío hiela la mayoría de lagos. Es el momento de esquiar y de hacer excursiones en trineo o motos de nieve bajo el pálido sol invernal y contemplar auroras boreales después de una reconfortante sauna. La nota urbana la pone Helsinki, rodeada por el Báltico, con su arquitectura moderna, bares a la última y restaurantes en isla donde se puede comprobar la pujanza de la nueva gastronomía finlandesa.
1. Senderismo en los parques nacionales del norte
Finlandia cuenta con 40 parques nacionales que protegen bosques y páramos y lo convierten en uno de los mejores destinos de Europa para practicar el turismo de naturaleza y el senderismo. Las colinas y barrancos de la ruta del oso o Karhunkierros (Karhu es oso en finlandés), cerca de la ciudad de Kuusamo, 800 kilómetros al norte de Helsinki, sorprenden en otoño, el mejor momento para visitar la zona. Si viajamos más al norte, a la Laponia finlandesa, nos adentraremos en el parque nacional de Urho Kekkonen, uno de los mejores del continente. Sin abandonar la región más septentrional de Finlandia encontraremos la espectacular garganta de la Reserva Natural de Kevo o los eriales del parque nacional de Pallas-Yllästunturi. Este último es el tercer mayor espacio natural protegido, al cubrir una larga franja estrecha desde Hetta, al norte, hasta la zona de esquí de Yllas, al sur. Entre estos dos puntos encontraremos fantásticos senderos para caminatas (350 kilómetros), bicicleta de montaña (80 kilómetros) y esquí de fondo (500 kilómetros). Pero su principal atractivo es la ruta senderista que va de Hetta a Pallastunturi (55 kilómetros), en medio del parque, donde hay un hotel, un centro de naturaleza y conexiones de transporte. La caminata, que también puede hacerse con esquíes es un clásico lapón, con una de las mejores vistas panorámicas desde lo alto de los páramos.
También en el norte, tenemos otro terreno para la aventura al aire libre en el parque nacional de Urho Kekkonen, una enorme extensión de bosque protegido que se prolonga hasta la frontera rusa, en donde viven osos glotones, águilas reales y miles de renos. Es una zona fabulosa para hacer senderismo, con una amplia red de refugios en bosques, ciénagas y monte bajo. Estamos en el norte del país, en Laponia, la tierra del sol de medianoche, de las auroras boreales y de los renos. Una zona ideal para explorar a pie, con esquíes o en trineo. La sensación de amplitud, de respirar solo aire puro, es memorable. Aquí reside oficialmente Santa Claus, uno de los pocos habitantes de esta región que cubre un 30% de la superficie de Finlandia pero en la que solo vive el 3% de la población.
2. La frontera con Rusia, el territorio del oso pardo
El oso pardo de la subespecie europea Ursus arctos es el animal más emblemático de Finlandia. En la región de Carelia (noreste del país), en el territorio transfronterizo con Rusia, habitan alrededor de 1.500 de estas portentosas criaturas. Algunos operadores turísticos gestionan alojamientos en escondites en los bosques para sentarse a vigilar de noche cómo resoplan en busca de carroña de alce o salmón. Durante los meses de invierno suelen hibernar en sus madrigueras cubiertas de nieve donde nacen los oseznos, por lo que la mejor época para verlos va de mediados de abril a agosto, con una pequeña pausa en julio, cuando suelen aparearse.
Carelia es también es una zona óptima para practicar senderismo, piragüismo, esquí y trineo de perros. Abarca ambos lados de la frontera ruso-finlandesa y cuenta con su propia cultura, lengua, religión, gastronomía, música y arquitectura. Las mejores rutas de naturaleza en esta zona son el llamado Karjalan Kierros, un circuito de 14 senderos marcados (más algunas variantes para bici y piragua) que suman más de 1000 kilómetros entre el pueblo de Ilomantsi y el lago Pielinen, 112 kilómetros más al norte. Las rutas más conocidas son el Sendero del Oso y el del Lobo, que se juntan en el parque nacional de Patvinsuo, de 105 kilómetros cuadrados. A lo largo de estas dos rutas hay cabañas y refugios para pernoctar, pero se recomienda llevar una tienda por si no quedan plazas. El Sendero del Oso (Karhunpolku) es una ruta marcada de 133 kilómetros y dificultad media, que avanza en paralelo a la línea divisoria con Rusia a través de varios parques y reservas naturales. Al contar con varios puntos de acceso, puede optarse por hacer tramos relativamente breves, incluso en bicicleta de montaña.
3. Pedaleando en las islas Åland
Turku, la antigua capital de Finlandia, 165 kilómetros al oeste de Helsinki, es el centro de la región del sur del país, una imponente ciudad marinera con un animado puerto, una catedral gótica y un castillo medieval, además de restaurantes, museos y galerías de vanguardia. El sur de Finlandia está salpicado de pintorescos pueblos, castillos y fortalezas y frente a la costa surgen islas donde practicar la vela o simplemente descansar. Se trata del archipiélago de Aland, un conglomerado de 6000 islas e islotes, de las cuales solo 80 están habitadas. Situadas entre Suecia y Finlandia, las islas pertenecen desde 1919 a este último país.
Para conocerlas, la mejor opción es hacerlo en bicicleta, porque muchos de estos diminutos trozos de tierra están conectados por puentes y ferris, y los caminos permiten salir de las vías principales y explorar sus bosques. Entre pedaleo y pedaleo, se pueden recoger fresas silvestres, visitar castillos en ruinas, tomar el sol, entrar una iglesia medieval, tomarse una sidra o subir a una torre vigía para admirar la quietud del mar Báltico.
La llamada Ruta del Archipiélago es un circuito de 230 kilómetros con inicio y final en Turku. Se recorren pistas rurales llanas que atraviesan campos y granjas, puentes, playas e idílicas localidades. Las pensiones que surgen en el camino son ideales para hacer un alto en el camino y recuperarnos. De mediados de mayo a agosto se puede hacer la ruta completa desde Turku con saltos entre las principales islas e islitas, unidas por ocho ferris y una docena de puentes.
4. Navegando en la región de los lagos
En Finlandia hay infinidad de lagos, pero hay una región donde el agua se impone con claridad a la tierra y por eso recibe específicamente ese nombre. Ubicado en el corazón del país, este vergel lacustre es también el reino de la piragua y el kayak. Al recorrer esta vasta región es casi obligatorio dejarse llevar por el curso del agua, ya sea a remo o bien a bordo de un histórico vapor y avanzar sin prisas por canales y lagos. Podremos, por ejemplo, dedicar tres días a remar en piragua por la Oravareitti o ruta de la ardilla, que recorre 57 kilómetros entre las localidades de Juva y Sulkava. Es una travesía muy bonita y educativa, perfecta para principiantes y familias, con buen equipamiento de áreas de descanso, campings y comodidades para el senderista.
Otra opción es dirigirnos a los parques nacionales de Kolovesi y Linnansaari. en el centro de la región de los lagos, para ver focas anilladas, una especie muy poco común, o las majestuosas águilas pescadoras, nutrias y búhos reales. Linnansaari es un pintoresco parque en torno a un lago con cientos de islas deshabitadas. Kolovesi, menos visitado, cuenta también con varias islas con bosques de pinos, acantilados escarpados, cuevas y pinturas rupestres.
Las barcas tradicionales recorren las que antaño fueron importantes vías de transporte. Así, desde cualquier ciudad es fácil organizar una salida de un día completo. Por ejemplo, ir de Savonlinna, una de las ciudades más bonitas del país, hasta la localidad de Kuopio, o atravesar el mayor lago de Finlandia, el Saimaa, hasta Lappeenranta. El segundo mayor lago está en Laponia: es el Inarijärvi, con la isla de Ukku en medio, un lugar sagrado para los sami, al que se puede acceder en barco desde junio hasta septiembre, cuando se funde el hielo.
5. Una cabaña en Carelia
La postal más icónica del verano finlandés es una acogedora casita junto a un plácido lago azul, con un pequeño bote de remos, un muelle para pescar y quizás playa propia. Las cabañas más sencillas tienen el baño fuera de la zona de pernocta y agua de pozo, pero también hay bungalows más modernos y cómodos. La hermosa región de Carelia ofrece algunos de los rincones más frondosos del país con más de un millar de cabañas para alquilar, tanto si buscamos una escapada a la naturaleza como un lugar donde celebrar una gran fiesta.
Carelia es una zona de densos bosques y un verdadero paraíso natural. Hay centenares de casitas junto a lagos y en remotos rincones del bosque que se pueden alquilar por unos días para sentirse en comunión con la naturaleza. Otra opción en auge para quienes busquen algo diferente son las granjas. Podremos alojarnos en una de estas explotaciones en la zona que rodea la ciudad de Lappeenranta. Algunas ocupan casas del siglo XIX; otras, antiguos graneros, y en muchas ocasiones simplemente una cabaña de troncos. Las propiedades suelen tener animales y casi todas ofrecen actividades al aire libre, como saunas, remo, pesca, raquetas y motos de nieve.
6. Cultura sami en Inari y Rovaniemi
El sol de medianoche, la aurora boreal, los renos y Santa Claus son los emblemas del norte del país, de la Laponia finlandesa, un territorio que transmite una impresionante sensación de amplitud. Al lejano norte de esta región lo llaman Sápmi, el hogar de los samis o lapones, cuyas principales comunidades están alrededor de Inari, Utsojoki, y Hetta. Rovaniemi, la capital de Laponia, en el círculo polar ártico, es la puerta de acceso a esta región.
Los sami ahora usan la tecnología en sus labores de pastoreo de los renos, pero sin renunciar a su profundo conocimiento de la naturaleza de Laponia. Su capital, Inari, y el cercano parque nacional de Lemmenjoki son los mejores destinos para iniciarse en su cultura y tradiciones. Hay que comenzar en el Sajos (centro cultural y Parlamento de los samis finlandeses) y en el maravilloso Museo Siida, con exposiciones vanguardistas y edificios originales, un espacio a la última que brinda una perspectiva general de los samis y su tierra. Si hay tiempo, es recomendable para realizar excursiones con guías sami, conocer a los renos y disfrutar de su artesanía y música, cuyos beneficios van a las comunidades locales.
El punto más turístico de Laponia es Rovaniemi, junto al círculo polar ártico, cuya propuesta turística gira en torno al personaje navideño de Santa Claus, que reside aquí oficialmente, y en las visitas a granjas de renos, safaris en moto de nieve, trineos tirados por perros huskies y deportes de aventura. La experiencia de deslizarse en trineo bajo la tenue luz del sol de invierno es algo difícil de superar. Las excursiones cortas son maravillosas, pero las de varios días permiten dar de comer a los perros y encariñarse con ellos.
7. Dormir a menos de cinco grados (cubierto por piel de oveja)
De entrada, puede dar cierto escalofrío la idea de alojarse en un hotel de nieve, pero dormir en uno de estos extravagantes edificios de hielo, de belleza etérea, es una experiencia maravillosa, aunque bastante costosa para nuestros bolsillos. En Laponia hay varios establecimientos de este tipo, como el Lumihotelli, que ofrece unas atractivas villas de cristal junto al mar con paredes y techo transparentes. La temperatura interior no sube de los -5º (en el exterior casi -30º) pero la piel de oveja y los resistentes sacos de dormir garantizan un sueño relativamente confortable. Y al despertarse conviene pasar un rato en la sauna para repeler cualquier atisbo de enfriamiento. Si nos parece demasiado extrema la perspectiva de pasar aquí la noche, simplemente se visitar una de estas villas y tomar un cóctel de vodka helado en el bar.
El Arctic Snow Hotel, a orillas del lago Lehtojärvi, a 26 kilómetros al noroeste de Rovaniemi, es a la vez hotel y restaurante de nieve aunque ofrece otras opciones más cálidas para comer. Al lado tiene una serie de iglús de cristal (desde principios de diciembre), ideales para contemplar la aurora boreal. Aunque no nos alojemos en el hotel, se pueden visitar sus instalaciones.
8. Kvarken, la costa oeste
El paisaje de las islas Kvarken, al oeste de Vaasa, en el extremo occidental del país, es fascinante. Estamos en la costa oeste de Finlandia, donde se sitúan ciudades históricas de madera, como Rauma, patrimonio mundial de la Unesco, o Kokkola.
Bañistas, surfistas y amantes de las aves llegan hasta aquí atraídos por las playas de Pori y Kalajoki, con sus cabañas entre los bosques y dunas. El tramo entre Vassa y Uusikaupunki es especialmente atractivo, salpicado de islas, y el parque nacional de la bahía de Botnia, creado en 2011, abarca 160 kilómetros de costa y engloba uno de los entornos naturales más limpios y pintorescos del país, con islas rocosas y playas de arena.
El archipiélago de Kvarken, frente a la ciudad de Vaasa, entre Suecia y Finlandia, es patrimonio mundial desde 2006. Formado por 5.600 islas e islotes de diferentes tamaños, es una tierra que va emergiendo del mar a una velocidad de unos 8 milímetros al año, que es mucho en términos geológicos. Algunas previsiones científicas apuntan a que en un futuro (para nosotros bastante lejano, en torno a 2.500 años) ambos países acabarán uniéndose. Desde la última glaciación y al desaparecer la presión del hielo, no han dejado de surgir nuevas islas. Como mejor se llega a Kvarken es desde Replot (La Garganta), la isla más grande del archipiélago conectada al continente desde 1997 a través del puente más largo de Finlandia. Kvarden es un destino fantástico para ir con la bicicleta pues hay multitud de puentes que conectan con las islas más pequeñas.
9. El lago Tuusula: en casa de Sibelius
Las vistas desde la estrecha carretera que rodea el Tuusulanjärvi (lago Tuusula), 35 kilómetros al norte de Helsinki, han inspirado a los grandes artistas finlandeses. A orillas del lago se encuentra la casa-museo del compositor y violinista Jean Sibelius (1865-1957), Ainola; el estudio y vivienda del pintor Pekka Halonen, Halosenniemi; y el Lottamuseo, el homenaje a la Lotta, un cuerpo de defensa formado por mujeres voluntarias. Los autobuses a Mäntsälä que salen de la estación de Kamppi paran aquí entre semana, pero también se puede ir en bicicleta (en tren hasta Kerava y regreso desde Järvenpää).
El Hotelli Krapi, un edificio histórico de madera en Tuusulanjärvi, a 2 kilómetros de Tuusula, es un hotel independiente en unos antiguos establos con habitaciones rústicas, dos restaurantes, sauna tradicional, auditorio de verano, campo de golf, clases de cocina finlandesa y un fantasma propio.
A quienes les interese Sibelius, tienen que ir también a la moderna ciudad de Lathi, 90 kilómetros al norte de Helsinki, donde se encuentra la moderna Sibeliustalo (Sala Sibelius), sede de la Orquesta Sinfónica de Lathi. El espectacular auditorio es todo de madera y cristal y ocupa un privilegiado enclave en el puerto.
10. Casco antiguo de Rauma
La Antigua Rauma (Vanha Rauma, en finlandés) es el mayor casco antiguo de madera de los países nórdicos y desde 1991 patrimonio mundial de la Unesco. Sus casas son como piezas de museo, pero también forman un centro vivo, con jardineras en las ventanas y charlas de vecinos, y se pasa por sencillos cafés, tiendas, museos y talleres de artesanía.
Rauma adquirió notoriedad en la Edad Media, cuando las encajeras de la ciudad desobedecieron la orden del rey Gustavo Wasa de mudarse a Helsinki para impulsar la industria de la ciudad. Como consecuencia de ello, en el siglo XVIII Rauma era ya un importante centro comercial, que rivalizaba con la capital, gracias a la afición europea por los sombreros con encaje. Aquí todavía se habla giäl, una antigua jerga marinera, y la tradición encajera medieval se recupera durante la Pitsiviikko (semana del encaje de Rauma).
Rauma tiene más de 600 edificios de madera de los siglos XVIII y XIX, cada cual con su nombre, señalizados con plaquitas ovales junto a las puertas. La iglesia central, de piedra, está en un pintoresco entorno junto al pequeño río Rauma y hay lugares curiosos para visitar. Quizá el más interesante es el Marela, que hoy en día funciona como museo y es sin duda uno de los edificios más elaborados de la ciudad. Albergó a una rica familia de comerciantes del siglo XIX, lo que explica la decoración interior a base de antiguos muebles, pinturas murales y estufas de cerámica suecas.
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