16 fotosDÍA DEL TURISMOEscenarios míticos que inspiraron grandes librosDe la Venecia voluptuosa de Jan Morris a la Siberia escarchada de Colin Thubron, pasando por las peripecias australianas de Bill Bryson. 16 aventuras para celebrar el Día Mundial del TurismoIsidoro Merino27 sept 2019 - 10:14CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceEn 1939, la escritora y fotógrafa ginebrina Ella Maillart (1903-1997) y la escritora Annemarie Schwarzenbach, nacida en Zúrich en 1908, viajaron en coche desde Suiza hasta Kabul. Eran los días previos a la Segunda Guerra Mundial, y en su audaz y duro periplo las dos mujeres atravesaron Armenia, Persia, Azerbaiyán y Afganistán. Publicado cinco años después de la muerte en accidente de Schwarzenbach, en 1942, El camino cruel (La línea del horizonte), además de ser un libro de viajes, sirve para acercarse a la atormentada figura de esta escritora de culto y autora de relatos de viaje como Muerte en Persia o Todos los caminos están abiertos, ambos publicados en castellano por Editorial Minúscula. En la imagen, la mezquita del jeque Lotf Allah, en Isfahán (Irán).Tanatat pongphibool (Getty Images)“Cuando al final se llega al filo del desierto, se sube la gran pendiente arenosa, se llega a la meseta rocosa, y la Gran Pirámide con toda su inesperada mole y majestuosidad se alza enorme ante la cabeza de uno, entonces el efecto es tan repentino como abrumador. Eclipsa al cielo y al horizonte, a las demás pirámides. Lo eclipsa todo menos la sensación de sobrecogimiento y asombro”. Dioses, faraones y exploradores (Abraxas Ediciones) ofrece un apasionante recorrido por el antiguo Egipto a través de los ojos de su primera exploradora, la egiptóloga británica Amelia Edwards (1831-1892). En la imagen, un globo sobrevuela el valle de los Reyes, en Luxor (Egipto).RAZVAN CIUCA (Getty Images)“Yo tenía una granja en África…”. A partir de la primera frase de Memorias de África (Alfaguara), la escritora danesa Karen Blixen (más conocida por su pseudónimo literario Isak Dinesen) traslada al lector a los pies de las colinas Ngong, cerca de Nairobi, con una claridad de estilo que le valió admiradores como Truman Capote. Desfilan por sus páginas la quietud de los animales salvajes, el tempo de África, su música, colores y olores, así como las personalidades de algunos kikuyos, como Kamante, su experto cocinero y también muy hábil para mofarse de la grandilocuencia ajena.Philip Lee Harvey (Getty Images)Una zona de oscuridad (Editorial Debate) es el primer libro del premio Nobel V.S. Naipaul sobre la tierra de sus antepasados, la crónica de 13 meses por la India en 1962. Primera de una trilogía que se completa con India, tras un millón de motines e India: una civilización herida, narra el intento de Naipaul de “abolir la oscuridad” que le separaba de su pasado ancestral. Hijo de inmigrantes brahmanes, vuelve al lugar de origen de su padre, en Uttar Pradesh, y sufre un choque emocional tremendo ante el fanatismo y la autoindulgencia que rodea a sus parientes en “el país más pobre del mundo”. Al final le queda un regusto de confusión, ansiedad. También la dulzura de la India, y el tener que enfrentarse a su propio vacío. En la imagen, dos ‘sadhus’ (ascetas hindúes) contemplan la salida del sol en Benarés.Bartosz Hadyniak (Getty Images)El título de Nadadores en el desierto (Península) hace alusión a las bellas pinturas rupestres halladas por el aviador y aventurero húngaro László Almásy (1895-1951) en Uadi Sura, un remoto rincón del desierto líbico (Egipto y Libia). Basándose en textos de Herodoto, Almásy —quien inspiró el protagonista de El paciente inglés— se lanzó a la búsqueda Zerzura y su ciudad blanca, “un secreto lugar repleto de oro y tesoros”, y del ejército del rey persa Cambises, tragado por una tormenta de arena cuando intentaba conquistar el oasis egipcio de Siwa. En al imagen, el monasterio copto de San Simeón, del siglo VI, en el desierto del sur de Egipto.Yann Arthus-Bertrand (Getty Images)Cuando se encontraba en la cima de su éxito, Bruce Chatwin abandonó su trabajo como reportero de la revista del Sunday Times (antes había triunfado como experto en arte en la galería de subastas Sotheby's, en Londres), para emprender un viaje a la Patagonia en busca de un recuerdo infantil: un trozo de piel “pequeño y correoso, con mechones de pelo áspero y rojizo” procedente de una cueva en el sur de Chile. Durante su periplo por los confines del mundo, se encontraría con todo tipo de personajes e historias —reales o improbables— con los que fue tejiendo En la Patagonia (Península), una narración sobre el exilio donde cada capítulo es casi una novela corta. En la imagen, la Cueva del Milodón, al norte de Puerto Natales (Patagonia chilena).Tony Waltham (Getty Images)Cuando Jan Morris (1926) llegó a Venecia a finales de la década de los cincuenta del siglo pasado, siendo todavía un varón (en 1972 se sometió a una operación de cambio de sexo), no pudo sustraerse al voluptuoso encanto que emanaba la ciudad italiana. Obsesionada por el lugar, “la leona solitaria, dorada con ojos de ágata”, le dedicó su obra maestra, Venecia, un clásico imprescindible de la literatura de viajes publicado en España por RBA.Isidoro Merino“El japonés ama el agua, y el samurái, el honor y la venganza. El samurái lava con sangre. El japonés lava hasta el cielo. ¿En qué cuadro japonés han visto ustedes un cielo sucio? ¡Y sin embargo! Rastrilla también las olas. Un éter puro y helado reina entre los objetos que dibuja; su extraordinaria pureza ha llegado a hacer creer que es maravillosamente claro un país donde llueve todo el tiempo”. En Un bárbaro en Asia, publicada por Tusquets con traducción de J. L. Borges, el escritor y pintor franco-belga Henri Michaux (1899-1984) describe el viaje que realizó en la década de 1930 por varios países de Asia, entre ellos el Japón de entreguerras, por entonces un país imperialista y militarizado que acababa de invadir Manchuria (China). Michaux, que compartió con los surrealistas la imaginación visionaria y el gusto por el gesto caligráfico, encontró en el refinamiento de Japón, India, Java, Ceilán o China la materia con la que alimentaría buena parte de su poesía y obra gráfica. En la imagen, el templo de Kiyomizu-Dera, en una ladera boscosa de una de las colinas en la zona oriental del barrio de Gion, en Kioto (Japón).Suttipong Sutiratanachai (Getty Images)“Tal vez pasé demasiado tiempo detenido en el puente. Las sombras engullían las orillas eslovaca y húngara, y las aguas del Danubio, rápidas y pálidas entre ambas riberas, bañaban los muelles de la vieja ciudad de Esztergom, donde una escarpada colina alzaba la basílica hacia el firmamento crepuscular”. Crepuscular, como la Europa que Patrick Leigh Fermor (1915-2011) resucita en El tiempo de los regalos y Entre los bosques y el agua, publicados en un solo volumen por RBA. Es la aventura de un joven de 18 años que en 1933, año en que Hitler subió al poder, vagabundea por una Europa al borde del desastre; un muchacho que, al cabo de pocos años, luchará contra los alemanes en Creta y secuestrará, al frente de un grupo de la resistencia, al comandante en jefe de la isla ocupada, el general Kreipe. El último tramo (RBA), su libro póstumo, narra la parte final de aquel viaje iniciático entre Holanda y Constantinopla, en el que Partick Leigh descubrió el amor y la vida. En la fotografía, vaqueros magiares en el parque nacional de Hortobágy, el más importante de la ‘puszta’, la gran estepa húngara.Jana Cavojska (Getty Images)"Un viaje no necesita motivos. Pronto demuestra que tiene sentido por sí mismo. Tú piensas que vas a hacer un viaje, pero muy pronto es el viaje quien te hace a ti. O quien te deshace”. En junio de 1953, con 24 años, el escritor suizo Nicolas Bouvier (1929-1998) y el dibujante Thierry Vernet partieron de Ginebra a bordo de un diminuto Fiat Topolino en una ruta por carretera a través de los Balcanes, Turquía, Irán y Pakistán hasta llegar a Kabul (Afganistán). Lo cuenta en Los caminos del mundo (Península). En 1955, tras dos años de periplo, pasó siete meses en Ceilán (la actual Sri Lanka) a la espera de unos permisos que le permitieran continuar. Alojado en un hotel de mala muerte, enfermo, casi sin dinero y con un manual de entomología como único compañero de viaje, su estancia en la isla del Índico se convirtió en una experiencia alucinada y febril que Bouvier tardó décadas en contar por escrito. El resultado es El pez escorpión, un libro de culto que se publicó por primera vez en 1982, editado por Altaïr dentro de su colección Heterodoxos. En la imagen, vista aérea de una playa en la costa sur de Sri Lanka.Anton Petrus (Getty Images)Animado por un interés casi morboso por las innumerables criaturas que pueden hacerte daño en Australia —desde la viuda negra hasta el cocodrilo marino, pasando por la insidiosa cubo-medusa, “un borrón transparente con una carga mortífera que liquidaría al equivalente a una habitación llena de gente”—, Bill Bryson recorrió el enorme territorio y lo describió con perspicacia en su divertidísimo libro En las antípodas (RBA). En la imagen, la carretera Gunbarrel Highway atraviesa el desértico interior de Australia trazando una recta de 1.350 kilómetros.Peter Walton (Getty Images)Al escritor estadounidense John Steinbeck siempre le tiró el Sur, la frontera. Con un amigo biólogo se embarcó en un sardinero en 1950 y recorrió el litoral del golfo de California, en México. El mar le atrapó y él se entregó a cantar un tipo de vida que ya le fue imprescindible en relatos como Por el mar de Cortés (Austral). En la imagen, nadando junto a un tiburón ballena en la bahía de La Paz, en el Mar de Cortés (México).Mark Carwardine (Getty Images)Consciente de que por muy lejos que uno vaya siempre habrá una agencia de viajes esperándolo, el británico Lawrence Osborne emprende un viaje delirante que lo llevará hasta las selvas de Papúa Nueva Guinea —donde se ve obligado a comer carne de murciélago, una especialidad local— tras recorrer Dubái, Calcuta, las islas Andamán, Tailandia y Bali. Lo cuenta en El turista desnudo (Gatopardo Ediciones), una divertida reflexión sobre el turismo de masas y un mundo en el que todo se parece a todo. En la imagen, un espectáculo de danzas nativas en Port Moresby (Papúa Nueva Guinea).James D. Morgan (Getty Images)Buena parte de la obra de Lawrence Durrell (Jullundur, India, 1912-Sommières, Francia, 1990) está ambientada en el Mediterráneo, un espacio geográfico que el autor del Cuarteto de Alejandría, su novela más conocida, reinventa hasta hacerlo suyo. Entre 1937 y 1940, Durrell vive en Corfú. Allí, arropado por la bondad del mar y del paisaje, escribe La celda de Próspero, un evocador diario repleto de imágenes y reflexiones sobre la isla, sus habitantes y los amigos que le acompañan. La obra pertenece a la trilogía que el autor británico dedicó a las islas del Mediterráneo, y que completan Limones amargos, sobre el convulso Chipre de los años cincuenta, y Una venus marina, que trata de Rodas (Edhasa). En la imagen, acantilados en la isla griega de Corfú.Matjaz Ocko (Getty Images)Con 58 años, Colin Thubron (Londres, 1939) dedicó cuatro meses de 1997, tras la descomposición de la URSS, a viajar por Siberia, un vasto territorio de Asia con 30 millones de habitantes y tres de los ríos más largos (Obi, Yenisei y Lena) de la Tierra. Recorrió 25.000 kilómetros y visitó desde el lugar donde fue asesinado el zar y su familia hasta la aldea de Rasputín. También lugares infames como Vorkuta, una ciudad construida en la tundra ártica por trabajadores del gulag (el siniestro régimen carcelario soviético) por la que pasaron 18 millones de personas. El resultado es En Siberia (RBA), un maravilloso libro de viajes, tanto por el tono poético de su prosa como por su calidad periodística. En la imagen, un paisaje de bloques de hielo en el lago Baikal, en Siberia (Rusia).Nestor Rodan (Getty Images)Los insólitos paisajes del Wadi Rum, un desierto de Jordania en la frontera con Arabia Saudí, han fascinado a todo tipo de viajeros. Uno de ellos fue el galés Thomas Edward Lawrence, el famoso Lawrence de Arabia (1888-1935), arqueólogo y escritor, oficial del Ejército británico durante la Primera Guerra Mundial. Unos paisajes que en su libro autobiográfico Los siete pilares de la sabiduría (Ediciones B) describe como “vasto, divino y lleno de ecos”. En la imagen, arco de arenisca en el desierto de Wadi Rum, en Jordania.David Santiago García (Getty Images)