Invitación al nudismo en Cantarriján
Taller de pintura corporal, yoga, paella y DJ en el encuentro naturista que se organiza el próximo sábado en esta playa de la costa granadina de Almuñécar
Cada vez son más a quienes durante la canícula se les despierta el deseo de experimentar el nudismo, la forma más completa y deliciosa de impregnarse de la naturaleza. Para ellos viene que ni pintado el Encuentro Nudista que la Asociación de Amigos de la Playa Nudista de Cantarriján organiza el próximo sábado, 17 de agosto. Este marco de la costa de Almuñécar (Granada) limítrofe con Málaga reúne condiciones ideales: es un arenal de piedrecillas y arena gruesa partido en dos y enclavado en el paraje natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo, donde las escarpaduras de la sierra de la Almijara se entregan al mar en brusco desplome.
Decir Cantarriján es invocar la historia del nudismo en España. Fue el primer arenal andaluz en ser declarado oficialmente nudista (1982) y la asociación que lo cuida busca la máxima visibilidad, repartiendo dípticos, promocionando actividades o, como ocurrió el pasado 7 de julio en el Día Mundial del Naturismo, instalando un tendedero y a quienes colgaban su bañador se le premiaba con una consumición en el bar. Cantarriján atesora un barranco de fuerza vegetal portentosa: una proliferación de pinos y algarrobos y, cerca, algún que otro chalé erigido en los años del urbanismo salvaje. Hasta el 10 de septiembre, la bajada de 1,4 kilómetros hasta la playa se realiza en autobús lanzadera (ida y vuelta, 2 euros), desde el aparcamiento principal de la carretera N-340, en horario de 9.00 a 21.00.
En la zona de restaurantes los bañistas desnudos no llegan al 40%, pero una vez doblada la proa rocosa, en el sector de playa oculto, uno de los más deseados en España, el naturismo está garantizado casi en su integridad.
Apuntarse al Encuentro Nudista (cantarriján.com) cuesta 25 euros, lo que da derecho al billete de autobús, al taller de pintura corporal con tintes hipoalergénicos y base de agua y a un almuerzo a cuerpo gentil (con paella de segundo plato y bebidas incluidas) en el espacio de ropa opcional que el restaurante La Barraca inauguró hace cuatro meses. Y es que alrededor del ficus de hoja pequeña se reúnen textiles y desnudos en feliz comandita.
A las 19.00 comienza la clase de yoga sin ropa, con su efecto vivificante. Poco después, el rostro dorado del morrón de Cantarriján reserva el encanto de su colorido al caer la tarde, cuando comienza la fiesta nudista de despedida, amenizada por un DJ. Es cierto que a esta hora bajan las cabras salvajes, y también se dejan ver por la noche muchos zorros y algún que otro jabalí. Además, la Barraca, dentro de su programación habitual, programa para el día 17 una fiesta pirata a las 22.30, habilitándose para quien se quede a partir de las 21.00 transporte de cortesía hasta el aparcamiento. Y a todo ello se suma que nadar bajo las estrellas en agosto conlleva, a veces, dejar tras de sí una estela verduzca producida por esos organismos bioluminiscentes llamados noctilucas.
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