Txapi Txuri, una escapada navarra para comer muy bien

Cerca del parque natural de las Bardenas Reales, y mucho más cerca del monasterio de La Oliva, Kerman Laskibar y su mujer, Susi, emprendieron la aventura de poner en el mapa turístico navarro a la pequeña localidad de Murillo el Fruto, que alcanzó su mayor reconocimiento histórico a principios del siglo XX, cuando nació en una de sus casas solariegas el famoso jotero Raimundo Lanas. Una centuria más tarde, Kerman recibe en su pequeño mostrador de la entrada a peregrinos de la cosa local, mientras Susi oficia (solo por encargo) en la cocina. Las elaboraciones caseras con productos de la huerta navarra en su acogedor restaurante merecen, sin duda, un peregrinaje. Imposibles de superar los espárragos recogidos en el pueblo, cocinados con mimo y sin escatimar en aderezos. Lo mismo que el desayuno, servido de 8.30 a 10.00 porque cada plato, cada bebida se elaboran de uno en uno.

Las instalaciones están aprovechadas al máximo, dado el excelente reacondicionamiento de esta antigua vivienda labriega de aplacados pétreos y ornato ecléctico. Traspasado el umbral bajo la toldería, el comedor se localiza a la derecha y da salida al jardín, donde se ven algunos rincones destartalados. Qué pena, porque ofrece un espacio bien agradable para pasar la tarde sumergido en el verde. El zaguán de salida es una zona de fumadores.

Accesibles mediante una escalera de caracol construida con lamas metálicas, los dormitorios ocupan la planta alta, reconocibles por sus puertas tintadas de estilo provenzal. La Oliveta, Haizea, Lastoa, Artalde, Mahasti… Preside el rellano del último peldaño una máquina de coser Singer, la clásica, la que desconocen las nuevas generaciones.

Dentro, las cinco piezas se ajustan como pueden a las apreturas del edificio, lo que obliga a ciertas incomodidades para moverse en la ducha sin anegar el suelo de agua. Su decoración está basada en enseres de otra época que recuerdan la vida en las casas de antes del jotero. Pero hay sitio para colocar unos libros a disposición del huésped.

Una parte de las habitaciones miran a la carretera de entrada a la población, que apenas tiene tráfico y no emite ningún ruido nocturno. Por eso el hotel merece formar parte de los Logis, la asociación francesa de hoteles distinguidos por su carácter familiar, su emplazamiento en poblaciones rurales y la quietud del campo.