18 fotos18 miradores españoles espectacularesDe un balcón colgado frente al circo de Fuente Dé, al Mirador del Río, en Lanzarote, obra de César Manrique, enclaves perfectos para un selfie Elena Sevillano14 mar 2018 - 19:17CETWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceEl mirador del Río, situado en la cima de un imponente acantilado, el Risco de Famara, a 479 metros sobre el nivel del mar, es una de las creaciones más representativas del artista canario César Manrique. Situado al norte de Lanzarote y orientado hacia el noroeste, se mimetiza con el entorno volcánico que lo rodea y dispone de varios puntos de observación para disfrutar de unas vistas privilegiadas del archipiélago Chinijo –La Graciosa, Montaña Clara, Alegranza, Roque del Este y Roque del Oeste– y del estrecho que lo separa de Lanzarote y que da nombre al mirador.Meißner/ullstein bild (Getty)Abierto hacia el desfiladero de La Hermida, el mirador de Santa Catalina, en el municipio de Peñarrubia, está considerado uno de los mejores de Cantabria: se construyó en 1999 en lo más alto del monte homónimo, en voladizo, de manera que bajo los pies del visitante hay más de 1.000 metros de caída hasta el río Deva. Los Picos de Europa asoman como telón de fondo. Junto a él perviven las ruinas de una torre defensiva de la Edad Media conocida como La Bolera de los Moros. Para llegar hay que tomar una carretera, habilitada ex profeso, que atraviesa un bosque y deja atrás la ermita de Santa Catalina.Gonzalo Azumendi (Getty)Cuenta una leyenda llena de tópicos que un bandolero gitano perseguido por una pareja de la Guardia Civil de otra época (capa y tricornio de charol) en la sierra de Las Corchuelas llegó hasta la peña Falcón y se quedó sin escapatoria, con el cauce del Tajo por delante y sus perseguidores detrás. Decidió saltar y tan grande fue su impulso que atravesó el río y cayó, de pie, al otro lado. El lugar donde se produjo tan legendaria hazaña es hoy un mirador con vistas impresionantes a las puertas del parque nacional en Monfragüe, en Cáceres, y visita obligada para los aficionados de la observación de aves.getty imagesLa mejor vista del Meandro del Melero, impactante capricho del río Alagón en el límite oriental de la comarca de Las Hurdes, en la provincia de Cáceres, se obtiene desde el Mirador de la Antigua, en las cercanías de Riomalo de Abajo; hasta él se llega por una carretera en parte asfaltada, en parte pista forestal (los últimos dos kilómetros y medio de recorrido). A la salida del pueblo, de camino al mirador, el viajero encuentra una piscina natural sobre el río Ladrillar, en un paraje del que parten varias rutas de senderismo.Juan García Aunión (age fotostock)Las verticales laderas de la vertiente sur del valle de Ordesa (Pirineo de Huesca) están trufadas de miradores formados por muros de piedra a modo de protección. Como el del Rey o el que corona la punta Acuta (en la foto), con impresionantes vistas sobre bosques de abetos y hayedos, y macizos nevados. Los clubes de montaña suelen organizar rutas guiadas hasta ellos por la llamada Senda de los Cazadores, descendiendo después hasta Torla por la pista de los miradores. Desde esta localidad, y también desde Nerín, existen rutas turísticas autorizadas en taxi y autobuses 4x4 para conocerlos.Eduardo Fuster (age fotostock)El mirador de La Peña, en Guarazoca, al norte de la isla canaria de El Hierro, es otro espacio orgánico de César Manrique, con un restaurante en su interior. De puertas hacia afuera permite al visitante comprobar “las consecuencias del gigantesco deslizamiento de tierras que hace milenios creó el valle de El Golfo”, explican desde Turismo de Canarias. Los riscos de esta enorme mella de 15 kilómetros de ancho por uno y medio de alto están cubiertos de una densa vegetación autóctona y, a sus pies, una llanura volcánica de viñedos y frutales que termina en el Atlántico. A lo lejos, los roques de Salmor, santuario de lagartos gigantes endémicos.Flavio Vallenari (Getty)Un barrido de 360º desde el mirador del Fitu, en Arriondas, Asturias, permite disfrutar de una concatenación de paisajes que van desde la costa y las playas hasta reservas naturales como la de Sueve, el parque de Ponga o el parque nacional de los Picos de Europa, pasando por localidades como Ribadesella, Colunga, Villaviciosa y, en días especialmente claros, incluso Cangas de Onís y Covadonga. Se trata de una sencilla estructura de hormigón construida en el primer tercio del siglo XX: 15 escalones y una pequeña plataforma que se eleva sobre los acantilados en el Alto de la Cruz de Llames, en la carretera AS-260 entre Arriondas y Colunga. Forma parte de un área recreativa.Jean-Paul AZAM (age fotostock)El mirador de Sa Creueta (o El Colomer) es una roca vertical a 232 metros sobre el nivel del mar que se alza en la península de Formentor, al noroeste de Mallorca. Es la guinda de los miradores engarzados, como las cuentas de un collar, a lo largo de los 18 kilómetros de la carretera que recorre la bahía de Pollença. Sus espectaculares vistas hacia el cabo de Formentor son especialmente recomendables durante la puesta de sol, quizás la mejor hora del día para disfrutar de una de las panorámicas más bonitas de la isla balear.Jorg Greuel (Getty)Es prácticamente imposible hablar a estas alturas del mirador de San Nicolás sin que la descripción suene trillada. No es cierto que éste fuera el lugar desde donde el expresidente de Estados Unidos Bill Clinton viera “la puesta de sol más hermosa del mundo” pero eso no le quita mérito al mirador más emblemático de Granada, y uno de los más conocidos de España. Ubicado en el corazón del Albaicín, regala una completa panorámica de la Alhambra, la ciudad granadina, su Vega y Sierra Nevada al fondo. Con el gran mérito añadido de conseguir impresionar al visitante pese a la masificación, los grupos tocando la guitarra y la algarabía reinante.Monica Gumm (age fotostock)La puesta de sol congrega a viajeros y turistas en el Mirador Sa Foradada, entre la cala de Deià y el caló de S'Estaca, en la costa oeste de Mallorca, inmerso en el paisaje espectacular de la Sierra de la Tramuntana y con vistas a un curioso (y conocido) accidente geográfico de la isla: una pequeña península que se adentra en el mar, con la roca agujereada (foradada) que le da nombre en su parte final, y que ha servido de inspiración a viajeros y artistas. Es un clásico asomarse a este balcón para hacerse un selfie o disfrutar de la postal desde la terraza del restaurante Na Foradada (naforadada.es).J. PastorA 1.850 metros de altitud, este mirador está situado junto a la estación superior del teleférico de Fuente Dé, sobre el circo homónimo. Desde aquí impresionan las panorámicas del macizo central de los Picos de Europa –Peña Remoña, Padiorna, Pico San Carlos y Torre Altaiz, los picos de Santa Ana, Tesorero, Torre Horcados Rojos, Peña Olvidada– y, más allá, de la Cordillera Cantábrica. Se puede llegar en el teleférico, que salva un desnivel de 753 metros y tarda en el trayecto poco más de tres minutos.Bruno Almela (age fotostock)Los mejores lugares para asomarse al Puente Nuevo de Ronda son los miradores de la Plaza de España y la calle de Ernest Hemingway, en la parte nueva, justo a la entrada del puente, santo y seña de esta ciudad malagueña junto a su plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería. Tuvo un primer intento de construcción en 1735, que se derrumbó seis años después, y un segundo, exitoso, en 1751, que finalizó en 1793 y dejó para la historia esta gran obra de sillares de piedra y 98 metros de altura, que une las dos mitades de un casco urbano partido por un Tajo y no es apta para quienes sufren vértigo.Benny Marty (Getty)Cuando en 2015 National Geographic destacó a Montefrío –uno de los pueblos más bonitos de España, a 50 kilómetros de Granada– como una de las 10 localidades con mejores vistas del mundo, los turistas comenzaron a llegar atraídos por tal reclamo: una estampa con su fortaleza mirando desde arriba, como asomada a un balcón de piedra, las casas blancas y la iglesia redonda del pueblo, extendido escalonadamente a sus pies. Como agradecimiento a la revista, el Ayuntamiento decidió en 2016 que su famoso mirador de Las Peñas pasara a llamarse National Geographic.José Lucas (age fotostock)El visitante tiene la sensación de ser realmente diminuto cuando accede al pequeño promontorio vallado del Mirador del Fraile, asomado a la presa de Aldeadávila, en el parque natural Arribes del Duero (Salamanca), y al estrecho cañón por el que serpentea el río hasta donde alcanza la vista, con una pared de rocas graníticas cayendo 500 metros en vertical sobre sus aguas. Aves rapaces en peligro de extinción sobrevolando, majestuosas, el escenario completan la estampa. Este mirador se encuentra en la ruta del Duero GR-14, cerca del Salto de Aldeadávila, y frente al pueblecito portugués de Bruçó.Alfonso de Tomás (Getty)En días claros, desde el mirador del Estrecho de Gibraltar se divisa con nitidez otro continente, que en este punto solo dista unos 15 kilómetros: desde Ceuta, al este, a Tánger, al oeste. Hay prismáticos de monedas para quien quiera verlo aún más cercano. No es un mirador en primera línea de costa sino que se alza en un altozano a unos 300 metros sobre el nivel del mar, en la subida al puerto del Bujeo, dentro del parque natural del Estrecho y a seis kilómetros del centro urbano de Tarifa tomando la N-340. Ofrece unas vistas magníficas a la lengua de agua del estrecho y a la costa africana, pero también a la propia costa mediterránea gaditana.José Lucas (age fotostock)Además de unas vistas de 360º de Barcelona, la colina de Turó de la Rovira, a 260 metros de altitud, rememora parte de la historia española del siglo XX: durante la Guerra Civil se instaló en él una batería antiaérea, y posteriormente uno de los últimos barrios de barracas de la ciudad, aunque pese a su nombre nunca hubo búnker. Previamente a los Juegos Olímpicos de 1992 se echaron abajo las barracas y los vecinos de los barrios cercanos comenzaron a acudir a la colina abandonada a disfrutar de la panorámica. De poco conocido ha pasado a atraer cada vez a más turistas, ya que el Ayuntamiento lo está promocionando como forma de descongestionar otros puntos muy masificados, como el parque Güell.Uwe Kraft (age fotostock)Uno de los mejores miradores de la Ribeira Sacra, donde el río Sil, afluente del Miño, se encajona en un profundo cañón, se encuentra en Parada de Sil, Ourense. Se llama Balcones de Madrid y debe su nombre a que era el lugar escogido por las mujeres gallegas para ver marchar a sus maridos que emigraban a la capital (muchos como barquilleros que se buscaban la vida en las verbenas de la ciudad). Recomendable acercarse a su barandilla de madera al atardecer, cuando el azul de las aguas, muy al fondo, va cambiando de color y oscureciéndose conforme desaparecen los últimos rayos del sol.Consorcio de Turismo Ribeira Sacra (turismo.ribeirasacra.org)Parafraseando aquel famoso eslogan publicitario, el Mirador del Valle es, posiblemente, la mejor vista de Toledo. Para llegar hasta él hay que alejarse un par de kilómetros de la ciudad por la carretera de circunvalación y subir por otra más angosta que termina en un par de apartaderos para dejar el coche. Unos pasos después aparece ante los ojos del viajero el riquísimo entramado urbano bañado por las aguas del Tajo y dominado por el Alcázar, el castillo de San Servando, la torre de la catedral... Eso sí, hay quienes discrepan (como Paco Nadal) y defienden que las mejores vistas de Toledo se obtienen desde la terraza del Parador de Turismo.Jeff Greenberg (age fotostock)