NH Puerta de la Catedral: el motorista en el tejado

Además del Palacio de Castellanos, el grupo hotelero NH gestiona en Salamanca otro establecimiento claustral que suele atrapar a los amigos de la historia. No por el esplendor plateresco que distingue a la ciudad, sino por la estética autóctona lograda con la transformación de la vieja Casa de las Pizarrinas en un flamante hotel con fachada de piedra de Villamayor y algún ditirambo historicista enhebrado con mucho arte por el estudio local Ferreira Arquitectos. Tradición de imposturas neoplaterescas tampoco faltan en los barrios diseñados por Gil González a mediados del siglo XX. Lo cual, guste o no, refuerza el atractivo turístico de la ciudad.

Un establo, un almacén de trigo y un pozo conformaban el edificio primigenio, que pasó por varias manos antes de que Leonardo Sánchez lo cediera en explotación hotelera al grupo hispano-chino, dada su excelente ubicación justo enfrente de la catedral. De ahí su nombre.

Salvo por el empaque de la piedra que configura la fachada, nada informa de que el hotel se extiende a lo largo de cinco plantas, pues las dos últimas, donde se localizan los cinco salones de reuniones y el garaje, solo aparecen desde la entrada de la calle de Tentenecio, en un lateral del edificio. En lo alto, como remate de chimenea, sorprende ver una veleta con la figura de un motorista. Es la pasión —no secreta— de su propietario.

Esta impronta personal marca algunos aspectos del establecimiento, diferente al estándar funcional que caracteriza a NH. Las zonas comunes, escasas, se dirían propias de un hotel con encanto. Los dormitorios con vistas a las agujas de la torre del Gallo, en la catedral románica y gótica, guardan el rigor de la forja en sus balcones, mientras que su interior es aséptico y utilitario. Una cafetera Nespresso marca el punto de distinción, especialmente en las habitaciones superiores, con terraza abierta al exterior. En días soleados se puede solicitar el desayuno aquí. Por la noche, sin embargo, los ruidos pueden llegar a resultar molestos, especialmente los fines de semana.

Los puntos más fuertes del hotel son las excepciones al servicio tradicional de esta firma. Los domingos, por ejemplo, se puede desayunar a mediodía y salir a media tarde sin necesidad de liberar la habitación. El acceso wifi a Internet es gratuito. Existe un desayuno para madrugadores todos los días a partir de las cinco de la madrugada. Y, lo mejor de todo, un garaje en el sótano que por 18,70 euros diarios ahorra la molestia de salir del casco histórico para dejar aparcado el coche.

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