(viene de la foto anterior)Mai Barral, propietario de la 'boutique' Polar y uno de los pioneros de Conde Duque, asegura que la personalidad de este barrio está directamente relacionada con su ubicación, a las espaldas de las populosas calles Princesa y San Bernardo. “No es un lugar de paso. Tienes que conseguir que la gente venga hasta ti. Por eso debes ofrecerle algo distinto y especial para que vuelva y te recomiende a sus amigos. La atención al cliente también es fundamental: si no haces barrio, no tienes futuro”, dice. En las aceras tranquilas, que todavía están empezando a ponerse de moda, reside parte de su encanto. Conde Duque aún es un pequeño secreto en el centro de Madrid. La proximidad a Malasaña se deja notar, pero su público es, según asegura Barral, al menos una década mayor. Más burgués. Más tranquilo. Como sus plazas, que se acuestan pronto los sábados y se levantan aún primero los domingos.