El gin tonic, en cortitos
Augusto Romero Haupold es un apasionado de Madrid. El director general de Rives, destilería gaditana inaugurada en 1880 y una de las primeras en elaborar ginebra de España recorre la capital a ritmo de gin-tonic
A Augusto Romero Haupold le apasiona Madrid. “La visito una vez al mes”, cuenta el director general de Rives, destilería gaditana inaugurada en 1880 y una de las primeras en elaborar ginebra de España. Haupold recorre, de gin-tonic en gin-tonic, la capital.
¿Qué le gusta de Madrid?
El ambiente que se respira por sus calles. Tiene la alegría, la categoría, y gente de todo tipo. Los madrileños, de nacimiento o de adopción, tienen un toque castizo y muy disfrutón.
¿Dónde arranca su plan?
Suelo llegar por la tarde al hotel Wellington, en Velázquez, donde llevo alojándome cerca de 40 años. Creo que la primera vez que dormí en él tenía 24 años. Me tratan muy bien y me reciben con un cortito bien frío.
¿Qué es un cortito?
Es el mejor gin-tonic que te puedes tomar: una parte de ginebra y tres de tónica. Es suave y no te emborracha; perfecto como aperitivo. Después, a la calle.
¿Cuál es el destino?
Parada en el Ten con Ten, en la calle de Ayala, donde suelo quedar con un amigo para picar algo. Abrimos el apetito y nos vamos a cenar a la Cava Baja, a Casa Lucio. A Lucio lo conocí cuando era el maître de El Schotis, que está muy cerca de su restaurante. Luego se lanzó por su cuenta.
Usted, fiel a la tradición.
Hombre, soy un señor. Disfruto mucho con los huevos rotos y los platos bien hechos, como los de El Landó, en la plaza de Gabriel Miró. También frecuento La Maruca, en Velázquez, que es un poco más moderno.
Tras la comida, ¿copa?
La tradición manda tomar al menos una en cada lugar que visitamos. Casi siempre bebemos ginebra. En el Otter, en Claudio Coello, por ejemplo, un Dry Martini. El barman lo hace muy bueno. A veces, bromeando, me cambian la marca de ginebra sin decir nada para ver si me doy cuenta.
No sé si lo notará, pero ¿se emborracha?
Claro que noto cuando me cambian la bebida. No me emborracho. Eso es lo bueno de los cortitos, que puedes controlar lo que bebes. Igual te suben un poco a última hora. En ese momento empezamos a hablar de actualidad y nos ponemos a salvar el mundo.
¿Ha cambiado mucho la ciudad?
Por un lado, sí: está mucho más cuidada y tiene un ambiente más internacional y metropolitano. Por otro, no. Sigue siendo abierta, sociable, desenfrenada y divertida.
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