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Taiwan, 165 kilómetros y una bici

Una ruta para cruzar el túnel de las nueve vueltas, el Trópico de Cáncer y el puente del dragón, toda una aventura a pedales por la Costa Este de la isla

El famoso túnel de las nueve vueltas del parque nacional de Taroko, en Taiwan.
El famoso túnel de las nueve vueltas del parque nacional de Taroko, en Taiwan.

Cinco y media de la mañana en Taipei. El sol se levanta tímido, saludando a los taiwaneses que a esa hora empiezan a practicar algún arte marcial por los parques de la capital. Ponemos rumbo a la estación principal de la ciudad, donde por 350 NTD (menos de 9 euros) cogemos un tren hasta Hualien, la puerta de entrada a la Costa Este de la isla. En un par de horas llegamos allí y un autobús después ya estamos en una de las mayores atracciones de la región: el Parque Nacional de Taroko.

El Trópico de Cáncer.
El Trópico de Cáncer. Daniel García

A veces saturado por las visitas de los grupos de turistas de la República Popular China, Taroko es famoso por su espectacular túnel de las nueve vueltas o el Santuario de la Eterna Primavera. Pero la verdadera aventura comienza al día siguiente. Nos levantamos temprano para coger las bicis en la tienda Giant junto a la estación de tren de Hualien; por unos 350 NTD al día se pueden alquilar estupendas bicicletas con todo lo necesario para recorrer la Costa Este. El objetivo es llegar a Taitung, a más de 165 kilómetros.

Para llegar hasta allí desde Hualien los ciclistas tienen dos opciones: la carretera 9 que discurre más por el interior –por el East Rift Valley–  o la número 11 que pasa por las montañas junto al océano Pacífico. Cogemos la segunda. La número 11 es el sueño de cualquier aficionado a la bicicleta; en pocos lugares del mundo se puede pedalear bajo las nubes entre cumbres y observar a la vez los delfines, y en ocasiones ballenas, que se acercan a la costa.

Al grito de Jiayou (加油, ánimo), los habitantes de la zona nos van saludando en los primeros 70 kilómetros hasta Shihtiping, el final de la primera etapa. Una vez allí hay una zona de acampada junto a la playa que sirve como primer punto de descanso durante el viaje; cuando llega la noche el cielo se llena de estrellas y el océano empieza a cantar con suavidad, recordándonos porqué necesitamos viajar.

El puente del dragón de Sanxiantai.
El puente del dragón de Sanxiantai.balmung

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Para el día siguiente no hay un plan determinado, simplemente pedalear y ver qué nos encontramos en este paisaje salvaje. Desde Shihtiping ponemos rumbo al sur, cruzando el landmark del Trópico de Cáncer y la cueva de los ocho inmortales (Baxian cave); estas cuevas, que el mar creó hace cientos de años, tienen hoy en día un uso religioso. A lo largo de la carretera el paraje se hace cada vez más sencillo y plano en comparación con el día anterior. Tras unos 45 kilómetros recorridos llegamos al atardecer a Sanxiantai (三仙台), una pequeña isla rocosa conectada a la costa a través del puente del dragón, cuya forma se asemeja a esta figura mitológica.

Tras presenciar el amanecer en el faro de Sanxiantai, el punto más alto de la ínsula, nos ponemos rumbo a Xiaoyeliu (小野柳), cerca ya de nuestro destino final en Taitung. En estos últimos kilómetros se percibe el peso de la cultura aborigen en Taiwán. Antes de que la etnia Han llegara a Formosa, los aborígenes llevaban en esta tierra más de 8.000 años. Aunque los datos difieren según la fuente consultada, Taiwan sigue siendo el hogar de unas 14 tribus, a las que pertenecen algo más de medio millón de habitantes. Durante siglos los nativos sufrieron las calamidades impuestas por los colonizadores que pasaron por Formosa. La zona en la que nos encontramos viajando es la de la tribu de los Amis.

Un poco antes de Taitug, montamos las tiendas en la zona de acampada de Xiaoyeliu y ponemos rumbo, ahora caminando, al puerto de Fugang, una zona en la que hartarse de buen marisco por poco más de 200 NTD (unos 5 euros). Como es la última noche hay que celebrarlo: ¡Taiwan beer para todos!

El día siguiente nos levantamos temprano para coger el tren de vuelta a Taipei. La estación de tren de Taitung está a menos de cinco kilómetros de donde nos encontramos. Antes de marcharnos, devolvemos las bicicletas en la tienda de Giant situada en la misma estación; todo perfecto, el sistema de alquiler de la marca de bicis taiwanesas es uno de los más eficientes que se puede encontrar en el mundo, fácil, sencillo y rápido. ¿Qué quieres viajar con tu propia bici? Ningún problema, los trenes de la isla son bicycle friendly, solo hay que hacerse con algún billete para algunos de los trenes con vagones adaptados para transportar bicicletas. 

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