Impulso juvenil

Cuidada presentación en botella borgoñona con relieve, etiqueta minimalista, corcho de calidad y nombre sorprendente: Trus (acrónimo de tierra, roble, uva, sol). Son armas de quien empieza en el competitivo y saturado mundo vitivinícola, y lo hace con la pretensión de situarse desde el comienzo entre los grandes. Hemos conocido bodegas de arranques parecidos y recorrido corto, ahogadas las santas intenciones en el mar de las dificultades comerciales y financieras. Esta vez parece que la cosa funciona. La bodega nace con el siglo y se incorpora desde sus inicios al grupo Palacios Vinoteca, que engloba a la bodega riojana Nivarius y la cervecera artesana Cerius. Cuenta con el impulso de un equipo directivo joven, posee 60 hectáreas de viñedos propios y una buena dirección técnica que se refleja perfectamente en su vino estrella.

La uva, seleccionada en viña y mesa, procede de una parcela de 7,4 hectáreas ubicada en zonas elevadas. La fermentación se realiza en tinas de roble, para envejecer posteriormente durante dos años en barricas de roble francés nuevas. Todo muy de libro. El resultado, un tanto convencional, tiene buena factura: aroma a frutillos silvestres maduros, guarnecidos de especias cálidas, notas de torrefactos, tostados y un elegante toque de cuero. Sabroso, potente, tánico, impregna la boca de fruta bañada en licor.

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