Entrevista con un tigre
Cineastas, deportistas y otros profesionales relatan 15 aventuras iniciáticas. De una canasta en Zambia a las pirámides de Egipto
Rosa María Calaf cruzó África en furgoneta y Lola Herrera conoció la Manila ostentosa de Imelda Marcos. Personalidades del mundo de la empresa, la cultura o el deporte desvelan el viaje de su vida.
Egipto con Terenci Moix
Nuria Espert (Actriz)
Finales de los ochenta. Núria Espert se ha peleado con su marido, Armando, y llama llorosa a su amigo Terenci Moix: “¡Vámonos a Egipto!”. “Esta tarde no puedo que he de entregar un artículo”, responde el escritor. Salieron dos días después. “Yo, del disgusto, tardé unas horas en sentir que estaba embarcada en un viaje maravilloso; pero el país y la belleza enseguida pudieron con mi enfado”, dice la actriz. Visitaron un poco El Cairo, un par de iglesias coptas, las pirámides, y enseguida Nilo arriba hasta la vieja catarata. Terenci no bajaba del barco para ver los templos, se los sabía de memoria. Ella viajó sola a Abu Simbel. Juntos fueron a El Fayum, “para ver las tumbas romanas, con pinturas inigualables, con el mejor y más experto de los guías”. Volvieron a España, ella se reconcilió inmediatamente. Regresó al país norteafricano una vez más, para “algo triste y dulce a la vez”: acompañar las cenizas de Terenci, que fueron esparcidas en la bahía de Alejandría. “Ahora me sorprendo siguiendo las noticias de ese país como si fuera el mío”.
África en furgoneta
Rosa María Calaf (periodista)
Entre 1973 y 1974, Rosa María Calaf dejó su trabajo en TVE y se embarcó con su pareja en un viaje irrepetible: de Barcelona a Ciudad del Cabo, 60.000 kilómetros, un año y más de 20 países recorridos en una furgoneta de reparto. La Calaf que regresó dejaba tras de sí estereotipos y certezas. “Es lo bueno de los viajes: te adentras en lo imprevisto, te obligan a tomar decisiones, conoces mejor a los demás y a ti mismo”. Descubrió “civilizaciones interesantísimas” y recibió lecciones de convivencia. “Pasamos malos ratos, pero fue por la policía o las autoridades, nunca por la gente. Habían visto pocos blancos, los niños se acercaban tímidamente y nos tocaban”. Un día compartieron un té con el conductor de un camión averiado en mitad de una pista. “Nos dijo que su compañero había ido a buscar una pieza y que la última vez había tardado tres meses en volver... Aprendí que no puedes controlarlo todo, y que con nuestra manía de ir deprisa nos creemos dueños de nuestro tiempo cuando en realidad somos sus esclavos”. Conoció que en el desierto pasan cosas, aunque en silencio. Mientras que en la selva predomina el ruido. Hoy ese viaje sería irrealizable porque en muchos de los países que atravesaron la inseguridad es total. “Hemos ido a peor. Nos globalizamos, pero, a la hora de la verdad, hemos hecho un mundo más pequeño”.
La Manila de los ochenta
Lola Herrera (actriz)
Lola Herrera visitó la capital filipina en 1982 con la película Función de noche, que competía en el Festival de Cine de Manila, un ostentoso invento de Ferdinand Marcos y su esposa. “Imelda se cambiaba cuatro veces de traje en la misma comida y organizaba cenas a la hora en la que se proyectaban las películas, con lo cual nadie iba a verlas”. El embajador español llevó al equipo a conocer la fachada que los Marcos habían hecho construir para tapar el chabolismo ante una visita del Papa. “Barriadas enteras tenían delante un inmenso decorado de cartón piedra con sus ventanas, sus visillos y sus macetas de geranios, que ocultaban la miseria que había detrás”. El país y su naturaleza, sin embargo, la maravillaron. Vio un mercado flotante, presenció la lucha de una cobra y una mangosta e hizo rafting sobre una balsa en una de las localizaciones de Apocalypsis Now.
Tres mochileros en Nepal
Víctor Ullate (bailarín)
Víctor Ullate, su hijo Josué y Eduardo Lao bailan en un poblado nepalés haciendo corro, los vecinos animando y un abuelo tocando las palmas. Los tres bailarines hacen trekking por el país empujados por Víctor, que viajó a Nepal hace una década y se confiesa enganchado. El amanecer en Katmandú, cuando los vendedores de frutas se preparan para ir al mercado; ciudades como Pokhara, y luego horas de caminata a través de las montañas, resguardándose en refugios de piedra, durmiendo en camastros de madera y compartiendo comida con familias locales. Fue hace tres años, Josué tenía 17. “A ver si no le va a gustar, es muy joven”, se preocupó el padre innecesariamente. A Josué le fascinó. “Percibes la energía que emana, es fantástico”, dice Ullate.
Ruge el felino
Jordi Roca (cocinero)
Año 2012. Jordi Roca y su equipo se adentran en la reserva de Periyar, en Kerala. Están rodando el making of de Somni, la ópera gastronómica de El Celler de Can Roca, y han viajado a India para filmar la exuberancia, recoger especias y construir un plato. Buscan una localización para que Roca sea entrevistado en la espesura de la jungla, con los monos chillando. Un fuerte ruido apaga los demás y los monos salen huyendo. “Quizá sea un tigre”, susurra el guía. Por algún motivo, en vez de correr, deciden seguir. “Cada ruido, pensábamos, va a ser el último que oigamos”, pero el tigre no apareció y la toma resultó bien. Aquel viaje, en principio de trabajo, “fue único”. India lo sedujo: “Viajar es estímulo y aprendizaje, para descansar me quedo en casa”.
Sola en la Ciudad Perdida
Benedetta Tagliabue (arquitecta)
Benedetta Tagliabue guarda una foto posando en la Ciudad Prohibida de Pekín desierta, sin turistas. En 1981 su tío abría negocio en la China comunista y se llevó de viaje a su hija y a su sobrina de 18 años. “Es una tierra antigua incluso vista desde el aire, te lo dicen hasta las montañas, aún sigo intentando explicármelo...”, dice la arquitecta. Recuerda a todo el mundo con el mismo uniforme verde y la estrellita roja en el gorro. “El único coche era el nuestro, rodeado por una nube de ciclistas”. La gente se paraba a mirar a aquellas dos occidentales jóvenes, las rodeaba y se reía, las tocaba. “Cómo era de fea Pekín entonces... ¡Fea a rabiar! Pero la comida era superior, reconoces una gran civilización por su comida”. Conoció Harbin y sus esculturas de hielo mucho antes de que se hicieran famosas. “Era febrero y estábamos a entre -22 y -35 grados”. Ella misma temió convertirse en una estatua de hielo.
Arrodillada ante Roma
Dunia Ayaso (directora de cine y teatro)
La directora Dunia Ayaso sintió el impulso de hincarse de rodillas cuando vio el Panteón una noche, iluminado, a la vuelta de una callejuela por la que iba paseando con Félix Sabroso. No lo hizo por vergüenza, pero fue lo que le pidió el cuerpo. Aquel era su primer viaje a Roma. “Siempre que voy me conmueve, renazco. Andas boquiabierta ante tanta maravilla... Doblas otra esquina y aparece la Fontana de Trevi... ¡Y te dan ganas de arrodillarte otra vez!”, dice entre risas.
Mi baobab en Zambia
José Manuel Calderón (baloncestista)
Calderón viajó a Zambia el año pasado para visitar los proyectos de Unicef. ¿Imágenes? Muchas... Un grupo de elefantes, tranquilamente, junto a las cataratas Victoria; calor, innumerables horas de 4x4, y baobabs. Plantó uno con su nombre. “Quiero volver para ver cómo ha crecido”. Le maravilló la hospitalidad de la gente. “Fuimos a casa de una anciana, para charlar, y ella se colocó en nuestro honor un pañuelo, una camiseta y un pareo con el escudo del Real Madrid”.
Manchegos en Tokio
Joaquín Reyes (humorista)
En julio de 2012, Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla llevaron sus “bromas manchegas” al Instituto Cervantes de Tokio. “Al terminar, una estudiante se acercó y nos dijo: ‘He entendido cero patatero”. Durante 10 días vivieron una ciudad impresionante. “Salimos por la noche, es abrumador lo iluminada que está, toda la información de letreros, luces... Es fácil perderse, pero no te aburres, es muy estimulante”. Comprobaron la proverbial educación y timidez japonesas. “Al principio te desconcierta, nadie te mira a los ojos, el contacto visual es de mala educación”. Aunque también les gusta exhibirse, como descubrieron en Harajuku, el barrio en el que los domingos se juntan las tribus urbanas “a que las veas”. Rockers, lolitas. Y, gracias a la embajada, consiguieron entradas para el museo de anime del estudio Ghibli, que hay que reservar con un mes de antelación.
Toronto, a pesar de todo
Daniel Sánchez Arévalo (director de cine)
En 2006, Azuloscurocasinegro concursa en el Festival de Toronto. Su director sufre un accidentado viaje para llegar: casi pierde el avión, en el aterrizaje su oído izquierdo peta y le pierden las maletas. Llega al hotel pasada la medianoche. Un Orfidal y a la cama hasta que alguien aporrea su puerta. Es la policía, con metralletas y chalecos anti-balas. “¡No salga de su habitación!”. Ha habido un asesinato en su planta. El cineasta y el actor Antonio de la Torre pasan de la orden y salen a la calle. Cinco de la mañana: “Todo cerrado y un frío terrible. Vagamos por Toronto. Lo odio. Todo me parece feo y deprimente”. Al día siguiente presenta su filme. El acúfeno (pitido) en su oído izquierdo le acompaña desde entonces. “Es mi fiel animal de compañía. O yo el suyo”. “Luego descubrí que Toronto es una ciudad maravillosa”, admite el cineasta, “no me hubiera importado quedarme un poco más”.
De ‘au pair’ en Londres
Adelaida de la Calle (presidenta de la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas)
El primer viaje al extranjero de Adelaida de la Calle la llevó a Londres, en 1971, en cuarto de carrera, y para ser au pair. ¿Mucha oposición familiar? “¡Por todos lados! Me pagué el viaje con lo que ganaba dando clases particulares”. Eso sí, su padre le costeó el billete de vuelta, no fuera que la niña no regresara. “No conocía Londres, pero lo había estudiado tanto que cuando me bajé en Victoria Station fue como estar en casa”. Recorrió Reino Unido haciendo autoestop: Oxford, Cambridge, Brighton, Edimburgo... En total, dos meses de “recuerdos maravillosos”.
Argelia y los límites
María Blasco (directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas)
Inspirada por El cielo protector, de Paul Bowles María Blasco se lanzó en 1991, con veintitantos, a cruzar el Sáhara desde Argel hasta Tamanrasset en 4x4. “Por primera vez tuve la intuición de mis límites”, dice. Físicos, ante las temperaturas extremas, la falta de agua, sueño e higiene. Y emocionales: “Cuando nos quedamos en medio de la nada con el coche roto”. Sufrieron un accidente grave y, magullados, esperaban que alguien pasara a ayudarlos. “Recuerdo la espera día y noche, la incertidumbre, la alegría de ver a alguien”. La vuelta, en avión, incluyó una tormenta de arena que le ha dejado un cierto respeto a volar.
De Asturias a Patagonia
María Garaña (presidenta de Microsoft España)
Las raíces de María Garaña están en el oriente asturiano —en la casa de indiano construida por su bisabuelo donde la familia se reúne cada verano—. Las ramas de ese árbol se toparon hace cinco años con el Perito Moreno. “Antes de dejar Buenos Aires [donde trabajaba], agarré a la familia y nos marchamos tres días a la Patagonia. No se parecía a nada de lo que hubiera visto antes”. En esa inmensidad helada tomó consciencia de “lo pequeños que somos en relación con la grandiosidad de la naturaleza”. Siempre tendrá asociado su vastedad azul de puro blanca al momento vital de cambio en el que ella se encontraba.
Cinco hermanos bilbaínos
Belén Frau (directora de Ikea España)
“¡Los Frau al completo!”, escuchan Belén y sus cuatro hermanos cuando van de pintxopote por el casco viejo de Bilbao. Siempre hay una noche, en fiestas, en la que los cinco salen solos, sin parejas ni hijos, para ponerse al día. Por esos pequeños/grandes rituales, por sus amigas de toda la vida, por la playa de Plentzia (“Ese contraste de azul y verde... ¡Echo de menos el mar!”), por el Guggenheim, por el aperitivo en la calle Dato de Vitoria, por la parte vieja de San Sebastián, por la gastronomía y el vino de Rioja... Por todo eso, y por mucho más, la directora general de Ikea España considera que el País Vasco es el viaje de su vida. “En la próxima visita iremos al nuevo estadio de San Mamés”, dice.
Una guiri en Barcelona
María de Villota (expiloto de fórmula 1)
María de Villota se aloja en un céntrico hotel de Barcelona y “hace el guiri”, como dice ella misma entre risas. El parque Güell, las Ramblas, la Sagrada Familia... Nada extraño si no fuera porque nunca había hecho turismo siendo piloto de pruebas de fórmula 1; dormía al lado del circuito y solo veía curvas y asfalto. La primera vez que se reencuentra con su mundo tras su accidente ha sido en una escapada a Barcelona para el Gran Premio de España 2013. “Ese fin de semana marca mi renacer, mi punto de inflexión”, comenta sobre por qué ha elegido esta escapada como el viaje de su vida. Admite que sintió nostalgia, pero no tristeza. “Pesa más la alegría de vivir, la sensación de segunda oportunidad, de privilegio por estar viva”.
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