Salchichas y cerveza en el Volkfest de Núremberg
Estos días se celebra en la ciudad alemana el tradicional festival de la primavera
Acabó marzo y llegó abril y la primavera. Y aunque en Núremberg todavía refresca y una bufanda amarrada al cuello y unos guantes enfundados en las manos son complementos obligatorios, del tranvía que para en el barrio de Dutztendteich no deja de bajar gente. Empieza el Volkfest de Núremberg. Desde 1826 se celebra dos veces al año este festival que da la bienvenida al otoño y a la primavera, entre montañas rusas, casas del terror, coches de choque, lanzaderas… Y por supuesto una inmensa noria, la atracción estrella. Todo se monta desde hace 60 años junto a la orilla del lago que hay detrás del Dokuzentrum y del Campo Zeppelín, en el mismo sitio en el que en 1933 Hitler proclamara Núremberg como la ciudad de los congresos del Tercer Reich.
La música de feria y el olor a salchichas a la parrilla (las típicas bratwurst del sur de Alemania) envuelven el ambiente, y a cada lado hay algún puesto de patatas fritas, pollos a la brasa o langos: una especialidad húngara muy popular en este festival, que consiste en una masa de pan frito acompañado por complementos dulces o salados. No puede faltar la cerveza, aunque en esta edición sea el único producto que ha subido de precio: 8,20 euros la jarra de litro. El festival atrae a miles de personas de todas las edades hasta despedirse el 14 de abril con una buena dosis de fuegos artificiales. Chicas y chicos, mayores y pequeños, visten orgullosos el traje típico regional de Baviera, protagonista indispensable en ocasiones especiales como esta.
El Ratón Salvaje es la montaña rusa más antigua del festival. Se construyó hace cien años en madera, aunque en la década de los 80 se renovó con acero. En una carpa contigua, un grupo de niños se prepara para montar en una atracción que produce vértigo al mirar desde abajo. Mientras, al lado, la subida del precio de la cerveza de barril no parece importar demasiado a los mayores, que no paran de vaciar jarras.
Las escopetas de perdigones con la mirilla torcida fallan ante latas vacías intocables. Al pagar con las Volkfest-taler, fichas amarillas que hacen de moneda propia del festival, se consigue un diez por ciento de descuento. La noria sigue girando iluminada y las bandas musicales de la ciudad desfilan celebrando la inauguración a ritmo de tambores, trompetas, clarinetes y trombones.
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