El horror de la guerra en la isla del Corregidor
Situada en la bahía de Manila, fue allí donde el general McArthur pronunció su famoso "Volveré"
Adentrarse en la isla filipina del Corregidor es pura historia. Pues desde la llegada de los españoles hasta el final de la Segunda Guerra Mundial ha sido escenario de numerosas batallas. Ha sido conquistada por españoles, holandeses, ingleses, japoneses, americanos y, finalmente, filipinos. Y hoy es uno de los destinos imprescindibles de aquellos que visitan Filipinas, un auténtico tesoro histórico lleno de edificaciones dañadas tras la guerra y dejadas intactas para la memoria y el recuerdo de las víctimas.
La isla, situada en la entrada de la bahía de Manila, fue conquistada por Miguel de Legazpi en el año 1570 y sirvió de base para el amarre de las galeras utilizadas en la misión cristianizadora de las islas Filipinas. Fue usada entonces como fortaleza, prisión y lugar de inspección de aduanas.El fin de los 328 años de ocupación española finalizó en 1898, con el desembarco de las tropas estadounidenses. Pero las batallas más feroces se librarían durante la Segunda Guerra Mundial, durante los respectivos asedios del ejercito imperial japonés y la posterior y sangrienta reconquista. La isla fue la más bombardeada de la Guerra del Pacífico y la segunda (tras Malta) de la Guerra Mundial. Esto hizo que quedara casi totalmente desforestada y solo un masivo plan de reforestación en los años 60 le han devuelto el actual paisaje tropical.
La primera parada se hace inmediatamente después de descender del ferry, en cuyo embarcadero zarparon las últimas tropas americanas tras la invasión nipona en 1942. Fue aquí donde el general McArthur se vio obligado a abandonar Filipinas y pronunció las palabras que quedarían inmortalizadas: “I shall return”(Volveré). Dos años y 10 meses más tarde cumpliría su promesa.
Hoy en día se pueden encontrar los restos de una decena de edificios completamente destruidos debido a los intensos bombardeos. Túneles, barracas y cañones de artillería nos hace sumergirnos en el recuerdo y la paz que ahora rodea el lugar, rodeados de un espectacular mar azulado. Se pueden visitar algunas de las 79 baterías instaladas por el ejercito americano, así como diversos almacenes y cuarteles. Tras la guerra fue construido un memorial dedicado a la Guerra del Pacífico, otro a los héroes filipinos y un jardín japonés de la paz. Además, un pequeño museo nos traslada a la guerra mediante numerosas fotos de bombardeos, soldados y reliquias de la segunda guerra mundial.
En la parte más elevada se encuentra la esquelética, pero al mismo tiempo majestuosa, barraca de Long-Mile. Esta construcción de tres pisos fue la barraca militar mas larga del mundo y se pueden apreciar los efectos de la metralla en cada uno de sus 460 metros de longitud. A su lado se encuentra el Cine de Corregidor, también a la intemperie debido al impacto de los proyectiles en el que fuera por entonces el cine más grande de Filipinas y punto de diversión de las tropas americanas. La visita finaliza con el túnel y búnker antiaéreo de Malinta, sede del último gobierno filipino durante casi dos meses debido al asedio japones. Si se desea, también se puede pernoctar en el único hotel de la isla para contemplar la puesta de sol desde el faro español, uno de los puntos más elevados y la más antigua construcción conservada de toda la isla.
Como curiosidad, destacar que los grupos de turistas japoneses disponen de su propio guía, la cual se encarga de minimizar las terribles atrocidades realizadas por la armada japonesa durante la guerra.
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