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Reportaje:24 HORAS EN... LOGROÑO

Setenta tascas en una calle

El ayuntamiento de Moneo y un museo con 'picassos' y 'magrittes'. Pastelerías finísimas y tiendas de toda la vida. Y, por supuesto, todos los bares. Logroño es mucho más que vino, aunque también

Acaban de declararla capital española de la gastronomía 2012, pero no sorprende; sabíamos que La Rioja es "La tierra con nombre de vino" (eslogan oficial). Lo del comer y beber en Logroño, su capital, estaba claro, pero hay más: es una ciudad chica (153.000 vecinos) y los autobuses no están de adorno, pero casi. Es recogida, o sea, soportales a la piamontesa. Es verde, el Ebro le regala un parque que abulta más que el casco viejo; además, el corazón del susodicho casco es El Espolón, un jardín-salón donde todo pasa, y en la parte nueva acechan cerca de otros 20 parques de propina: hay más gente haciendo footing que devotos peregrinos (y mira que hay). Es ciudad joven e inquieta: cobija a 7.000 universitarios; tiene un periódico, La Rioja, que aguanta el tipo desde tiempos de Espartero, y es la primera ciudad española en abrir fuego cada año con su festival Actual.

9.00 Bombones de pétalos de rosa

Si se despierta en El Espolón (1), hay que desayunar en Viena (Muro de la Mata, 6, soportales). No es pastelería al uso. Isabel Giménez la ha convertido en Olimpo del diseño y del cacao: bombones de aceite, de pétalos de rosa, trufas de vino... Hablando de dulces: sería injusto no acordarse de dos glorias locales, La Mariposa de Oro (Portales, 26), que surte de milhojas y canutillos a las mejores mesas, y La Golosina (Portales, 5), que "inventó" las célebres pastillas de café y leche. Estamos en torno a una manzana que ocupa la plaza de Abastos (2), o Mercado de San Blas, de 1929, precioso, renovado. Allí Pedro Martínez es famoso por mercar las mejores verduras, y la Pescadería Marino, los mejores pescados. En una esquina, La Casa del Pimentón (Sagasta, 1) resume el aroma de tantos y tantos comercios del casco antiguo. Más moderna: La Despensa del Ebro (avenida de Portugal, 6) apuesta por la ecología, y sus lomos y caparrones son estupendos.

10.00 El juego de la oca

Como es temprano y andamos por el centro, bueno será echarle un ojo. En la oficina de turismo (Portales, 50) proponen Logroño en un paseo, visita guiada de dos horas (3 euros). Si se va por libre, hay cuatro templos obligados: la catedral (3), gótica con antifaz barroco, y una supuesta Crucifixión de Miguel Ángel; Santa María del Palacio (4), con torre piramidal y un museo sacro; la iglesia de San Bartolomé (5), con preciosa portada gótica, y la de Santiago (6), a cuyos pies el pavimento representa un juego de la oca (que dicen nació como trasunto del Camino de Santiago). Los peregrinos jacobeos penetraban por el puente de Piedra (7) y salían por la Puerta del Revellín (8), junto a un hospital que les atendía (ahora Parlamento autonómico). Llevan años a vueltas con el Museo de La Rioja (9), que estará en el palacio de Espartero, barroco. También hay ejemplos de arquitectura contemporánea: el ayuntamiento (10) lo creó Rafael Moneo en 1980 sobre un viejo cuartel, y el edificio de Riojaforum (11), de José Manuel Barrio & Alberto Sáinz, fue terminado en 2004. Pero hay que alejarse un poco del centro para abrazar la vanguardia.

11.00 Por los museos del vino

Es hora de visitar las bodegas-museo que ciñen la ciudad. En la más próxima, Ontañón (12) (avenida de Aragón, 3; visitas guiadas con cata, 6 euros), la tercera generación de la familia Pérez Cuevas apuesta por el maridaje de arte, comida y vinos. En la recomendable bodega Campo Viejo hay visitas guiadas a las 11.00, a las 13.00 y a las 16.00 (teléfono 943 27 99 00). En la carretera de Zaragoza, kilómetro 5, espera la bodega Marqués de Murrieta (13), de hechuras clásicas y que ultima su museo. Dos kilómetros más allá destaca Bodegas Darien (14). Se puede comer en algunas bodegas, pero si se prefiere hacerlo en el centro, dos nombres a retener: Tondeluna (Muro de la Mata, 9; El Espolón), un gastrobar con mesas-barra para compartir platos delante de la cocina, cuya alma es Luisa Barrachina (esposa de Francis Paniego, estrella Michelin en Echaurren, de Ezcaray). Y Cachetero, un clásico de la calle del Laurel, de Diego Arechinolaza, la cuarta generación de un templo familiar rebosante de fotos y autógrafos de políticos, toreros y artistas. No hagan lo que Hemingway, que se fue sin pagar con la excusa de que volvería para la cena.

16.00 Talleres en La Gota de Leche

Por donde campan las bodegas, en el polígono El Sequero, está el Museo Würth (15) (www.museowurth.es). Muchas ciudades pugnarían por tener algo así. Abrió hace un lustro, gracias al empeño de Adolf Würth y de su hijo Reinhold, que poseen una docena de museos por Europa: este es uno de los mejores. Interesantes el enclave y los fondos: Picasso, Nolde, Beckman, Magritte, Fontana, Kiefer... Una utopía al servicio de y cerca del trabajador (es su filosofía) y gratis. Logroño es culo inquieto, culturalmente hablando: ahí está La Gota de Leche (16) (Once de Junio, 2), un centro cultural joven (exposiciones, talleres, cursos, proyecciones y mucha marcha), o La Casa de las Ciencias (17), junto al río. El Teatro Bretón (18) acoge ópera, drama, ballet y lo que le echen. Y la perla: Riojaforum, que lo mismo acoge una convención de conserveros que Turandot, de Puccini.

20.00 Ofrenda a Baco

Es un rito sagrado, lo de la calle del Laurel (19). Hay más tascas que puertas, aunque la asociación gremial solo reconoce 70. Se puede beber en la calle (¿dónde si no?) y es laxa en otros aspectos: no solo abundan los jóvenes; van familias al completo, incluidos bebés en carritos. Los pinchos no son muy sofisticados, pero sí generosos, y divertidos: matrimonios, cojonudos, zapatillas, calzoncillos... Va tanto forastero, que los castizos y despedidas de soltero se van desplazando a la calle de San Juan, donde los bares son menos (unos 30) y alternan con tiendas de toda la vida. Lo último: se está propagando el llamado Laurel pobre por la parte nueva (calles de Somosierra, Gil de Gárate, República Argentina...), donde regalan el pincho con el chato.

22.00 Noche de farra

Si se quiere cenar, no de pinchos, sino de lujo, hay que coger el coche hasta Daroca de Rioja, a un par de leguas: allí está la Venta Moncalvillo (www.ventamoncalvillo.com; 941 44 48 32), la segunda estrella Michelin de La Rioja. La familia Echapresto empezó como posta de arrieros y, de forma autodidacta, han alcanzado algo cercano a la perfección (y se pueden fumar puros finos, tienen club autorizado). En el centro de Logroño, El Portalón (20) (Portales, 7) y Herventia (Portales, 61) practican "maridajes del sexto sentido de La Rioja", o sea, platos con aceite de oliva virgen de la variedad autóctona redondilla. De la zona de copas, dispersa, quédense con los nombres Casablanca (avenida de Portugal), Coffee Single Rock (plaza del Mercado, 27; con actuaciones gratis), Café La Luna (Bretón, 36; con música más tranquila), Biribay Jazz Club (21) (Fundición, 4) y Café Pub Lorca (Chile, 16; con varietés). Para retirarse honrosamente, cuando el cuerpo se rinda: el NH Herencia (Marqués de Murrieta, 12), el hotel Portales (22) (Portales, 85) y el hotel Marqués de Vallejo (Marqués de Vallejo, 8) quedan a mano y valen más de lo que cuestan.

De izquierda a derecha, tres imágenes de Logroño: la escultura <i>Lillie</i> (2006), obra de Manolo Valdés, en el Museo Würth; fachada de la iglesia de San Bartolomé, y bares en la calle del Laurel.
De izquierda a derecha, tres imágenes de Logroño: la escultura Lillie (2006), obra de Manolo Valdés, en el Museo Würth; fachada de la iglesia de San Bartolomé, y bares en la calle del Laurel.CARLOS PASCUAL

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