Una trabajadora social equipada con un tableta conecta a los enfermos con covid-19, aislados en las zonas de riesgo, con sus familias. Tienen tres minutos al día. Pero a Fernando Miranda le ha dejado un ratito más para convencer a su madre de que no la pueden atender en casa.Aurea del Rosario (El PAÍS)Familiares de enfermos esperan por noticias a las afueras del Hospital General de Atlacomulco.Aurea del Rosario (El PAÍS)Cajas de insumos médicos para tratar la covid-19 apiladas en la recepción del un hospital del Estado de México.Aurea del Rosario (El PAÍS)Personal médico equipado para realizar pruebas PCR espera por pacientes en una calle aledaña al Hospital General de Atlacomulco.Aurea del Rosario (El PAÍS)Miguel Ángel Martínez, Antonia Lagunas y Araham Martínez tuvieron covid-19 a principios de enero, junto al padre de Antonia, el cual falleció por falta de oxigenación.Aurea del Rosario (El PAÍS)Jazmín Mejía, junto a su hermana mayor, Giselle Mejía, muestra en el celular el traje que usó para reconocer a su tía en la morgue, tras la muerte de esta por covid-19.Aurea del Rosario (El PAÍS)Yazmín Mejía llora al relatar lo duro que fue ingresar a su tía al hospital. En la familia de Yazmín y Gisela Mejía se acostumbraron este año a almorzar a días tortillas con sal. Pues más no había.Aurea del Rosario (El PAÍS)Antonia Laguna muestra en la sala de su casa una fotografía de su padre, Jesús Lagunas.Aurea del Rosario (El PAÍS)
