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La sequía de las Tablas de Daimiel, en imágenes La ausencia de lluvia y la sobreexplotación agrícola han obligado a los gestores del Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel a bombear agua del acuífero para evitar que desaparezca del todo la zona inundada donde conviven más de 250 especies de aves en un ecosistema único en España El agente medioambiental del parque Juan Felipe observa desde uno de los observatorios faunísticos ubicado en la Laguna Permanente. Este puesto se encuentra en uno de los cuatro itinerarios que los visitantes pueden realizar. Tres de ellos a través de pasarelas y uno en 4x4. Carlos Rosillo Romualdo Calahorra, operador de maquinaria del Parque Natural Tablas de Daimiel, observa una zona seca de lo que se conoce como el Tablazo, lo que antes era la parte más extensa del humedal, y que cuidan con la esperanza de que se recupere con la llegada de las lluvias. Carlos Rosillo Varios ejemplares de gruidos, conocidas vulgarmente como grullas, vuelan sobre una zona del parque cercana a la dehesa. Las grullas son aves migratorias que suelen viajar en invierno desde el norte de Europa y permanecen en parque hasta marzo. Carlos Rosillo Vista aérea del humedal de las Tablas de Daimiel, sin agua, en la zona de la torre de observación de Prado Ancho, en el norte del parque. Con la pérdida de agua, también se reduce el número de visitas, sobre todo de los aficionados a la ornitología y a la observación de fauna. Carlos Rosillo Imagen aérea de la zona más plana del humedal totalmente seco. Los empleados del parque trabajan en la conservación del terreno mediante el desbroce de especies arbóreas invasoras como el taray, para que las lagunas no se colmaten. Carlos Rosillo El taray es un árbol de crecimiento rápido que habitualmente se mantiene en los bordes del humedal, pero ante la falta de agua se introducen en el interior. Si no se frena la proliferación de esta especie dificultaría mucho la inundación de nuevo de la mayor parte de la superficie del humedal. Carlos Rosillo Carlos A. Ruiz, diector y conservador del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel muestra en un mapa la superficie inundada, que a 19 de noviembre era de 167 hectáreas, y actualmente es de 254 , de las 1.750 que tiene el humedal. Carlos Rosillo Imagen del cauce del río Guadiana totalmente seco. Históricamente, Las Tablas surgían en la confluencia del río Gigüela con el río Guadiana, y al tratarse de una superficie tan plana, se generaba una extensa llanura de inundación. Carlos Rosillo Felipe, uno de los guardias del parque observa un grupo de patos y gansos desde una de las zonas cerradas de Las Tablas, cerca de la Isla del Morenillo, donde se ha inundado artificialmente el humedal para la preservación del ecosistema. Carlos Rosillo Carlos Ruiz de la Hermosa, director y conservador del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel percha con una barca en la zona inundada. La profundidad media del humedal es de unos 70 centímetros. Carlos Rosillo Ciriaco, operador de máquina, retira las ramas de la parte frontal de su tractor para continuar con el desbroce de la zona seca del humedal, para que esté en perfectas condiciones por si en algún momento llega la lluvia y vuelve a inundarse. Carlos Rosillo El agente medioambiental del parque, Juan Felipe, observa las aves durante el atardecer. Las grullas y otras aves suelen entrar en el humedal para pernoctar durante el atardecer. Una de las funciones de los guardas del paraje protegido es realizar el censo de los ejemplares de distintas especies que habitan en el parque, tanto de forma permanente como aves migratorias. Carlos Rosillo Dos ejemplares de grulla sobrevuelan la superficie inundada del Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel. Carlos Rosillo A la derecha, Julio Escudero, nonagenario pescador y guardia jubilado del Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel, acompañado de su primo "Juli", (tienen el mismo nombre y apellido), cocinan cordero en una hoguera de leña en su vivienda que limita con el parque. Carlos Rosillo Vista aérea del río Guadiana, a la izquierda, y de la Isla del Morenillo, donde se encuentra una antigua casa de pescadores. Como se observa en la imagen, el entorno de la isla está totalmente seco, cuando debería estar inundado. Carlos Rosillo Escala de profundidad en el cauce del río Guadiana, en una de las zonas que deberían estar inundadas en esta época del año. Sin embargo, la escala marca cero centímetros. Carlos Rosillo Dos vehículos de conservación del Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel recorren el Tablazo, la mayor superficie plana inundable del humedal, una área por la que tradicionalmente solo se podía navegar en barco. Carlos Rosillo Una visitante contempla desde un mirador la zona inundada del humedal de Las Tablas. Carlos Rosillo Un ejemplar de cormorán grande reposa sobre una rama en la zona sur del humedal de Las Tablas. Darío Rodríguez-Madridejos propietario de la empresa de turismo Ecodestinos sube a su vehículo en la dehesa próxima al parque. Además de ofrecer rutas guiadas, empresas como la de Darío ayudan a divulgar la importancia de la preservación de este entorno. La falta de agua afecta directamente a las compañías turísticas que ven mermada la cantidad de clientes que demandan sus servicios. Carlos Rosillo Una de las amenazas para la supervivencia del ecosistema del Parque Nacional es la sobreexplotación agrícola, sobre todo en verano, que es cuando se cultivan verduras que requieren mayor aporte de agua. La proliferación de cultivos de viñas en espaldera también ha provocado una mayor demanda de agua. La agricultura de la comarca extrae el agua de pozos conectados al mismo acuífero del que se abastece el humedal, que se forma con la subida del nivel freático del mismo. Carlos Rosillo Patos, gansos y cormoranes revolotean en uno de los espacios inundadas en la parte sur de las Tablas de Daimiel, al atardecer. Carlos Rosillo Vista aérea de uno de los itinerarios de pasarelas que salen del centro de visitantes del Parque de Las Tablas. Carlos Rosillo