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El conservacionista que estudia a los pingüinos para salvarlos de la extinción

Pablo García Borboroglu lleva tres décadas investigando a estas aves marinas en Argentina, Chile y Nueva Zelanda, además de impulsar un programa educativo para protegerlas. Su impulso le ha valido ser uno de los laureados de los Premios Rolex a la Iniciativa 2019.

El conservacionista argentino Pablo García Borboroglu recopilando datos sobre la población de pingüinos de la Patagonia. ©Rolex/Tomas Bertelsen
El conservacionista argentino Pablo García Borboroglu recopilando datos sobre la población de pingüinos de la Patagonia. ©Rolex/Tomas Bertelsen

En la década de los 80, Pablo García Borboroglu fue testigo de una serie de catástrofes medioambientales en su ciudad natal de Puerto Madryn que le marcaron hasta el punto de decidir su misión en la vida. La muerte anual de unos 40.000 pingüinos en la Patagonia a causa de los vertidos de petroleo le hicieron tomar conciencia de la grave situación en la que se encontraban estas aves marinas y a actuar en consecuencia. “Cuando liberé al primero y lo devolví a su hábitat natural, me di cuenta de que la acción individual puede tener un gran impacto, por lo que empecé a ampliar mi proyecto”, recuerda este biólogo argentino.

Ahí comenzó una trayectoria de más de tres décadas en las que García Borboroglu se ha convertido en uno de los principales investigadores de esta especie animal que se encuentra en grave peligro. Este impulso le ha valido ser uno de los laureados de los Premios Rolex a la Iniciativa, galardones con los que Rolex apoya a proyectos innovadores que mejoran el conocimiento y el bienestar humanos. “Hay 18 variedades de pingüinos que viven en nuestro planeta y más de la mitad están en peligro de extinción según la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza)”, explica. “En los últimos 30 años, 14 de estas especies han sido reclasificadas como en situación de mayor riesgo”.

A través de su organización, Global Penguin Society, García Borboroglu ha desarrollado una campaña internacional para su estudio y conservación. Sus actividades incluyen la recopilación de datos clave para comprender cómo se puede facilitar su supervivencia, programas educativos en los que se involucra a gobiernos locales y nacionales para concienciar sobre este problema y el trabajo con distintas autoridades e instituciones oficiales para promover la toma de decisiones, como la designación y gestión de Áreas Marinas Protegidas.

Los peligros a los que se enfrentan las distintas especies de pingüinos están íntimamente ligados al cambio climático, como advierte Borboroglu. “Son excelentes indicadores de la salud de los océanos, ya que son muy sensibles a todos los cambios en sus hábitats”, detalla. “No solo se enfrentan a amenazas en la tierra cuando están anidando, sino también cuando van al mar y nadan miles de kilómetros en busca de alimento o para migrar. Por lo tanto, se exponen a amenazas como el cambio climático, la contaminación y la mala gestión de la pesca. En la tierra, la perturbación humana y la introducción de nuevos depredadores también les afectan”. La falta de alimentos ocasionada por los cambios climáticos, explica, es una de las grandes amenazas a las que se enfrentan. “Esto obliga a los pingüinos a recorrer mayores distancias para reunir los peces con los que alimentar a sus crías. Nadan cientos de kilómetros pero, en muchas ocasiones, cuando vuelven, las crías ya han muerto de hambre”.

©Rolex/Tomas Bertelsen
©Rolex/Tomas Bertelsen

Preservar la población de pingüinos en lugares como la Patagonia es fundamental también para mantener el equilibrio natural de su ecosistema. “A través de los pingüinos trabajamos en favor de la conservación marina. Los océanos son sumamente importantes para la calidad de vida en nuestro planeta, ya que proporcionan alimento, oxígeno y regulan la temperatura de todo el planeta. Este proyecto es fundamental para abordar los problemas medioambientales más importantes; es una preocupación de ámbito internacional”.

Hasta la fecha, la actividad de Global Penguin Society y Borboroglu han ayudado a 1,6 millones de pingüinos, protegiendo trece millones de hectáreas de su hábitat e involucrando a miles de niños en actividades educativas como viajes escolares a colonias de pingüinos, además de promover limpiezas costeras o el desarrollo de planes ecoturísticos sostenibles.

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