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ESCUELA DE PERIODISMO UAM EL PAÍS

Vivir después de la covid

Son cientos de miles de personas las que han superado la covid. Algunas han pasado semanas ingresadas en Unidades de Cuidados Intensivos, otras han soportado los males de esta enfermedad en sus casas; todos aislados de sus seres queridos. Hay veces que la enfermedad acaba y vuelve la normalidad, pero, en otros casos, las secuelas afectan seriamente a la calidad de vida de estas personas. La Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS ha recopilado las historias de algunos de estos supervivientes.

30 jul 2020 - 23:21CEST

Flavia pasó cinco semanas ingresada en la UCI. “Estuve siempre consciente. Vi morir personas como no te imaginas. Fallecieron cuatro de las siete que compartieron habitación conmigo”. Hablaba a diario con su familia por videollamadas, aunque pudo verlos en unas cuantas ocasiones porque su ventana daba a la calle.

Una noche Cristina llegó a pensar que se moría. El aire no le llegaba a los pulmones, sentía que se asfixiaba. Su marido llamó a emergencias, pero estaban colapsadas. Todavía esperan la llamada de vuelta. Cristina recuerda la impotencia y el dolor. “Solo me recetaron paracetamol, pero no bastaba”. Se quedó en casa. Se reincorporó al trabajo el 25 de mayo, aunque los dolores persisten meses después. Lo nota, sobre todo, en la vista. A veces no es capaz de leer la pantalla del ordenador y teclea a tientas, sin ver que ha quedado escrito.

Todd empezó a sentirse mal el 8 de marzo y el 13 ingresó en la UCI. No salió de allí hasta el 9 de abril. Aún tiene que conectarse 12 horas al día a una bombona de oxígeno. El conductor que le llevó en la ambulancia murió por coronavirus. “Me siento culpable”, cuenta con los ojos vidriosos. Quiere vivir al día, el coronavirus le ha cambiado la perspectiva de todo.

Beatriz, como otros miles de personas, todavía tiene síntomas de coronavirus. Estuvo dos meses con faringitis. Lleva 120 días con febrícula y sigue sin desaparecer, al igual que los pinchazos en los músculos. Los médicos pensaron que era ansiedad. Beatriz define estos meses con palabras como incertidumbre, rabia y miedo. Ahora lucha por su visualización en el Colectivo Covid Persistente de Madrid.

Sofía Álvarez celebró su cumpleaños ingresada en la UCI. “Lo peor era la soledad”. Estuvo dos veces a punto de morir, una de ellas por una parada cardio-respiratoria. Se sobrepuso y ahora se recupera en casa. Recuerda la primera vez que se levantó después de estar sedada durante semanas. “Es como si los pies te ardieran. Uno de mis mayores miedos es que todo vuelva a ser como antes”.

La primera persona en infectarse en la familia de Juan Ignacio fue su hermano. Su padre fue el siguiente. Juan Ignacio fue el tercer caso positivo y el último de su familia en ser ingresado. Su esposa, la última en contagiarse, pasó la enfermedad desde casa. Aún hoy, tras la muerte de su padre, les pesa el miedo de ser contagiosos.

Ana apenas tenía fuerzas para levantarse de la cama. Los mareos eran continuos, era incapaz de digerir la comida. Poco a poco, su estado empezó a mejorar. Su médico seguía su evolución a través del teléfono. “Esperaba esa llamada a diario. Me daba mucha tranquilidad”.

Gonzalo estuvo tres semanas encerrado en su cuarto, una de ellas con fiebre de hasta 40º. Tuvo una neumonía pero no le hospitalizaron. Cuando empezó a mejorar, había perdido 10 kilos y se encontraba muy débil. Como rehabilitación, empezó a subir las escaleras de los cuatro pisos de su bloque. Poco a poco, mejoró: “Llegué a subir 160 pisos”.

Felipe tiene síntomas persistentes de covid. Pasó la enfermedad aislado en una habitación de la casa donde vive con su mujer y sus tres hijos. La astenia, una fatiga absoluta, ha sido uno de los peores síntomas. “Es como si te rajaras las venas, no puedes ni con el edredón, ni con tus hijos, ni ducharte”. También se han mantenido las migrañas, alteraciones del ritmo cardíaco, diarreas y otros síntomas ligados a la covid. “Es como si volvieras a enfermar todos los días durante unas horas”. Ha mejorado un poco, pero sigue en una situación de salud muy delicada. “Hoy he estado metido en la cama”, confiesa. Y piensa en el futuro. Quiere comprarse una furgoneta para viajar con su familia.

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