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Bérgamo, el lugar más golpeado del mundo La pequeña localidad de Codogno diagnosticó el primer contagio oficial de covid-19 en Europa. Aquí comenzó una carrera hace tres meses para controlar un virus que trituró el sistema sanitario lombardo y convirtió la vecina provincia de Bérgamo en el lugar más golpeado del mundo Consuelo Locatti perdió a su padre durante los días más duros de la pandemia en Bérgamo. Hoy es la abogada de Noi denunceremo (Nosotros denunciaremos), una asociación que pretende llevar ante la justicia a los responsables de las supuestas negligencias cometidas durante los días más virulentos. En la imagen, en su casa de Seriate, sostiene una almohada que ha estampado con la foto de su padre. Francesca Volpi Una mujer coloca flores en la zona del cementerio Monumental de Bérgamo, donde han sido enterradas la mayoría de personas que murieron a causa de la covid-19. La tasa de sepulturas en tierra es normalmente baja, pero el número de fallecimientos fue tan elevado que pueden distinguirse perfectamente todas las tumbas nuevas. Francesca Volpi El alcalde de Bérgamo, Giorgio Gori, guarda un minuto de silencio el pasado 31 de marzo en la plaza de Bérgamo. El regidor socialdemócrata, entre los que al principio abogaron por mantener abierta la ciudad, admite que cometió el error de subestimar la potencia del virus. "Siento haberlo hecho", señala a este periódico. Un mural del ilustrador Alessandro Adelio Rossi colgado en la fachada del hospital Papa Giovanni XXIII recuerda al personal sanitario que ha cuidado de la ciudadanía italiana durante la pandemia. En Bérgamo, los hospitales recibieron un gran impacto por la covid-19 y fueron al principio focos de contagio. La realidad es que la salvaje privatización del sistema sanitario lombardo y la falta de médicos de cabecera complicaron las primeras horas de la pandemia. Francesca Volpi Dos parientes de fallecidos por covid-19 entran en el cementerio de Brescia, localidad vecina de Bérgamo y también enormemente golpeada por la pandemia, mientras son sometidos a un control de temperatura para poder participar en uno de los funerales exprés. Francesca Volpi El obispo de Brescia bendice las urnas que contienen las cenizas de algunos fallecidos a causa de la covid-19. Los funerales con familiares han estado prohibidos hasta ahora y se buscaron métodos alternativos para acompañar a los difuntos. Francesca Volpi Carla Bragalini, auxiliar de enfermería, en Codogno. Ha seguido acudiendo a las casas de ancianos y discapacitados durante toda la pandemia para ayudarles con las tareas domésticas y el aseo personal. En pleno cierre del municipio se desplazaba de una casa a otra con su bicicleta. "Era como pedalear en una ciudad fantasma", explica. Francesca Volpi Francesco Passerini, alcalde de Codogno (La Liga), ante la inscripción que conmemora los caídos en la localidad durante la I Guerra Mundial. Entonces murieron 196 durante cuatro años. Este año, durante solo dos meses de pandemia, perdieron la vida más de 200. "Cuando empezó parecía que esto era Chernóbil", señala. Francesca Volpi Laura Zacchetti, siguió trabajando en la farmacia de Codogno durante los días que el pueblo estuvo aislado del resto de Italia. Durante muchos días no tuvieron mascarillas ni dispositivos de prevención para sus clientes ni para ellos mismos. Hoy siguen despachando en la calle para evitar que la gente entre en el local. Francesca Volpi Giuseppe Mancini es médico de cabecera en Codogno. Durante la pandemia siguió visitando a pacientes. Ahora pasa consulta parapetado detrás de la bata y la visera en su oficina médica. "Ahora las cosas están más calmadas, pero ha sido tremendo. Durante semanas no hemos parado de ver a diario decenas de casos gravísimos". Francesc Volpi Mario Vavassori, de 61 años, es un hincha acérrimo del Atalanta. La noche del 19 de febrero fue al partido que disputó su partido contra el Valencia en el estadio de San Siro junto a otros 45.000 aficionados. El virus ya estaba circulando en aquella zona y centenares de personas resultaron contagiadas. Él pasó más de un mes en el hospital y estuvo a punto de morir. Todavía tiene secuelas. Francesca Volpi El periódico 'L'Eco di Bergamo' ha liderado una campaña de investigación para esclarecer el número real de fallecidos y las causas del descontrol en la prevención de la pandemia. Normalmente emplea una página para los obituarios, pero durante los días más duros de marzo llegó a publicar hasta 11 páginas. En la fachada de su sede ha colocado un luminoso que recuerda a todas las víctimas. Francesca Volpi La doctora Annalisa Malara, de 38 años, realizó el primer diagnosticó de un caso autóctono en Europa. Fue el 20 de febrero y su decisión de realizar el test de la covid-19 a Mattia Maestri, un paciente joven con una extraña pulmonía que llegó al hospital, cambió radicalmente la percepción que se tenía en el continente del virus. A partir de aquí comenzó la guerra contra el coronavirus y 10 municipios de la zona fueron aislados. Francesca Volpi Antonio Ricciardi es la tercera generación en su familia dedicada a la empresa funeraria. La pandemia desbordó completamente sus cinco agencias en Bérgamo. Faltaban operarios, no tenían espacio en sus cámaras mortuorias y tuvieron que rechazar muchos de los servicios que les solicitaron. "Fue un vendaval de muerte", explica. Francesca Volpi Mario Carminati, cura de Seriate, decidió apartar todos los bancos de la iglesia de San Giuseppe y convertirla en una gran cámara mortuoria donde durante semanas hubo siempre 80 ataúdes. El crematorio del cementerio no daba abasto y el ejército se llevó los féretros a otras localidades. "Fue como un tsunami inesperado. Pero no podíamos hacer otra cosa", explica. Francesca Volpi Un grupo de fieles asiste a la misa de las seis de la tarde en la iglesia de San Giuseppe, el pasado miércoles. Desde la semana pasada ya se pueden celebrar bajo medidas de distanciamiento y control sanitario. El doctor Stefano Paglia es el jefe de las urgencias de los hospitales de Codogno y Lodi. Aquí se detectó por primera vez el virus y se tomó la decisión de cerrar esa área y convertir el hospital en un centro dedicado casi exclusivamente a la covid-19. Más de 20 sanitarios aquí cogieron la baja y 8 resultaron contagiados. Francesca Volpi Los dos sacerdotes de Seriate bendicen los ataúdes que durante semanas estuvieron almacenados en la iglesia de San Giuseppe. Un vehículo militar sale de la iglesia de San Giuseppe con ataúdes de fallecidos por covid-19. Un miembro del servicio italiano de Protección Civil coloca una rosa en uno de los ataúdes que se almacenaron en una nave de Ponte San Pietro, una pequeña localidad de la provincia de Bérgamo. Francesca Volpi