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Sobrevivir a las bombas: la vida en el último reducto rebelde de Siria En la provincia de Idlib, última en manos opositoras tras nueve años de guerra civil, viven 3,5 millones de personas, la mayoría desplazados por la ofensiva del régimen y los bombardeos de la aviación rusa. Es una zona pobre y sin trabajo, controlada por el grupo yihadista HTS, que el año pasado sometió por la fuerza al resto de facciones rebeldes Un hombre hace una señal islamista junto al paso fronterizo de Bab al Hawa, el único nexo con el exterior para la provincia de Idlib -último bastión de los rebeldes sirios opuestos al régimen de Bachar el Asad- y a través del que llega la ayuda humanitaria y militar de Turquía. Andrés Mourenza Familia de un paciente ingresado en el hospital de Bab al Hawa, herido durante la última ofensiva del régimen sobre Idlib. Andrés Mourenza Ahmet Harsale, de 23 años, fue herido en Saraqib por un bombardeo del régimen sirio. Pese a su estado -dos piernas rotas, de una de las cuales no podrá recuperar la movilidad y heridas en el estómago por la metralla-, será dado de alta en los próximos días para hacer sitio a nuevos pacientes. Andrés Mourenza Un matrimonio se desplaza en una moto en la carretera entre Sarmada y la ciudad de Idlib. La provincia está controlada por el grupo yihadista HTS y muchas mujeres se cubren con el velo integral islamista. Andrés Mourenza Un campamento de desplazados improvisado sobre las vías del tren cerca del pueblo de Kafr Yahmul. De los 3,5 millones de habitantes de Idlib, más de dos millones son desplazados de otros lugares del país o de la última ofensiva del régimen. Andrés Mourenza Una familia de desplazados de la provincia de Hama. En los últimos siete años se han visto desplazados en siete ocasiones por los movimientos del frente bélico. Andrés Mourenza Desde diciembre, la ofensiva del régimen sirio con apoyo ruso e iraní ha desplazado a casi un millón de personas. Los últimos en llegar a la ciudad de Idlib son alojados en el estadio de fútbol, donde se concentran unas doscientas familias en condiciones insalubres. Andrés Mourenza La mayoría de los niños presentan enfermedades cutáneas o respiratorias por la imposibilidad de mantener una mínima higiene. Todos los desplazados duermen o en tiendas o hacinados en lo que antaño fueron los vestuarios del estadio. Andrés Mourenza Mustafá, un niño de 9 años que vive junto a su familia en el estadio tras resultar recientemente desplazado por los combates. Las gradas del estadio de Idlib sirven para secar la colada, pero nadie vive en ellas ni en el césped porque, dada su visibilidad, podrían ser objeto de un bombardeo aéreo del régimen. Andrés Mourenza Las familias de refugiados concentradas en el estadio municipal de Idlib se quejan de la falta de alimento, medicinas y posibilidades de mantener una higiene mínima: “No nos hemos duchado en 20 días”, se queja una mujer. Andrés Mourenza Mujeres pasean a sus hijos por las calles de la ciudad de Idlib. El acuerdo de un alto el fuego forzado por Rusia y Turquía ha dado un respiro a los habitantes de esta ciudad que ha multiplicado por diez su población debido a la llegada de los desplazados. Andrés Mourenza Edificios destrozados en la ciudad de Idlib por los bombardeos del régimen. Si bien la capital de Idlib no ha sido la más castigada por los bombardeos aéreos de Rusia y el Ejército sirio, en los últimos meses los ataques de artillería contra zonas civiles de la localidad han sido una constante. Andrés Mourenza El trasiego de desplazados es constante en los alrededores de Atmeh, localidad pegada a la frontera con Turquía donde se amontonan los campos de desplazados. Andrés Mourenza Vista de una parte de Atmeh, uno de los mayores campos de desplazados del mundo. Iniciado a finales de 2011, alberga a más de medio millón de personas. Algunos han convertido sus tiendas en humildes casas con bloques de cemento y piedras, otros viven bajo lonas colgadas entre los olivos. Andrés Mourenza Las fotografías de dos de los integrantes de la familia Abdi fallecidos durante la guerra cuelgan en una esquina de la tienda, junto a hierbas secas y un triciclo al que le falta una rueda Andrés Mourenza Un campo de desplazados improvisado en un olivar cercano a Atmeh por los últimos en llegar a la zona: dos semanas antes. La mayoría de niños presentan cuadros de ansiedad y viven en constante miedo tras haber sufrido los bombardeos, según las ONG locales. Andrés Mourenza