_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Por los judíos

Los actos antisemitas reflejan un mal profundo en todas partes de Europa y también en Estados Unidos

Manuel Valls
Tumbas pintadas con esvásticas en el cementerio judío de Westhoffen (Francia).
Tumbas pintadas con esvásticas en el cementerio judío de Westhoffen (Francia).Patrick HERTZOG (AFP)

Es el genio que caracteriza a los grandes intelectuales, son visionarios. El 16 de mayo de 1896, Émile Zola publicó en la portada de Le Figaro un artículo titulado Por los judíos. Zola pretende denunciar con vigor la campaña antisemita que conduce esencialmente Edouard Drumont, escritor y periodista, desde la publicación de su obra La Francia judíaen 1886. Zola aún no se ha involucrado en la defensa del capitán Dreyfus, quien, aun siendo inocente, ha sido condenado y encarcelado desde hace dos años en la isla del Diablo, en la Guyana Francesa.

El gran mérito del autor de los Rougon-Macquart es haber entendido la gravedad de lo que estaba sucediendo en la sociedad francesa. Los términos “antisemita” y “antisemitismo” penetran gradualmente en el vocabulario del público y cambian el contenido del debate intelectual y político.

Zola los integra en su artículo que, como su famoso J’accuse, publicado el 13 de enero de 1898 en L’Aurore, gracias a Clemenceau, es un “momento de la conciencia humana”, utilizando las palabras pronunciadas por Anatole France frente a la tumba del novelista y periodista el 5 de noviembre de 1902. Zola es portador de un pensamiento profético. Se presenta solo ante una opinión pública ansiosa de venganza desde la derrota de 1870, en busca de chivos expiatorios, enardecida por el nacionalismo lleno de odio. Se enfrenta a la mayoría de sus contemporáneos y ofrece argumentos sólidos y coherentes contra el antisemitismo y la judeofobia de Drumont. Este antisemitismo moderno y populista, asimilando a los judíos a la burguesía, el dinero y el poder, trascendió las divisiones entre la izquierda y la derecha. El suyo fue un verdadero ensayo general del siglo XX.

Las palabras de Zola no han perdido ni un ápice de actualidad. En un retrato periodístico que le dedicaron hace unos días, el presidente del Congreso Judío Mundial, Ronald Lauder, se preguntaba: “¿Quién se levanta en Francia por los judíos? ¿Quién se levanta en Alemania por los judíos? ¿Quién se levanta en Europa por los judíos?”. “Niemand, nobody, personne, nadie”…, respondía él mismo, mordaz.

El gran mérito de Zola fue entender la gravedad de lo que estaba sucediendo en la sociedad francesa

Estas palabras me conmovieron. Pueden parecer injustas. Somos muchos los que hablamos y actuamos contra el antisemitismo, el odio a los judíos y el antisionismo, el odio a Israel, que han convergido desde hace años. Y, sin embargo, me siento interpelado por el reproche.

Los actos antisemitas reflejan un mal profundo en todas partes de Europa, y también en EE UU. Son el producto del antisemitismo radical de la extrema derecha, que también ataca a los musulmanes, de la extrema izquierda y del islamismo, y acompañan a la crisis de la democracia y al surgimiento del nacionalpopulismo. Debemos admitir y conocer esta realidad, que es más fuerte en Francia, para poder combatirla mejor. Al antiguo antisemitismo cristiano diseccionado por Léon Poliakov se le injertó un antijudaísmo moderno, un odio a los judíos, tan cercano a la Francia judía de Drumont, y una detestación de Israel, presentes en una parte del espectro político, de la extrema izquierda a la extrema derecha. El cómico Dieudonné y Alain Soral son expresiones de este odio. También encontramos este antisemitismo entre los chalecos amarillos o en el carnaval en Bélgica.

Lo que llamo el islamoizquierdismo que ha prosperado en los barrios de clase trabajadora, en los suburbios, esconde su antisemitismo bajo una forma de anticapitalismo, de rechazo a la globalización, asimilado a los judíos que dominan el mundo gracias al dinero, y de antisionismo, que es solo la negación del Estado de Israel, instrumento de esta dominación de la que los palestinos serían las primeras víctimas...

Se puede encontrar estos discursos en las filas de la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon y de la extrema izquierda francesa, en Podemos en España o en boca de Jeremy Corbyn en el Reino Unido. El odio a los judíos y a Israel también floreció con el auge del islamismo en nuestros países europeos, a través de las redes sociales o las antenas parabólicas que transmiten la cultura antisemita y antisraelí de una parte del mundo árabe.

Es necesario evaluar todo lo anterior para poder liderar esta lucha con decisión. Hay que llamar a las cosas por su nombre, sin miedo a exponerse, con coraje. Zola nos muestra el camino. La vacilación o la cobardía en el momento de los asesinatos en Francia de Ilan Halimi o Sarah Halimi deben indignarnos. Siento como un fracaso para la República el hecho de que, desde hace 20 años, muchos judíos franceses se hayan marchado a Israel por el aumento del antisemitismo y porque sintieron que Francia ya no les protegía. Por supuesto, el antisemitismo o la negación del Holocausto no son solo asunto de los judíos, sino de todos. Sin embargo, repito lo que proclamé ante los hechos del supermercado kosher de la Porte de Vincennes el 10 de enero de 2015: Francia, sin los judíos, no sería Francia. Por consiguiente, como Zola, tenemos que comprometernos, por los judíos.

Debemos ser conscientes de que la lucha será larga y difícil. En todos los frentes: seguridad y justicia, educativo y cultural, y de la memoria histórica. Una lucha en la sociedad, en los barrios, la escuela, las redes sociales. Es, por tanto, una batalla ideológica, cultural, intelectual y de civilización. Una lucha que tenemos que ganar.

Manuel Valls, ex primer ministro de Francia, es concejal en el Ayuntamiento de Barcelona.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_