Monseñor Gänswein, la seductora sombra del Papa emérito
Influyente en la vida del Vaticano, su fama llena portadas como inspirador de colecciones de moda o por su físico atlético
Cuando el Papa emérito Benedicto XVI visitó por primera vez el palacio del Quirinale, la sede de la presidencia de la República italiana, la esposa del entonces presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, le espetó: “Santidad, felicidades por su secretario. ¿Cómo se llama?”. Su nombre, Georg Gänswein ha levantado pasiones y hecho correr ríos de tinta a partes iguales, como hombre fuerte del Vaticano desde hace más de una década, puente entre dos Papas y figura singular más allá de sus funciones eclesiásticas. Después de un tiempo lejos del foco principal, este arzobispo alemán, de poder incalculable y sombra de Ratzinger, ha vuelto a la primera línea de fuego.
Ha sido uno de los protagonistas de la última tormenta vaticana que ha llegado a enfrentar el magisterio de los dos Pontífices, después de que se presentara un libro supuestamente escrito por Benedicto XVI junto al ultraconservador cardenal Sarah en el que se presiona a Francisco para abandonar la idea de ordenar a hombres casados. El asunto ha despertado tal revuelo que ha acabado convirtiéndose en un arduo polvorín espiritual que Gänswein trató de sofocar saliendo de nuevo a la palestra. El alemán, más que curtido en las vicisitudes y batallas vaticanas, negó que Ratzinger hubiera dado su autorización para aparecer en la portada del volumen como cofirmante. Consiguió aplacar, al menos aparentemente, la polémica.
Gänswein, de 63 años, que es uno de los pocos secretarios papales visibles y mediáticos, ya que normalmente es un puesto reservado y en algunos pontificados se desconocía incluso el nombre del principal colaborador del Papa, sabe moverse perfectamente por los recovecos del estado más pequeño del mundo, donde vive desde hace más de quince años. Cuando Benedicto XVI lo presentó como su secretario -ya ejercía la misma función cuando Ratzinger aún era cardenal- a inicios de su pontificado, en 2005, causó sensación por su atractivo y acabó convirtiéndose en blanco de las cámaras. La algarabía que comenzó a formarse en torno a cada movimiento del monseñor fue mayúscula. En 2013, la edición italiana de la revista Vanity Fair, que le apodaba como el George Clooney del Vaticano, le dedicó una de sus portadas, con el título “Padre Georg, ser guapo no es pecado”.
Aunque siempre ha tratado de llevar su carrera con discreción, no ha conseguido esquivar la atención mediática. Tiene fama de ser un teólogo brillante y un promotor eficiente, aunque fuera de los muros vaticanos, esas virtudes han quedado eclipsadas por su apuesto físico, más a menudo de lo que a él le gustaría.
La diseñadora Donatella Versace le dedicó una colección de ropa, en la semana de la moda de Milán en 2007. “Me parece muy elegante la austeridad del padre Georg”, dijo entonces la estilista. Los medios italianos le apodaron Il bello Giorgio y los anglosajones, con un juego de palabras similar, se referían a él como Gorgeous George. Al inicio los paparazzi no le daban tregua. La revista italiana Chi publicó en portada una gran fotografía del padre Georg jugando al tenis en camiseta y pantalón corto.
El famoso monseñor, al que más tarde Ratzinger ascendió al rango de arzobispo y después lo nombró prefecto de la Casa Pontificia, sobrellevó con resignación cristiana los vericuetos de la fama mundana. “Al principio hacía como que no escuchaba esas cosas y con el tiempo me he acostumbrado”, dijo en una entrevista.
El revuelo inicial dio paso a un periodo de calma, sobre todo, a partir de la renuncia de Benedicto XVI. Desde entonces, Gänswein ha continuado con sus mismas funciones y como primer colaborador de Ratzinger es su mano derecha y también su filtro con el exterior. Vive en la misma residencia que él, un pequeño monasterio dentro del Vaticano, donde al igual que el Papa emérito, lleva una vida tranquila y discreta. Y como prefecto de la Casa Pontificia, organiza las audiencias solemnes de Francisco, como los encuentros con jefes de Estado o embajadores, por lo que trabaja con dos Papas.
Georg Gänswein nació en un pequeño pueblo de la Selva Negra alemana en 1956. Es un gran deportista y aficionado al tenis y al fútbol. Fue un joven rebelde, de pelo largo y rizado, que escuchaba la música de Cat Stevens, Pink Floyd y los Beatles. Trabajó como profesor de esquí y como cartero para pagarse sus estudios de Filosofía y Teología y además se sacó la licencia de piloto de vuelo antes ser ordenado sacerdote con 28 años.
En la trayectoria pastoral de este prolífico estudioso del Derecho canónico figuran dos años como cura en su tierra natal antes de trasladarse a Roma para forjar su carrera eclesiástica. Dentro del cuartel general del catolicismo ha sido capellán de Su Santidad, oficial de la Congregación para el culto Divino y la Discipli
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